?Es independentista?
Alguien del PP le dijo a Anasagasti, seg¨²n relataba ¨¦ste en su art¨ªculo semanal del domingo en Deia, que "nadie politizado cree que el PNV no es un partido independentista". La misma opini¨®n expresaba aqu¨ª el lunes V¨¢zquez Montalb¨¢n. ?Es eso tan evidente? En el PNV hay independentistas, pero definirle como tal supone prescindir de aquello que ha marcado m¨¢s decisivamente su pol¨ªtica desde hace 80 o 90 a?os.No hace ni diez el partido de Garaikoetxea fue desalojado del Gobierno vasco, por iniciativa del PNV, a cuenta de las mociones en favor de la autodeterminaci¨®n que esa formaci¨®n estaba votando, junto a HB, en los ayuntamientos. Por entonces, un miembro de la direcci¨®n del PNV y ex consejero de Cultura del Gobierno vasco, Luis Bandr¨¦s Unanue, se preguntaba en las p¨¢ginas de Deia (26-9-1991): "Cuando alguien reclama la independencia para Euskadi, ?qu¨¦ est¨¢ diciendo? ?Que pongamos nuestras aduanas? ?D¨®nde? ?En Hendaya, en Miranda? ?Que creemos nuestra propia moneda? ?C¨®mo? ?Y la econom¨ªa? ?Tenemos que crear nuestro propio ej¨¦rcito? Pero, si no es esto, ?qu¨¦ es la independencia?" A los partidarios de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n les interpelaba: "?D¨®nde hay que efectuar el recuento? ?En Iparralde [Pa¨ªs Vasco franc¨¦s]? ?Y en Navarra?".
Aunque sin romper formalmente con la ortodoxia sabiniana, la idea de independencia hab¨ªa comenzado a difuminarse en el PNV ya en la d¨¦cada de los 10. El argumento, desarrollado por sus principales ide¨®logos, Luis Eleizalde y Engracio de Aranzadi, disc¨ªpulos de Arana, era que la independencia no es un fin en s¨ª; que lo importante es la vasquizaci¨®n de la sociedad: la "recuperaci¨®n del alma nacional". El primero de esos autores sosten¨ªa ya en 1920 que la cuesti¨®n de la independencia es "perfecta y l¨ªcitamente opinable": El nacionalismo "no lleva consigo necesariamente el independentismo" (...); "equivale a afirmaci¨®n de la nacionalidad y adhesi¨®n afectiva y eficaz a ella, y nada m¨¢s". Ese planteamiento ha inspirado la pol¨ªtica autonomista desplegada hasta hace poco, aunque casi siempre con la oposici¨®n de un sector minoritario radical.
En la Declaraci¨®n de Principios aprobada en la Asamblea de Pamplona (1977), que ha seguido siendo el marco ideol¨®gico del PNV hasta ahora, se reitera la fidelidad a los principios fundacionales, pero a la hora de concretar el objetivo pol¨ªtico del partido se propugna la "creaci¨®n de una estructura pol¨ªtica formada por aquellas instituciones indispensables y convenientes para el mantenimiento y desarrollo de esa identidad". Es decir, las instituciones auton¨®micas, de autogobierno, necesarias para garantizar la supervivencia y desarrollo de la personalidad vasca.
La III Asamblea General, en enero pr¨®ximo, aspira a convalidar la ciaboga reciente, producida en el marco del acercamiento al nacionalismo violento para propiciar el alto el fuego, y cuyos efectos m¨¢s visibles han sido el abandono de la Internacional dem¨®crata-cristiana y el cuestionamiento de la soluci¨®n auton¨®mica. La ponencia pol¨ªtica no dice nada de lo primero, pese a ser una decisi¨®n que rompe una tradici¨®n de 50 a?os. Sobre lo segundo se percibe un esfuerzo por no asustar, pero se habla de "ciclo agotado" y se da por hecho que fue "un diagn¨®stico equivocado" pensar que el Estatuto de Gernika era capaz de "canalizar la resoluci¨®n del contencioso vasco". La responsabilidad de ello se atribuye ¨ªntegra a los "gobiernos del Estado". En consecuencia, se introducen los dos puntos de cuya aceptaci¨®n hace depender ETA el abandono de su guerra: el reconocimiento de la autodeterminaci¨®n, concepto que se reivindica como propio mediante citas ad hoc; y la llamada territorialidad, es decir, el paso a primer plano de la reivindicaci¨®n de un marco com¨²n para Vascongadas, Navarra e Iparralde.
En la l¨®gica de la ponencia hay varios puntos d¨¦biles: si el nacionalismo se plantea hoy la cuesti¨®n de Navarra no es por el fracaso de la autonom¨ªa vasca sino por su ¨¦xito; el mayor obst¨¢culo para una relaci¨®n m¨¢s intensa entre ambas comunidades ha sido la violencia; reconocer el pluralismo identitario de la poblaci¨®n (y su dimensi¨®n territorial) implica apostar por la v¨ªa autonomista, y ¨¦sta es contradictoria con la soberanista; un debate en igualdad de condiciones implica la disoluci¨®n de ETA; afirmar que tras la violencia subyace un conflicto pol¨ªtico no significa que sea obligatorio modificar, en nombre de la paz, el marco pol¨ªtico.
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