Turandot no quiere casarse
No es redonda esta Turandot, quiz¨¢ no pod¨ªa serlo de ning¨²n modo. Trabajar con tres repartos a la vez cuando los carpinteros a¨²n clavaban clavos y los yeseros daban los ¨²ltimos retoques debe de haber sido de infarto. Adem¨¢s, los sucesivos aplazamientos de la inauguraci¨®n han obligado a cancelar y rehacer contratos, cosa nada sencilla en un sector en que se programa a muchos a?os vista. Todo eso, en este caso, hay que tenerlo en cuenta, porque el Liceo, Dios mediante, nunca volver¨¢ a encontarse en una situaci¨®n como la de anoche.Que se trata de una producci¨®n trabajada hasta donde se ha podido es innegable. El director musical, Bertrand de Billy, supo llevar a la orquesta con serenidad, amarrando bien los peligrosos pasajes corales y dejando a los solistas que se explayaran c¨®modamente. Falt¨® matiz, pero eso en aquellas circunstancias era pedir lo imposible.
Turandot
De Giacomo Puccini. Int¨¦rpretes principales: Giovanna Casolla, Dalmau Gonz¨¢lez, Stefano Palatchi, Jan Blinkhof, Mar¨ªa Bayo, ?ngel ?dena, Antoni Comas, Josep Ruiz y Llu¨ªs Sintes. Coro y Orquesta del Liceo. Director musical: Bertrand de Billy. Nueva producci¨®n con direcci¨®n esc¨¦nica de N¨²ria Espert.
M¨¢s desigual el reparto de voces. La triunfadora, como cab¨ªa esperar, fue la Li¨´ de Mar¨ªa Bayo: transparente, cantada con gusto y autoridad. Giovanna Casolla en el terror¨ªfico papel de Turandot convenci¨® tambi¨¦n: posee una voz grande, de las que gustan en el Liceo. Menos acertada estuvo la parte masculina. A Jan Blinkhof se le ve¨ªa indeciso a la hora de precisar su Calaf, un tanto perdido entre el car¨¢cter her¨®ico y l¨ªrico del personaje. Tuvieron tambi¨¦n no pocas dificultades de concertaci¨®n, especialmente evidentes al principio del segundo acto, ?ngel ?dena, Antoni Comas y Josep Ruiz, que encarnaban a esos reductos de la commedia dell"arte infiltrados en el t¨ªtulo pucciniano que son Ping, Pnag y Pong. Stefano Palatchi hizo un seguro Timur y Llu¨ªs Sintes (Mandar¨ªn) y Dalamau Gonz¨¢lez (Emperador) completaron correctamente el reparto.
N¨²ria Espert, convertida ya en una veterana de la direcci¨®n de escena oper¨ªstica, firmaba la producci¨®n. Opt¨® por Hollywood, por la grandilocuencia a lo Cecil B. De Mille. Quiz¨¢ la chinoisserie del maestro de Lucca no facilite demasiado otras lecturas, pero Espert nos emocion¨® mucho m¨¢s con su Elektra de 1990. Por lo dem¨¢s faltar pulir la iluminaci¨®n.Y, ya puestos, aumentarla. Como mera an¨¦cdota cabe rese?ar el cambio del final decidido por la directora: pese al j¨²bilo del pueblo deseando larga vida a la joven pareja (que por cierto el subtitulado omiti¨®: qu¨¦ tonter¨ªa), ella hace que la princesa Turandot se suicide. Tal vez tenga raz¨®n Espert: una criatura como ¨¦sa pocas posibilidades de supervivencia tiene encasillada en un feliz matrimonio.
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