Ocasi¨®n para la India
Las elecciones indias, un ejercicio desarrollado durante cinco fines de semana, no han transformado sustancialmente el paisaje pol¨ªtico de la mayor y m¨¢s difusa democracia formal del planeta. Pero podr¨ªan abrir un periodo de estabilidad que el pa¨ªs necesita desesperadamente para combatir sus lacerantes carencias. El vencedor partido gobernante, los nacionalistas hind¨²es del Bharatiya Janata, ha conseguido parecidos esca?os que en los comicios precedentes; sin embargo, los buenos resultados de sus variopintos socios de coalici¨®n le permitir¨¢n una mayor¨ªa holgada en los 543 esca?os del Parlamento de Delhi. El Partido del Congreso, la oposici¨®n dirigida por Sonia Gandhi, deber¨¢ tras su derrota humillante, cambiar muchas cosas si quiere recuperar su hist¨®rico papel de referencia.Los avatares de la India invitan a la cautela. Sus 650 millones de votantes han sido llamados a las urnas seis veces en cuatro a?os. La complejidad y diversidad del pa¨ªs hacen imposible la traslaci¨®n a ese universo en ebullici¨®n de los mecanismos aritm¨¦ticos o sociol¨®gicos que rigen los comicios en las democracias consolidadas. M¨¢s que bajo un punto de vista nacional, el electorado indio ha juzgado a los partidos por lo conseguido en cada uno de los Estados de este federalismo h¨ªbrido.
Por primera vez en casi tres d¨¦cadas ha sido reelegido un primer ministro. El jefe del Bharatiya Janata, Atal Behari Vajpayee, de 73 a?os, es el rostro moderado de los hinduistas. Ha renovado su mandato en torno a un programa asimilable al centro-derecha, despu¨¦s de transformar en organizaci¨®n de masas a un partido visto hasta hace poco como una formaci¨®n religiosa marginal y agresiva. La satisfacci¨®n de los medios financieros expresa un voto de confianza en quien tiene como reto fundamental paliar la pobreza de cientos de millones de personas. La India, para la que se vaticina el a?o entrante el mayor crecimiento de Asia, en torno al 7%, necesita imperiosamente diezmar su burocracia y liberalizar su econom¨ªa. En el plano exterior, debe zanjar su pleito hist¨®rico con Pakist¨¢n a prop¨®sito de Cachemira.
La dependencia del primer ministro de m¨¢s de veinte socios pol¨ªticos, muchos de ellos regionales, con ambiciones propias, convierte el cargo en un ejercicio de funambulismo. Es toda una inc¨®gnita saber si el futuro Gobierno, basado en una coalici¨®n heterog¨¦nea y centr¨ªfuga, puede durar. Y si dura, habr¨¢ que ver todav¨ªa si Vajpayee ser¨¢ capaz de aplicar la imprescindible cirug¨ªa reformista con una coalici¨®n tan variopinta.
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