En tiempo l¨ªmite

Las campa?as electorales tienen un tiempo y un ritmo. Como en el salto de longitud, el ¨¦xito est¨¢ en llegar al momento decisivo con la m¨¢xima potencia: es tan peligroso pisar la plastilina por ir demasiado acelerado como no coger tabla por haber calculado mal y saltar con el lastre de unos cent¨ªmetros de m¨¢s. Pujol enfila la ¨²ltima semana con el riesgo de llegar demasiado acelerado, Maragall corre el peligro de no llegar a tiempo. A Pujol le puede sobrar una semana, a Maragall puede que le falte tiempo.De poco le sirvi¨® a Pujol el curso acelerado de rumba que se dio en el coche entre Manlleu y Barcelona para llegar a la fiesta mitin de Nou Barris con alg¨²n criterio formado sobre Los Chunguitos. Desde primeros de septiembre la campa?a de Pujol ha ido a todo ritmo y con la coalici¨®n en perfecto estado de revista: todos a una. Pero a esta velocidad se gasta mucha gasolina, y el pasado fin de semana ya estaba todo dicho, ya no quedaba nada m¨¢s por prometer. Pero Pujol quiso hacer el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa: ir a predicar en territorio infiel. Con la m¨²sica como camuflaje se mont¨® un mitin fiesta en Nou Barris. La gente acudi¨® en masa: 15.000 personas, dicen. Pero acudi¨® a escuchar a Los Chunguitos. Pujol, entre silbidos, tuvo que hacer mutis y dar todo el protagonismo a la m¨²sica. Estas cosas ocurren cuando se va tan acelerado que no se eval¨²an los principios. Querer atraparlo todo tiene estos riesgos. En Converg¨¨ncia i Uni¨® intentan minimizar los silbidos detr¨¢s del n¨²mero de asistentes. ?Cu¨¢l es el valor real de cada cosa?

Pero Pujol sigue cruzando la semana de los peligros, con viento en popa y a toda vela. No basta con el chasco de Nou Barris. Va a Lleida y saca a relucir el caso Banca Catalana: una espina clavada, todos tenemos derecho al resentimiento. M¨¢s todav¨ªa: ¨¦l mismo evoca su punto m¨¢s d¨¦bil, los 19 a?os de mandato, aunque lo hace para decir que en el PSOE hay alguien que lleva m¨¢s de 20 a?os mandando.

Este alguien llega ma?ana. Es Felipe Gonz¨¢lez, por supuesto. ?l tiene que sacar de la modorra al electorado abstencionista del cintur¨®n barcelon¨¦s que se resiste a los encantos de Maragall. De este sector del electorado depende que haya o no vuelco.

A Maragall le incomoda tener que pedir ayudas, y m¨¢s que ¨¦stas vengan de fuera de Catalu?a. Tal como hab¨ªa concebido su proyecto, hubiera preferido no pasar por este trance. Pero la realidad siempre acaba imponi¨¦ndose a las fantas¨ªas de cada uno. El tiempo se acaba y cunde la impresi¨®n de que la movilizaci¨®n del cintur¨®n barcelon¨¦s va con retraso. Hay que dar el ¨²ltimo empuj¨®n.

Maragall tendr¨¢ oportunidad de ensayar junto a Felipe Gonz¨¢lez la nueva forma de relaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a que ¨¦l pregona. Contra el mercadeo, lealtad y confianza. La confianza bien entendida empieza por los propios correligionarios.