?Qu¨¦ procesi¨®n de fantasmas!
Laurel y Hardy van al cieloDe Paul Auster, en versi¨®n de J.V. Mart¨ªnez Luciano, por la Compa?¨ªa Repertorio Contempor¨¢neo. Int¨¦rpretes: Xavi Rico, Pepe Miravete. Contrabajo, Jordi Vila. Iluminaci¨®n, Nazario Gonz¨¢lez. Escenograf¨ªa, Pedro Ferrer. Direcci¨®n, Jos¨¦ Mar¨ªn. Sala Morat¨ªn. Valencia, 6 de octubre.
Creo yo que el mejor montaje de Uevo-Ubu Blau, y tal vez de toda la historia del teatro independiente valenciano, fue Jacques Moran, adaptaci¨®n del Molloy, de Samuel Beckett, creado por Jos¨¦ Mar¨ªn. Y lo digo porque este Laurel y Hardy van al cielo, que ha dirigido Jos¨¦ Mar¨ªn por encargo, tiene m¨¢s de un punto de contacto con el trabajo actoral de aquel espect¨¢culo y porque en m¨¢s de un pasaje contiene momentos de tan gran teatro como los ten¨ªa el Moran. Y todo eso, conviene precisarlo, contando para el trabajo poco m¨¢s que con lo puesto y renunciando -o tal vez parodiando a conciencia- los grandes gestos de que se supone est¨¢ hecho el teatro.Dos actores interpretan a unos Stan Laurel y Oliver Hardy de ocasi¨®n que en vano vacilan a la hora de ejecutar una tarea que de todos modos habr¨¢n de hacer. Se pueden a?adir a esto las resonancias que se quieran, a sabiendas de que el montaje renuncia de buen grado a gran n¨²mero de ellas sin refugiarse en un minimalismo que el director sabe imposible desde el momento en que un actor inicia un gesto en escena para ser visto por los espectadores.
Humor inteligente
El desd¨¦n por el sentido -como en Beckett, pero tambi¨¦n como en Kafka, unidos para siempre por su modern¨ªsima renuncia a la confortable ret¨®rica de la desesperaci¨®n- se solapa con la atribuci¨®n de un car¨¢cter casi sagrado a las palabras, que aqu¨ª ser¨¢n casi siempre masticadas y precedidas o seguidas de un gesto que casi siempre las desmiente o las relativiza.
Estamos en el terreno del humor inteligente, ese de los payasos que fascinaba tanto a Beckett como a Fellini no porque enumeren no se sabe qu¨¦ verdades con una sonrisa en los labios sino porque la gracia est¨¢ en saber que no hay ninguna verdad que llevarse a la boca.
De modo que hay que agradecer a la Compa?¨ªa de Repertorio Contempor¨¢neo, que ya ha producido otros montajes arriesgados, este inusual trabajo que nada quiere saber de las modas imperantes en los espect¨¢culos de peque?o formato para dos actores (que acostumbran a oscilar entre las ampulosidades impostadas del supuesto veneno del teatro y las moralinas costumbristas de Dario Fo), y que prefiere centrarse en un delicado trabajo de actores donde el gesto est¨¢ serializado para escapar de la solemnidad y donde la comprensi¨®n de los personajes tiene bastante que ver con la s¨ªntesis precipitada a la que muchas veces se somete el tebeo.
Si adem¨¢s Xavi Rico y Pepe Miravete est¨¢n magn¨ªficos muchas veces, al ritmo del contrabajista Jordi Vila a un lado de la escena, el resultado -a¨²n con altibajos- es un montaje absolutamente moderno.
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