Verde y plata
Una mina abandonada y la dehesa m¨¢s bella jalonan esta traves¨ªa por la falda del cerro Cebollera Nueva.
La fiebre del oro y de la plata hab¨ªa afanado siempre a los hijos de Ad¨¢n, pero nunca hasta el extremo delirante de mediados del siglo pasado. Prefigurando la estampida de buscadores a la aur¨ªfera California, en Madrid, y s¨®lo entre 1841 y 1843, pasaron de 500 las solicitudes de registro o denuncio de minas metal¨ªferas: dos de oro, dos de esta?o, 40 de plata, 300 de plomo, 100 de cobre, unas 40 de hierro y otras tantas de pirita arsenical; minas que, a la postre, dejaron la sierra m¨¢s horadada que los odres de la venta de Maritornes.Cerca de Horcajuelo, en el estribo meridional del cerro Cebollera Nueva, la ardua roca fue cien veces agujereada tras detectarse supuestos indicios de plata roja: "Pero un ingeniero que se hall¨® all¨ª a pie fijo durante algunos meses", anotaba en 1864 don Casiano del Prado, "me dijo que no hab¨ªa visto ninguno". Todos los esfuerzos, aqu¨ª como en el resto de la regi¨®n, salieron vanos: "Apenas se hall¨® entre tantos filones metal¨ªferos uno solo verdaderamente beneficiable" y, seg¨²n el mentado ge¨®logo, que a la saz¨®n era inspector general de Minas, "estaban desiertos despu¨¦s de haberse consumido en ellos bastantes millones". La loter¨ªa de siempre.
Esfumado el sue?o de la plata, a Horcajuelo le qued¨®, y le sigue quedando, el oro oto?al de los robles y fresnos que orlan sus prader¨ªos. Ubicado en la confluencia u horcajo -de ah¨ª su nombre- de los arroyos Grande y de la Garita, Horcajuelo es un pueblecito ganadero de casas amorosamente construidas con piedra elemental y teja ¨¢rabe, que se api?an cual testudo bajo la mirada severa de los montes de la Somosierra, en medio de una paz y una soledad que de seguro no habr¨ªa si, en vez de vacas, abundaran los dinamiteros, las excavadoras Caterpillar y las balsas de residuos tipo Bolid¨¦n.
En busca de aquellas ajetreadas minas y de estos paisajes calmos, saldremos de Horcajuelo por el camino de tierra que deja a mano izquierda el campo de f¨²tbol, a la entrada misma del pueblo. A los diez minutos, rebasaremos un estanque, franquearemos una r¨²stica portilla de bances de madera y, tras tomar dos desv¨ªos consecutivos a la izquierda, enfilaremos a campo traviesa hacia los restos evidentes de las minas. All¨ª encontraremos escombreras salpicadas de cristales de cuarzo y otros minerales vistosos; varios pozos cegados por las zarzas y una larga galer¨ªa horizontal, excavada en la roca viva, que sin duda utilizan las vacas para guarecerse, pues est¨¢ alfombrada de recuerdos, y no precisamente de plata.
Ladera arriba, un tanto apartada a la derecha, queda la ruina de la casa que, al decir de los paisanos, us¨¢base como polvor¨ªn. Atrochando hacia ella por cantuesares, y despu¨¦s por la m¨¢xima pendiente hasta la cima del monte, gozaremos de espl¨¦ndidas vistas de la sierra de la Puebla (a naciente), del valle del Lozoya (a poniente) y de las cumbres de Somosierra (al septentri¨®n). La alambrada que delimita el t¨¦rmino municipal nos guiar¨¢ por la cresta hacia el norte hasta topar un amplio camino transversal, el cual seguiremos hacia la izquierda cruzando la cerca por una puerta met¨¢lica que dejaremos cerrada, como siempre, para evitar fugas de reses.
As¨ª emprenderemos un largo y suave descenso por la falda del cerro Cebollera Nueva, sin llegar a adentrarnos en su pinar de repoblaci¨®n, hasta que, cumplidas tres horas largas de marcha, rebasemos una l¨ªnea de alta tensi¨®n. Entonces veremos, arriba a mano derecha, la doble puerta -barrera verde levadiza y verja- de la dehesa de Somosierra, la masa forestal m¨¢s hermosa de Madrid, que por algo la llaman la Dehesa Bonita. Media hora m¨¢s nos llevar¨¢ subir por la pista de la dehesa, entre acebos, mostajos, abedules y robles monumentales, hasta la Fuentefr¨ªa. Y otra media, bajar por la margen derecha del arroyo de la Dehesa, que all¨ª mismo irrumpe, abri¨¦ndonos paso por una oscura selva de avellanos hasta salir a la antigua carretera N-I, a la vista ya del pueblo de Somosierra.
Todos los colores del oto?o
D¨®nde. Horcajuelo de la Sierra dista 89 kil¨®metros de la capital y su acceso m¨¢s r¨¢pido es por la autov¨ªa del Norte (N-I), tomando en el kil¨®metro 85 el desv¨ªo a Horcajo (M-141). Hay autobuses de Continental Auto (tel¨¦fono 91 3145755) hasta Buitrago del Lozoya, donde se conecta con un servicio especial a Horcajuelo (Consorcio de Transportes, tel¨¦fono 91 5801980). La misma empresa ofrece varios servicios diarios para regresar desde Somosierra a la capital.Cu¨¢ndo. Oto?o es la ¨¦poca perfecta para acometer esta traves¨ªa de 14 kil¨®metros -s¨®lo ida- y unas cuatro horas y media de duraci¨®n, pues entonces los robles se doran, los abedules de la dehesa amarillean, los avellanos se cuajan de frutos y los acebos, mostajos y serbales exhiben una espl¨¦ndida decoraci¨®n de bayas bermejas.
Qui¨¦n. El Ayuntamiento de Horcajuelo ofrece informaci¨®n en el tel¨¦fono: 91 8697369. Hay seis preciosos alojamientos rurales en Las Eras de Horcajuelo (tel¨¦fono 91 5398717). Y el restaurante El Pajar (tel¨¦fono 91 8697152) borda los platos de caza y carnes de la sierra.
Y qu¨¦ m¨¢s. Imprescindible, la hoja 19-18 (Pr¨¢dena) del Ej¨¦rcito o, mejor a¨²n, el mapa excursionista Sierra Norte, de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; tel¨¦fono 91 5343257).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.