El rugido del le¨®n
Comprendo, porque comparto, el esc¨¢ndalo provocado por lo que la prensa ha dado en llamar, no sin cierto cachondeo, el "pacto de Le¨®n". En un pa¨ªs democr¨¢tico, y se supone que ¨¦ste lo es, el Gobierno ha de gobernar de acuerdo a unos presupuestos (pol¨ªticos y econ¨®micos) y con criterios igualitarios y no, como aqu¨ª sucede, en funci¨®n de las presiones y los chantajes de otros partidos.Me sorprende, sin embargo, que algo tan habitual en Espa?a desde hace a?os, especialmente desde que los socialistas perdieron la mayor¨ªa absoluta, s¨®lo se denuncie ahora, cuando la que presiona es una provincia de las consideradas sin importancia, y no, como era habitual, las regiones m¨¢s poderosas o con mayor capacidad de influencia en el conjunto de la naci¨®n. ?O qu¨¦ han venido haciendo los catalanes, o los vascos, o los mismos andaluces, tanto con los socialistas como con los populares, en estos ¨²ltimos a?os sin que nadie se rasgue las vestiduras?
En cualquier caso, conviene ir a las ra¨ªces del problema para no quedarse en la simple an¨¦cdota ni caer en los an¨¢lisis superficiales a los que tan aficionados son algunos tertulianos y columnistas de prensa. El rugido del le¨®n (de Le¨®n, en este caso, aunque tambi¨¦n podr¨ªa haberlo sido de muchas otras provincias) debe servir para escandalizarse -y para exigirle al Gobierno, a todos los gobiernos, una m¨ªnima ¨¦tica pol¨ªtica-, pero tambi¨¦n, y a la vez, para considerar los motivos que el le¨®n puede tener para levantarse de patas despu¨¦s de tantos a?os convertido en un gatito. Porque a lo mejor el le¨®n tiene razones sobradas, si no en la forma en el fondo, para pegar el rugido que ha dado y que tanto ha escandalizado a nuestros pol¨ªticos.
Cualquiera que analice el contenido del "pacto de Le¨®n" observar¨¢, por ejemplo, que lo que en ¨¦l la UPL (la Uni¨®n del Pueblo Leon¨¦s) exige para Le¨®n no es ni siquiera la cuarta parte de lo que otras provincias tienen desde hace a?os sin haber necesitado para ello amenazar con movilizaciones o mociones de censura. La autov¨ªa, por ejemplo, que la mayor¨ªa de las ciudades espa?olas tienen ya desde hace tiempo, sobre todo las m¨¢s ricas, es una oferta incumplida desde hace a?os y ello a pesar de que el tramo pendiente (desde Benavente, en Zamora, a apenas 65 kil¨®metros) es completamente llano y muy sencillo de realizar.
Y lo mismo sucede con la de Astorga, que unir¨ªa Le¨®n con El Bierzo y con Galicia y que, aparte de haber sido aplazada muchas veces, tantas como gobiernos se han sucedido en Madr¨ªd, se pretend¨ªa hacer de peaje de no haber sido por este pacto. Algo que, como todo el mundo sabe, no ha ocurrido en ning¨²n sitio.
La lista de deficiencias que en el pacto de Le¨®n se reconocen, puesto que como tales se relacionan, deber¨ªa avergonzar, m¨¢s que escandalizar, a nuestros pol¨ªticos. Como es larga, dar¨¦ s¨®lo dos ejemplos. El primero, el aeropuerto, que, a cuatro meses de inaugurarse (con financiaci¨®n local en su mayor parte, por cierto), sigue sin balizaci¨®n y sin sistemas de aproximaci¨®n, lo que obliga a desviar cuando hay nubes los aviones a otros sitios (quiero decir el avi¨®n, porque hay s¨®lo un vuelo al d¨ªa).
