La familia en Catalu?a VICEN? NAVARRO
Una de las contradicciones m¨¢s acentuadas en la sociedad catalana es el contraste que existe entre el discurso oficial dominante, que define a la familia como el m¨®dulo central de la sociedad, y el escas¨ªsimo desarrollo de las pol¨ªticas p¨²blicas de apoyo a las familias. Tanto si analizamos las transferencias de fondos p¨²blicos a las familias (como subsidios o exenciones fiscales) como los servicios p¨²blicos de apoyo a la familia, tales como los centros de infancia o servicios domiciliarios de ayuda a los ancianos e incapacitados, Catalu?a se caracteriza por una gran escasez en el desarrollo de estas transferencias y servicios. Su gasto p¨²blico en servicios de apoyo a las familias (como porcentaje del PIB) es mucho menor que el promedio de la comunidad europea, e incluso menor que el promedio espa?ol. Una situaci¨®n semejante ocurre cuando analizamos la cobertura de ni?os, ancianos o incapacitados por tales servicios. El porcentaje de la poblaci¨®n infantil de 0 a 3 a?os en escuelas p¨²blicas infantiles en Catalu?a es menos de la mitad del promedio de la UE y seis veces menor que el promedio de los pa¨ªses n¨®rdicos de Europa de tradici¨®n socialdem¨®crata. Otro tanto ocurre con los servicios domiciliarios, que cubren s¨®lo el 1,5% de los ancianos en Catalu?a, porcentaje m¨¢s bajo que el promedio espa?ol (1,6%) y mucho m¨¢s bajo que el promedio de la UE (4,5%) y del norte de Europa (19,5%). En plazas de residencias para ancianos, el d¨¦ficit es incluso mayor: s¨®lo Galicia y Cantabria tienen un r¨¦cord peor.?Qui¨¦n cubre estas insuficiencias tan notables del Estado de bienestar catal¨¢n? La respuesta es clara: la familia cubre estos d¨¦ficit. Ahora bien, cuando decimos familia, queremos decir en realidad la mujer, que es la que tiene mayor responsabilidad dentro de la familia por el cuidado de los ni?os y de los ancianos. Adem¨¢s de estas responsabilidades, se a?ade la de cuidar a los hijos e hijas adultos en paro que contin¨²an en casa por faltarles trabajo y vivienda (el 84% de j¨®venes parados viven con sus padres en nuestro pa¨ªs, frente a s¨®lo el 5% en los pa¨ªses n¨®rdicos de Europa). Todas estas responsabilidades representan una enorme carga familiar y muy en particular una gran carga sobre la mujer. La mujer catalana, junto con la espa?ola, es la que trabaja m¨¢s horas a la semana en tareas familiares en la UE: 45,8 horas, comparado, por ejemplo, con 24 horas en Dinamarca. Esta situaci¨®n de escaso apoyo de las pol¨ªticas p¨²blicas a la familia tiene un coste elevad¨ªsimo, tanto para las mujeres adultas como para la sociedad. Las mujeres de entre 30 y 50 a?os de edad son las personas que tienen mayores enfermedades por estr¨¦s en la sociedad catalana. Toda mujer que lea estas l¨ªneas sabe muy bien de qu¨¦ estoy hablando. Detr¨¢s de estas cifras hay gran sacrificio, desaz¨®n y agobio, s¨ªntomas de una gran sobrecarga familiar.
Otra consecuencia de esta falta de apoyo a la familia y a la mujer es el retraso en el proceso de formaci¨®n familiar, puesto que la juventud encuentra serias dificultades en encontrar trabajo y vivienda, dos condiciones para comenzar un hogar. Este retraso explica la baja fertilidad de Catalu?a, una de las m¨¢s bajas hoy en el mundo. A no ser que aumenten los servicios p¨²blicos de apoyo a las familias, disminuya el paro femenino y mejore la situaci¨®n de las viviendas para los j¨®venes, Catalu?a continuar¨¢ con una muy baja tasa de fertilidad.
La ausencia de aquellas estructuras p¨²blicas de apoyo a la familia tiene tambi¨¦n un costo econ¨®mico enorme: explica la tan baja participaci¨®n de la mujer en la fuerza del trabajo, la causa mayor de la baja tasa de actividad laboral en nuestro pa¨ªs. S¨®lo el 38% de las mujeres adultas est¨¢n integradas en la fuerza del trabajo, cuando la media en la UE es del 56%. La gran sobrecarga de responsabilidades familiares de la mujer no facilita su integraci¨®n en la fuerza del trabajo. No es por casualidad que los pa¨ªses de la UE en los que hay mayor participaci¨®n de la mujer en la fuerza laboral (74%) sean los n¨®rdicos, en los que existe un mayor desarrollo de tales servicios de apoyo a la familia. Esta integraci¨®n de la mujer al mercado de trabajo es, a su vez, facilitada por la gran extensi¨®n de estos servicios del Estado de bienestar, que crean empleo no s¨®lo por su propia expansi¨®n, sino tambi¨¦n porque la integraci¨®n de la mujer en el mercado de trabajo crea una demanda de servicios (tales como limpieza, tintorer¨ªa, restaurantes) que antes se realizaban en la familia. As¨ª, tal integraci¨®n crea una demanda para nuevos puestos de trabajo. De ah¨ª que la resoluci¨®n de los problemas de las familias tambi¨¦n contribuya a resolver los problemas del paro. Si Catalu?a tuviera el porcentaje de la poblaci¨®n adulta trabajando en los servicios de ayuda a la familia, as¨ª como en sanidad y educaci¨®n, que tienen los pa¨ªses n¨®rdicos, nuestro pa¨ªs tendr¨ªa pleno empleo.
La soluci¨®n a la sobrecarga de las familias catalanas no puede limitarse a dar ventajas fiscales a las que tienen ni?os o cuidan incapacitados o ancianos como est¨¢ proponiendo la Generalidad; tiene que incluir la provisi¨®n de servicios de ayuda a las familias, tanto centros de infancia para ni?os de 0 a 3 a?os como servicios domiciliarios de atenci¨®n a los ancianos e incapacitados, estableciendo el acceso de todas las familias a tales servicios como un derecho de ciudadan¨ªa, tales como hoy son el acceso a la sanidad y a la educaci¨®n. La opci¨®n pol¨ªtica gobernante en la Generalidad ha sido reacia a aceptar este principio de universalizaci¨®n de tales derechos debido, en parte, a su visi¨®n conservadora, que ve a la familia y a la sociedad civil como las responsables de resolver tal problema social (sobrecargando como consecuencia a la familia y a la mujer). Y en parte, tambi¨¦n, a una supuesta carencia de fondos, argumento que entra en contradicci¨®n con su pol¨ªtica de apoyo a la reforma fiscal regresiva que permiti¨® a las 125.000 personas m¨¢s ricas de Espa?a dejar de pagar 100.000 millones de pesetas con los cuales podr¨ªa haberse ofrecido, por ejemplo, atenci¨®n domiciliaria a todos los ancianos e incapacitados que lo necesitaran en Espa?a (incluyendo Catalu?a), proveyendo adem¨¢s 120.000 nuevos puestos de trabajo. Las familias catalanas se merecen mejores pol¨ªticas p¨²blicas.
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