Caos reglamentista

Nada m¨¢s salir al ruedo el quinto y al rematar en un burladero, se rompi¨® el cuerno derecho por la misma cepa. El presidente, escud¨¢ndose en lo que dice el reglamento de que no se devolver¨¢ una res lesionada durante la lidia (la lidia, pr¨¢cticamente, no hab¨ªa empezado), lo mantuvo en el ruedo, dando paso a un penoso simulacro, con un animal que, por lo apuntado, pod¨ªa haber sido el de mejor juego del encierro de El Ventorrillo.Eugenio de Mora, l¨®gicamente, abrevi¨® y lo despach¨®, no tan l¨®gicamente, de una estocada baja. Pero ese exceso de reglamentismo hizo aguas cuando, a continuaci¨®n, se anunci¨® por megafon¨ªa, en un aut¨¦ntico caos reglamentista, que la empresa regalaba el sobrero, lo cual no est¨¢ autorizado por el tan tra¨ªdo y llevado reglamento, aunque la decisi¨®n, en aquel momento, contase con la aprobaci¨®n del p¨²blico.

El sobrero, de Te¨®filo Segura, fue un aut¨¦ntico mulo, que huy¨® continuamente de los enga?os que ¨²nicamente permiti¨® ver a un Eugenio de Mora voluntarioso y esforzado, que pas¨® sus fatigas a la hora de finiquitar al regalo, que en realidad fue un aut¨¦ntico regalito.

Entregado

En su primero, un noble y manejable ejemplar, De Mora vibr¨® especialmente en unos valerosos inicios de faena, con las dos rodillas en tierra. Luego, casi siempre en los medios, estuvo entregado y asentado, m¨¢s que inspirado, finalizando con una estocada arriba.Juan Mora pech¨® en primer lugar con el peor ejemplar del encierro titular, que, aunque aplaudido en el arrastre, manse¨®, fue incierto, cabece¨®, era distra¨ªdo y hasta dio alg¨²n que otro ga?af¨®n, trag¨¢ndose no m¨¢s de dos muletazos seguidos. Mora estuvo valeroso y le plant¨® cara, pero ya mostr¨® esa dualidad de planteamientos que tambi¨¦n se observ¨® en su m¨¢s lucida faena al cuarto. En este primero se le fue la mano con la espada, que cay¨® muy baja.

El muleteo al cuarto tuvo luminosos destellos, casi siempre en los medios y toreando con lentitud y ligaz¨®n, mucho mejor cuando embarc¨® la embestida que cuando hizo el poste, aunque ello gustase al respetable. Pinchazo, estocada desprendida y petici¨®n no mayoritaria de oreja, que la presidencia no concedi¨®, lo que pareci¨® sentar muy mal al diestro placentino, que no disimul¨® su enfado.

Lo mejor que hizo Miguel Abell¨¢n fue un quite por chicuelinas en un astado que no era el suyo, el segundo. Su primero, tardo y sin humillar, recibi¨® muchos pases, pero no pas¨® nada. El sexto punte¨® algo en los enga?os, pero, en su distancia, era toreable. Abell¨¢n lo recibi¨®, a los compases de la jota, con dos largas cambiadas en el tercio, pero despu¨¦s, aun cuando estuviese aseado y desahogado, tambi¨¦n se mostr¨® bastante desangelado y no centrado con un ejemplar al que, con m¨¢s ambici¨®n y entrega, pod¨ªa haber sacado m¨¢s partido.

Lo mejor de su actuaci¨®n en este astado que, en principio, deb¨ªa cerrar la corrida, fue una excelente estocada, entrando con limpieza y vaciando bien la embestida. Total, que esta vez, la primera en la feria, el term¨®metro orejil se qued¨® en cero.

Carteles toristas

Ahora, despu¨¦s del intermedio de este jueves, posterior a los carteles con las llamadas figuras, la feria pilarista deriva hacia los carteles denominados toristas, con la lidia de sendos encierros pertenecientes a Celestino Cuadri (hoy viernes), Cebada Gago (ganader¨ªa que recibi¨® el premio al toro m¨¢s bravo de la feria de 1998, el s¨¢bado) y el cierre, el domingo, con los tan codiciados productos de Victorino Mart¨ªn. Con la excepci¨®n del cartel del domingo (Mora, l Caballero y Liria), las otras ternas no son de gran relumbr¨®n: con los Cuadri har¨¢n el paseo Vicente Bejarano, Eduardo D¨¢vila Miura y el reciente alternativado Jes¨²s Mill¨¢n, mientras que los de Cebada Gago tendr¨¢n enfrente al reciente triunfador de Madrid, Luis Francisco Espl¨¢, junto a Manolo S¨¢nchez y el aragon¨¦s El Molinero, que sustituye al previamente anunciado Juan Jos¨¦ Padilla.