El placer de comprar
El n¨²mero uno del comercio electr¨®nico es la firma Amazon. En Espa?a lo conocen ya unos miles de personas pero en Estados Unidos m¨¢s de 100 millones de habitantes son capaces de identificar qu¨¦ significa la marca y a qu¨¦ se dedica. Se dedica primordialmente a la venta de libros pero tambi¨¦n ha extendido su negocio al comercio de CD, de juguetes o de aparatos electr¨®nicos, hasta reunir un surtido de m¨¢s de 16 millones de objetos.Las ventas de Amazon alcanzar¨¢n este a?o los 230.000 millones de pesetas y sus clientes, en todo el mundo, han crecido de dos millones a 11 millones en apenas dos a?os. Un negocio de esta magnitud, que no exist¨ªa hace apenas un lustro, lo puso en marcha uno de los nuevos j¨®venes y grandes empresarios norteamericanos, Jeff Bezos (35 a?os), multimillonario gracias a la inform¨¢tica, la electr¨®nica y la Red. Su compa?¨ªa se ha convertido en la primera vendedora de libros en Estados Unidos y con gastos comparativamente muy bajos en instalaciones y personal (3.000 empleados). La mayor cadena de librer¨ªas norteamericanas, Barnes&Noble, posee 235 establecimientos pero ni siquiera as¨ª logra superar las ventas de Amazon. En cuanto a la segunda supercadena de librer¨ªas, Borders, queda ya lejos. En t¨¦rminos de cotizaci¨®n, mientras Amazon recibe una valoraci¨®n de 22.000 millones de d¨®lares en el mercado, Borders est¨¢ en los mil millones, seg¨²n Time.
Con todo, los fen¨®menos de comercio electr¨®nico s¨®lo han comenzado a estallar tanto en n¨²mero como en modalidades. Amazon utiliza la vieja f¨®rmula del precio fijo pero las empresas e-Bay y Priceline, dos de sus nuevas competidoras, han introducido variedades soprendentes y s¨®lo posibles en Internet. La compa?¨ªa e-Bay, dirigida por Meg Whitman, una ejecutiva de 42 a?os, pone diariamente a la venta dos millones de objetos, desde antig¨¹edades a colecciones de cromos o sellos, cuyo precio se establece mediante subasta en la Red. Vendedor y comprador entran en contacto para suscitar un intercambio que recuerda el sentido de comunidad de las plazas, las lonjas, las salas de subastas y los rastros. Por lo que se ve, a la codicia por la mercanc¨ªa se a?ade una dosis de atracci¨®n tan patente que los frecuentadores de e-Bay (conocida por 63 millones de norteamericanos) suelen emplear unos 130 minutos al mes en sus operaciones, trece veces m¨¢s de lo que dedica el cliente de Amazon, dice Business Week.
Ciertamente es m¨¢s c¨®modo comprar en el mundo de Amazon pero resulta menos divertido. M¨¢s de tres millones de personas son clientes de e-Bay, cuya valoraci¨®n en el mercado es de 25.000 millones de d¨®lares. Sus ingresos se obtienen aqu¨ª de cobrar un 6% por las transacciones mientras los clientes se encargan de todo, incluidos los portes de las mercanc¨ªas que pronto ser¨¢n no s¨®lo objetos menudos sino tambi¨¦n muebles, autom¨®viles y casas. Por a?adidura, Meg Whitman no descarta combinar el sistema de subasta con otras f¨®rmulas conocidas o por inventar.
Una f¨®rmula reciente es, por ejemplo, la empleada por Jay Walker (43 a?os) en Priceline. En Priceline no hay ni precio fijo ni subastado; s¨®lo vale el precio que elige el cliente. El potencial comprador teclea el precio que estar¨ªa dispuesto a pagar por un determinado billete de avi¨®n o por una habitaci¨®n de hotel y, de inmediato, las compa?¨ªas asociadas responden con la conformidad. La condici¨®n para intervenir es que el solicitante tolere una holgura temporal para ajustar los vuelos o las dem¨¢s oportunidades. Priceline, valorada en 8.000 millones de d¨®lares a¨²n no ha repartido beneficios pero ya vende 40.000 billetes de avi¨®n a la semana y, en vista del ¨¦xito, est¨¢ preparando una ampliaci¨®n de su oferta a los embutidos, los detergentes o las comidas para gatos. En su plan se encuentra involucrar el mundo de los 18 millones de peque?os negocios norteamericanos id¨®neos para operaciones de este tipo. Un tipo m¨¢s de sorpresas econ¨®micas y sociales que aporta la comunicaci¨®n en Internet.
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