Salabert retrata en un libro a la generaci¨®n de los sesenta
Para la escritora Juana Salabert (Par¨ªs, 1962), la generaci¨®n nacida en los a?os sesenta es una generaci¨®n hu¨¦rfana, sin un lugar en el mundo; depositaria de una gran libertad, pero que le toc¨® tambi¨¦n asistir al ocaso de las ideolog¨ªas, e ignorante a¨²n de los estragos del sida y de la hero¨ªna ("todos arrastramos alg¨²n amigo muerto", dijo). A esa generaci¨®n -que hoy oscila entre los 30 y 40 a?os- dedica el libro de relatos Aire nada m¨¢s (Plaza-Jan¨¦s), que ayer present¨® en Madrid, donde reside.Los protagonistas que retrata en el libro son j¨®venes que vivieron y sufrieron intensamente y que participan de un aspecto com¨²n: pese a todo, dejaron la piel en la b¨²squeda de s¨ª mismos, indic¨® Salabert, finalista del Premio Nadal en 1996 con Arde lo que ser¨¢. "Llegamos tarde a todo, la pol¨ªtica ya no era un referente, y vivir sin certidumbres crea conflictos. Y aunque el libro est¨¢ habitado de j¨®venes rotos, con desarraigos familiares, de incestos, no retrato seres marginales, sino seres imbuidos de vida que viven una profunda quemaz¨®n interior, porque buscan estar en el mundo", dijo la escritora.
Salabert a?adi¨® que Aire nada m¨¢s no es un libro gratificante; sale de ¨¦l mucho dolor, incluso puede que le tilden de duro, vaticin¨®. "Pero yo no escribo para consolar, ni para hablar de tablas de calor¨ªas, para eso est¨¢ el Diario de Bridget Jones. Para m¨ª la literatura es a la vez luz y tinieblas, y todos mis personajes llevan en s¨ª el orden y el caos, porque todos tenemos zonas oscuras", opin¨® la autora de Varadero. "En los albores del siglo XXI no podemos obstinarnos en escribir como si el conocimiento, lo le¨ªdo y lo vivido no pasara sobre nosotros, todos somos herederos de las locuras, de los desastres y de los gozos de los anteriores, es in¨²til negarlo", opin¨®.
Juana Salabert, que cit¨® a Rimbaud y Faulkner entre sus filias literarias, dijo que en ocasiones le han acusado de ser complaciente con sus personajes m¨¢s oscuros. "Lo que ocurre es que yo no juzgo ni moralizo, no tiene nada que ver con la moral, s¨®lo me instalo en otros ¨¢mbitos".
Y en una defensa de sus personajes, a?adi¨®: "Creo que no son d¨¦biles, porque son l¨²cidos, son capaces de ver lo mejor y lo peor de s¨ª mismos, y si la muerte es una constante es porque han vivido mucho, pero no est¨¢n destuidos y eso es esperanzador".
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