El refugio del autor de "Cyrano"
. Para orgullo de Cambo-Les-Bains, y por extensi¨®n de todo el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, el escritor parisino Edmond Rostand sufri¨® una fuerte afecci¨®n respiratoria en 1900 que le oblig¨® a acudir hasta la localidad labortana para recibir los cuidados de sus aguas termales y su clima. El aplaudido autor del Cyrano de Bergerac se aloj¨® en una casa alquilada, Etchegorria, junto con su mujer, la poeta Rosemonde Gerard, y sus hijos Maurice, de ocho a?os, y Jean, de seis. Pero parece ser que Cambo hizo buenos efectos en el ¨¢nimo del escritor porque decidi¨® no s¨®lo volver a visitar este peque?o pueblo a orillas del Nive sino construir en ¨¦l una casa donde pasar¨ªa largas temporadas.
Y ah¨ª naci¨® Arnaga, una de las fincas m¨¢s espl¨¦ndidas y personales de todo el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, ideada expresamente por Edmond Rostand, quien dirigi¨® las obras de realizaci¨®n que dise?¨® el conocido arquitecto en la ¨¦poca Albert Tournaire. Esta doble autor¨ªa lleva, por otra parte, a que la finca de 17 hect¨¢reas, una peque?a meseta a las afueras de Cambo, provoque unas sensaciones a veces contradictorias. Al frondoso bosque de robles que recibe al visitante le sigue, como una aparici¨®n, un espl¨¦ndido jard¨ªn de influencia versallesca que choca m¨¢s que agradablemente con el paisaje rural de la zona, en cuyas casas se inspir¨® el escritor para la estructura exterior de su vivienda. En su interior, ¨¦sta adeuda todas las influencias modernistas que se quieran ver.
La letra cambiada
Estas imposturas literarias alcanzan hasta el nombre de la casa. Por debajo de la colina donde se edific¨®, corre un arroyo que se llama Arraga, pero para Rostand era demasiado ¨¢spero su sonido, as¨ª que opt¨® por cambiar una de las r por una n para que, al mismo tiempo que se inventaba una palabra, la finca en la que escribir¨ªa Chantecler tuviera un aire m¨¢s po¨¦tico. Esto confirma lo que escribir¨ªa su hijo Maurice en Confession d"un semi si¨¨cle: "Arnaga fue edificada e imaginada como una gran comedia heroica en cinco actos en verso, que durante cierto tiempo impidi¨® a Rostand trabajar en otra cosa. ?l mismo decidi¨® todo, organiz¨®, imagin¨®, precis¨® el lugar que deber¨ªa tener cada rosal y qu¨¦ lugar cada pintura".
Y as¨ª es. Cuando se accede a Arnaga lo primero que se ve, tras pasar por la casa de los guardianes, es un gallinero (por llamarlo de alg¨²n modo) que contiene, adem¨¢s de gallinas y gallos, faisanes y pavos reales. Sus generosas colas, con el fondo naranja de unas espl¨¦ndidas calabazas, son el mejor anticipo para lo que se muestra tras una p¨¦rgola m¨¢s elegante que la del bilba¨ªno parque de Do?a Casilda: los citados jardines versallescos, rigurosamente salpicados por estanques, setos, macizos de flores, parterres, paseos trazados con tiral¨ªneas en los que la luz de las tardes de oto?o invita a quedarse para siempre.
El primer estanque, el que descansa al pie de la p¨¦rgola, con una espl¨¦ndida fuente en abanico, est¨¢ rodeado por pir¨¢mides de tejos y flores anuales, que dan paso a una explanada adornada, c¨®mo no, con los bustos de William Shakespeare, V¨ªctor Hugo y Miguel de Cervantes. Tras pasar el canal, conocido como Espejo de agua (de 70 metros de longitud) y el Gran Estanque, con sus dos cisnes imprescindibles, se accede por fin a la casa que aloj¨® a los Rostand durante largas temporadas entre 1906 (cuando terminaron las obras iniciadas tres a?os antes) y 1918, a?o de la prematura muerte del escritor, a los 50 a?os.
Arnaga es desde fuera una cl¨¢sica construcci¨®n al estilo vasco con tejado a dos aguas, orientada al sur y, eso s¨ª, con cierto aire se?orial que le da sobre todo su extensa planta y su altura de planta baja, dos pisos y desv¨¢n. Un reloj de sol que mira a poniente con el lema "Je ne mesure que le beaux jours" (Yo no mido m¨¢s que los d¨ªas hermosos) es el primer adelanto literario de lo que se encuentra dentro de la casa y se puede visitar: una veintena de habitaciones repletas de fotograf¨ªas, manuscritos y dibujos, decoradas en sus paredes y techos con pinturas de Gast¨®n Latouche, George Delaw y Helene Defa, que llevan a que este interior contraste, sin llegar a la estridencia, con la citada fachada vasca.
Nada m¨¢s acceder (despu¨¦s de pagar la correspondiente entrada de 30 francos, 750 pesetas al cambio) se llega a la sala de juegos, decorada con alegres pinturas, un tanto naif, que reproducen canciones populares como aquella de "Malbrough s"en va t¨¦n guerre..." (Mambr¨² se fue a la guerra) cuyo ¨¦xito traspas¨® fronteras. La siguiente pieza, tras pasar por el vest¨ªbulo, es el gran hall, repleto de recuerdos literarios de Rostand (como el resto de la casa) y en donde el contempor¨¢neo encuentra la huella del escritor en estos ¨²ltimos tiempos: el C¨¦sar que la Academia Francesa otorg¨® a Gerard Depardieu en 1991 por su trabajo en la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Cyrano de Bergerac.
Estancias ¨ªntimas
Contin¨²a el recorrido por la casa, despu¨¦s de pasar por la biblioteca y el saloncito chino, con las dependencias m¨¢s ¨ªntimas, como el office o la sala de hidroterapia, el cuarto de dormir de Rostand, de los ni?os o de Rosemonde Gerard. Son salas que interesan m¨¢s al mit¨®mano que a quien es poco aficionado a las intimidades de los artistas, pero tambi¨¦n cuentan con peque?as sorpresas, como la greca que adorna la pared del office, la curiosa ducha de la sala de ba?os o el sugerente div¨¢n de la habitaci¨®n de la se?ora Rostand.
Tras este paseo sin duda evocador para los seguidores del autor del Cyrano, lo mejor es regresar otra vez a los jardines, pero en esta ocasi¨®n a los que se extienden al otro lado de la casa, que miran a la cumbre de Larrun, con una configuraci¨®n m¨¢s inglesa, que los acercan a la naturaleza propia de Laburdi, en cuyo coraz¨®n se asienta Arnaga.
El ¨¦xito de esta casa fue tal que llev¨® a que desde su construcci¨®n otros propietarios imitaran su fachada, como el vizca¨ªno colegio de Gaztelueta, sin ir m¨¢s lejos. Pero ninguno de estos herederos podr¨¢ alcanzar la placidez sofisticada que emana de Arnaga, creaci¨®n arquitect¨®nica y paisaj¨ªstica de un escritor que se enamor¨® de los valles del Pa¨ªs Vasco.
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