Gloria nacional
Termina esta obra y a todo foro aparece una composici¨®n fotogr¨¢fica de Antonio Buero Vallejo en su juventud, como si sostuviera un libro con el t¨ªtulo de esta funci¨®n, y el r¨®tulo de la conmemoraci¨®n: hace cincuenta a?os que estren¨® en este mismo escenario su primera obra de teatro, Historia de una escalera.Algo recuerdo de aquello, y veo entre el p¨²blico algunas personas que estuvieron en el estreno. Tuvo problemas con su premio Lope de Vega por aquella ¨¦poca: abierta la plica, investigado su nombre, se encontr¨® que era un militante comunista, un hombre de la guerra civil que hab¨ªa estado muchos a?os en la c¨¢rcel y ocho meses condenado a muerte.
Un miembro del jurado, Alfredo Marquer¨ªe, me cont¨® entonces, a medida que suced¨ªan las dudas, los miedos, los odios, las presiones de otros autores, su decisi¨®n de estrenarla: conviene insistir en que la guerra civil hab¨ªa terminado diez a?os antes. Buero Vallejo viene a decir que no ha terminado, que quedan rescoldos.
Misi¨®n al pueblo desierto
Relato esc¨¦nico de Antonio Buero Vallejo. Int¨¦rpretes: Arturo L¨®pez, Fito L¨®pez, Ana Mar¨ªa Vidal, Joaqu¨ªn Molina, Manuel Gallardo, Paula Sebasti¨¢n, Juan Carlos Nava, Pepe Sanz, David Zarzo, Sergio Fern¨¢ndez, Manuel Galiana. Escenograf¨ªa: Francisco Sanz. Dise?o de proyecciones: Carlos Abad. Iluminaci¨®n: Rafael Tar¨ªn. Arreglos musicales: Volker Kilber. Direcci¨®n: Gustavo P¨¦rez Puig y Mara Recatero. Teatro Espa?ol.
La Escalera se estren¨®, y describ¨ªa la miseria larga de la posguerra, la falsedad de las ilusiones, la condena al pueblo a la miseria y a la opresi¨®n. Cincuenta a?os despu¨¦s, aparece Buero en el escenario, apoyado en dos actores y un bast¨®n, con la voz rota y la oraci¨®n entrecortada, para reflejar su sensaci¨®n ante los aplausos: todav¨ªa, piensa y dice, no ha terminado.
El p¨²blico le ovaciona puesto en pie: reconozco algunas entre esas personas que estaban en el lado de los vencedores de Buero y que, sin duda, estar¨ªan hoy entre los adversarios de los rojos, entre sus jueces.
El Espa?ol es hoy un teatro af¨ªn al PP, por su propietario, el alcalde Manzano, que no tiene el menor inconveniente en atribuirse en primera persona el protagonismo del homenaje: "Tengo la satisfacci¨®n", dice en el programa, "como aficionado al teatro y como alcalde de Madrid, de rendir desde el mismo escenario el mejor homenaje que se puede rendir a un autor". O sea, el estreno de su ¨²ltima -por ahora- obra de teatro.
En realidad, todo esto es en s¨ª el espect¨¢culo, la tesis, la obra; los verdaderos actores, los agonistas, los vencedores, los vencidos. El rojo es una gloria nacional; pero los azules han ganado.
Enfrentamiento
Queda raro, en esa circunstancia, en ese jubileo, que un cr¨ªtico, que ya lo era entonces, se pusiera a desmenuzar o a desmontar la obra que se estrenaba, que hab¨ªa quedado finalmente como un pretexto para el homenaje. Su punto central es un enfrentamiento tr¨¢gico entre dos republicanos, o entre dos revolucionarios: el que repudia la violencia, el que quiere reformar la revoluci¨®n, un artista, y el duro soldado que justifica la sangre porque los asaltantes, los ilegales, los enemigos, fueron los que se alzaron y porque sus cr¨ªmenes son a¨²n peores.El autor de teatro no olvida el viejo oficio y recalca el enfrentamiento, que pod¨ªa ser dial¨¦ctico, y tratar, o plantear, un tema antiguo y siempre valioso, con otras diferencias que distinguen al bueno y al malo: el revolucionario duro est¨¢ siempre con la pistola en la mano y el fusil colgado, desconf¨ªa de todo, pone su misi¨®n de guerra -el fant¨¢stico rescate de un cuadro de El Greco en un pueblo de tierra de nadie- por encima de todos los respetos humanos, e incluso con desd¨¦n por el contenido de esa misi¨®n.
El cuadro: el bueno querr¨ªa salvarlo a toda costa aunque cayese en manos del enemigo, por su valor intr¨ªnseco; el malo prefiere ponerlo en riesgo de destrucci¨®n para que no sea capturado. La mujer: prefiere al moderado, se enamora de ¨¦l, le elige. El malo, en fin, mata al bueno: desarmado, de espaldas.
No cabe duda de con qui¨¦n se identifica -ahora- el autor, y qu¨¦ le premia el p¨²blico evolucionado. La actualidad de la discusi¨®n: lo que se cuenta es el relato que dej¨® escrito la mujer de la aventura, que se lee en p¨²blico en una sociedad; y uno de los vocales de la sociedad, caracterizado de posfranquista, reniega de la veracidad del cuento, rechaza la historia de guerra; y otro la defiende. Es, tambi¨¦n, el autor.
Todo esto sucede en unos decorados sugestivos, en una direcci¨®n de escena salvadora, con unos actores que dan cuerpo a la dial¨¦ctica. Entre m¨²sicas de la guerra: himnos pol¨ªticos, canciones de soldados. Pero dulcificados tambi¨¦n por el arreglo musical. No s¨¦ qu¨¦ destino tendr¨¢ esta obra en los pr¨®ximos d¨ªas, ni qu¨¦ p¨²blico, y si podr¨ªa o no ser discutida una vez m¨¢s la tesis de las revoluciones posibles o la rep¨²blica aza?ista.
Lo importante es Buero Vallejo, gloria nacional, en pie a¨²n, defendiendo su vigencia, superviviente de los enemigos que hace sesenta a?os decidieron matarle y hoy le han aceptado como Gloria Nacional.
Babelia
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