El segundo, los canales del pantano de Ria?o, que, diez a?os despu¨¦s de cerrada la presa, con el sacrificio humano que comport¨®, contin¨²an a¨²n sin construirse. En cualquier caso, y para no aburrir a los tertulianos, a los que tanta informaci¨®n quiz¨¢ nuble la opini¨®n, quiz¨¢ baste con que sepan que Le¨®n, tras el desmantelamiento de sus dos sectores b¨¢sicos: la miner¨ªa y la agricultura (desmantelamiento que no ha ido acompa?ado, a pesar de las m¨²ltiples promesas, de ninguna alternativa), ostenta actualmente el triste r¨¦cord de ser la provincia espa?ola con mayor p¨¦rdida de poblaci¨®n (10.000 habitantes s¨®lo en los dos ¨²ltimos a?os) y la ¨²ltima en creaci¨®n de empleo. Dos datos que bastar¨ªan por ellos solos para dar una regi¨®n por liquidada y que eran impensables hace s¨®lo veinte a?os, cuando Le¨®n ocupaba la mitad de la tabla, m¨¢s o menos, en todos los baremos econ¨®micos y demogr¨¢ficos del pa¨ªs.
Con todo, y con ser tan grave la discriminaci¨®n econ¨®mica que Le¨®n ha sufrido en estos ¨²ltimos a?os -aunque no sea exclusiva suya-, no es ¨¦sta el origen verdadero del problema. El origen verdadero del problema, del que nadie quiere hablar, es la discriminaci¨®n pol¨ªtica que Le¨®n viene sufriendo tambi¨¦n desde hace a?os y que se ha mantenido hasta el d¨ªa de hoy a pesar de los deseos y de las quejas de los leoneses.
Como el asunto es antiguo, quiz¨¢ convenga explicarlo. Cuando se cre¨® el Estado auton¨®mico, todas las regiones hist¨®ricas de Espa?a (las que entonces se estudiaban y ven¨ªan en los libros) se convirtieron en autonom¨ªas, salvo una. Esa una era Le¨®n, que fue unida a Castilla por decisi¨®n directa de Mart¨ªn Villa, a la saz¨®n ministro de la UCD, con el consentimiento del PSOE y el PCE, entonces los partidos dominantes, sin que los leoneses fueran siquiera consultados al respecto. ?stos nunca aceptaron la situaci¨®n (ah¨ª est¨¢n las encuestas para demostrarlo), pero apecharon con ella a falta de poder para oponerse.
Ha sido con los a?os, cuando el declive econ¨®mico y social de la provincia, unido al centralismo cada vez mayor de Valladolid -la capital de la autonom¨ªa- y a la insolidaridad creciente del resto de las regiones, cuando ese sentimiento de discriminaci¨®n pol¨ªtica ha dado paso a un regionalismo que, siguiendo el ejemplo de otros cercanos, y con el nombre de Uni¨®n del Pueblo Leon¨¦s, amenaza ya con convertirse, ante el asombro de los partidos tradicionales, en la primera fuerza de la provincia.
?sa, y no otra, es la causa del rugido con el que Le¨®n ha irrumpido de repente en la escena pol¨ªtica espa?ola, ahora que ya tiene fuerzas para poder hacerlo, y ¨¦sa ser¨¢ la causa de que Le¨®n siga siendo un problema para Castilla y Le¨®n y para los propios partidos tradicionales mientras ¨¦stos se obstinen en ignorarla. Pero, por la que he visto estos d¨ªas, nadie parece entenderlo. Al contrario, los pol¨ªticos del PSOE y el PP, los responsables de esa situaci¨®n, se extra?an de que Le¨®n los salga ahora con exigencias cuando durante tantos a?os ni siquiera se han acordado de que exist¨ªa.
La cosa se entiende a¨²n menos cuando todos sabemos que el PSOE y el PP son tambi¨¦n los responsables, los dos en igual medida, de que la caja de Pandora del Estado se haya abierto, en pro de sus intereses, a las presiones y los chantajes de los distintos nacionalismos.
A m¨ª, la verdad, en este tema, tanto el PSOE como el PP me recuerdan a aquel cura que, contagiado de una enfermedad ven¨¦rea, mostraba su extra?eza ante el doctor, a la vez que se esforzaba en entender d¨®nde hab¨ªa podido contraerla: quiz¨¢ visitando a un enfermo, quiz¨¢ en el confesionario, tal vez en los servicios de alg¨²n bar... En cualquiera de los sitios que usted dice, le dijo el m¨¦dico, ir¨®nico, pero jodiendo.
Pues eso.
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