Una selva de inc¨®gnitas
Desconocen en qu¨¦ pa¨ªs les han tenido secuestrados. Aquella tupida selva pod¨ªa estar en Ecuador, en Colombia, incluso en Brasil. Afirman tambi¨¦n ignorar qui¨¦nes eran aquella veintena larga de hombres que les manten¨ªa enca?onados mientras caminaban horas y horas haci¨¦ndose camino a duras penas entre la vegetaci¨®n. Qui¨¦n sabe y a qui¨¦n le importa. Desde luego, no a los hermanos Mimenza, Mar¨ªa Jes¨²s (29 a?os) y Ander (26) , ni a Jes¨²s Mar¨ªa Magunagoioetxea (30), marido y cu?ado, respectivamente. Lo ¨²nico que les importa ahora es que lo que iba a ser una visita tur¨ªstica a un parque natural ecuatoriano, y de pronto y por "mala suerte" se convirti¨® en un secuestro, se ha acabado."Ellos en ningun momento nos dijeron qui¨¦nes eran, tampoco nos importaba. Realmente, fuesen quienes fuesen, est¨¢bamos all¨ª, privados de libertad ". Ni Mar¨ªa Jes¨²s ni Ander entraron en demasiados detalles, como tampoco lo hicieron sus captores: "No nos dieron ninguna explicaci¨®n de nada".
Los hermanos Mimenza ofrecieron ayer una conferencia de prensa en Bilbao. Presentaban un aspecto muy aceptable, con algunos kilos menos. Aparecieron bastante serios. S¨®lo mostraron sonrisas al hablarse al o¨ªdo. El tercer protagonista vasco de la "incre¨ªble" experiencia no estuvo presente, porque "est¨¢ pochito", explic¨® su esposa.
Otra inc¨®gnita es por qu¨¦ los secuestradores dejaron ir a los ecuatorianos que iban con ellos si ya ten¨ªan en su poder a ocho trabajadores de una petrolera -siete canadienses y un estadounidense que siguen cautivos-, que eran, seg¨²n los Mimenza, el objetivo de su captura. "No conozco el motivo y bueno... sea cu¨¢l sea el motivo de un secuestro, no me merece la pena mencionar un motivo", fue todo lo que precis¨® Mar¨ªa Jes¨²s.
Ella, su marido y una compa?era cooperante de Ander, Sabine, recuperaron el viernes pasado la libertad que unos desconocidos les arrebataron el 11 de septiembre. Ander tuvo m¨¢s suerte. Lo dejaron ir el 23 de septiembre para que informara a las familias de que el resto estaba bien.
Ander record¨® -"no es un secreto para nadie"- que los testigos ecuatorianos dijeron que les pareci¨® percibir en los guerrilleros acento colombiano. Lo peculiar es que las FARC, de Colombia, que ten¨ªan muchos boletos para ser las responsables de la acci¨®n se apresuraron a negar la autor¨ªa. Nadie la ha reivindicado.
Los guerrilleros, a los que en un principio confundieron con militares ecuatorianos, eran "parcos en palabras". Los hermanos evitaron responder si iban encapuchados. "Les ve¨ªa, pero no les ve¨ªa, ellos no se dejaban reconocer", acert¨® a decir ella. "Eran bastantes, nunca ve¨ªamos a todos". Mar¨ªa Jes¨²s insisti¨®: "Ellos ten¨ªan muy en cuenta su seguridad, eran muy cuidadosos en todo lo que hac¨ªan". De hecho, aunque no vieron una sola poblaci¨®n ni a nadie, la norma era susurrar. Entre la docena de cautivos y con sus captores. "Despu¨¦s de un mes hablar as¨ª se nos hace raro", explic¨® Mar¨ªa Jes¨²s.
Afirm¨® que, "como all¨ª no hay vallas fronterizas", no sabe en qu¨¦ pa¨ªs estuvieron. Tampoco precisaron la distancia entre los puntos donde les apresaron y donde fueron liberados.
Caminar, comer de lo que hubiera y dormir d¨®nde y c¨®mo se pudiera era la rutina. Con los cambios -la liberaci¨®n de Ander o la separaci¨®n de los anglosajones- se reforzaba su esperanza, que de todos modos nunca perdieron.
"Lo positivo [del secuestro] es que ves lo fuerte que puedes llegar a ser en determinados momentos". No hac¨ªa falta que la menuda Mar¨ªa Jesus lo jurara. Su, en apariencia, fr¨¢gil constituci¨®n debi¨® de sufrir lo indecible. Relat¨® que cuando desfallec¨ªa le daban "un bote de leche condensada". Era la manera de que cargara pilas para seguir caminando, lo ¨²nico que parec¨ªa preocupar a los guerrilleros.
Lo que les preocupa ahora a ellos tres es que liberen a las ocho personas con las que compartieron el principio de la odisea y para quienes hicieron de traductores, y retomar la vida cotidiana. Eso en el caso de Ander significa regresar a Ecuador a proseguir con el trabajo de cooperante que empez¨® hace ocho meses. "All¨ª est¨¢ mi casa", pero "todav¨ªa no s¨¦ cu¨¢ndo volver¨¦". Lo que s¨ª saben su hermana y su cu?ado -ella lo explic¨®- es que se dan por satisfechos con el viaje de novios. No habr¨¢ otro. Aunque al final se torciera en la selva de alg¨²n lugar de Suram¨¦rica.
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