Acerca de los archivos
Llevo tres a?os trabajando en la elaboraci¨®n de mi primer libro acerca de temas relacionados con Madrid. Como es de suponer, he tenido la necesidad de frecuentar un buen n¨²mero de bibliotecas, archivos, centros de documentaci¨®n, etc¨¦tera, de diverso car¨¢cter, lo que me ha servido para obtener una serie de conclusiones acerca del funcionamiento de este sector de la cultura en Madrid que me gustar¨ªa compartir con sus lectores.No se trata de una cuesti¨®n de electoralista o de una venganza personal. Puedo considerarme un privilegiado por el excelente trato que he recibido por parte de la inmensa mayor¨ªa de los funcionarios, empleados e incluso de algunos responsables, pero no es suficiente. De haber existido otras condiciones de trabajo, hace mucho tiempo que habr¨ªa terminado, con el consiguiente ahorro de tiempo y de dinero. Es de la impotencia de donde verdaderamente nace esta carta.
No s¨¦ por d¨®nde empezar. Aunque, quiz¨¢s, la cosa resulte mucho m¨¢s simple de lo que parece, ya que todo se reduce a una cuesti¨®n de dinero. Esta ausencia de medios se traduce, principalmente, en una reducci¨®n generalizada de los horarios de atenci¨®n al p¨²blico por la falta de plantilla. Por ejemplo, para consultar el Archivo General de la Administraci¨®n hay que ir a Alcal¨¢ de Henares. El problema radica en que tan s¨®lo abren por las ma?anas. Yo voy desde Madrid, pero ?y el que venga de Algeciras? Menci¨®n especial merece el servicio de reprograf¨ªa, que deber¨ªa ser gratuito si tenemos en cuenta que tarda en realizar los encargos un par de meses.
En el Archivo de la Villa de Madrid, dependiente del Ayuntamiento, el asunto de los horarios es sangrante. No s¨®lo se permiten tener un horario exiguo, casi para ociosos (de 10.00 a 14.30), sino que rizan el rizo durante los tres meses de verano (esto es generalizado), reduci¨¦ndolo, sin l¨®gica aparente, una horita. La situaci¨®n es casi calcada en la aleda?a Biblioteca Hist¨®rica Municipal. En estas condiciones, ?qui¨¦n es el guapo que investiga? Lo m¨¢s lamentable es que le escribes a G¨®mez-Angulo pidi¨¦ndole una ampliaci¨®n de horarios y te viene a decir que no hay demanda, como si la cultura en vez de ser un derecho al alcance de todos los ciudadanos fuera una pizza.
Otro problema generalizado son los fondos. ?Nunca hay dinero para tenerlos todos catalogados! Algunos est¨¢n un d¨ªa y al mes, ya no est¨¢n. En realidad, si tiras de la lengua a cualquier archivero, en un alarde de indignaci¨®n, te dir¨¢ que no sabe ni lo que tienen o que los legajos est¨¢n pudri¨¦ndose en cualquier s¨®tano, o te dejan caer que han ido a parar a la basura. El acceso a muchos de ellos se convierte en ocasiones en la b¨²squeda de la piedra filosofal.
El Museo de la Ciudad es el no va m¨¢s. La circunstancia de que no tenga un director podemos considerarla como anecd¨®tica, si tenemos en cuenta que son las empleadas de la tienda de souvenirs las que realizan las funciones de recepcionistas, informadoras, gu¨ªas... y, por supuesto, responsables. La biblioteca, especializada en temas de Madrid, cierra todos los a?os un mes entero porque la ¨²nica bibliotecaria se va, con todo el derecho del mundo, de vacaciones, y claro, no hay presupuestado poner otra.
Pero no hace falta llegar tan alto. He podido constatar que a la entrada de la mayor¨ªa de las bibliotecas p¨²blicas de la Comunidad se forman casi todos los d¨ªas interminables filas de estudiantes mucho antes de su apertura. Los m¨¢s madrugadores habr¨¢n tenido suerte y podr¨¢n estudiar, el resto tendr¨¢ que volverse para casa o esperar en la puerta a que alguno le ceda su plaza. ?Esto tampoco es demanda?
No es que uno pretenda que se destinen fondos de Sanidad o de otros departamentos m¨¢s prioritarios que Cultura. Lo que uno, como un ciudadano m¨¢s, exige es que se distribuya con criterio de servicio p¨²blico, no valorando siempre la rentabilidad econ¨®mica. Adem¨¢s, mientras que uno no tenga acceso a la cultura a estos niveles en condiciones ¨®ptimas, me parece una desverg¨¹enza que se derrochen miles de millones en rehacer teatros reales, en fomentar t¨®mbolas televisivas o en invertir en comprar multimillonarios cuadros para los museos nacionales. Con mucho menos se hace otra biblioteca en mi barrio.- .
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