El parque de los remangados

El circuito de la hero¨ªna en San Blas (118.181 habitantes) tiene una longitud de apenas 200 metros. Arranca en el parque Para¨ªso, tambi¨¦n conocido como parque de los remangados por la cantidad de drogadictos que se suben la camisa para pincharse. Adem¨¢s es un punto peligroso. Hace tres semanas, un toxic¨®mano zanj¨® una ri?a con otro de un disparo; un tiro en un brazo con una escopeta recortada, seg¨²n narran otros drogadictos del barrio. "Le hizo un agujero hasta el hueso y en el hospital le tuvieron que amputar tres dedos", explica una ex toxic¨®mana en tratamiento de metadona.La l¨ªnea del caballo (hero¨ªna) de San Blas tiene su ¨²ltima parada en el colegio p¨²blico Pablo Casals, un centro abandonado que se ha convertido en otro picadero de hero¨ªna del barrio. En un rec¨®ndito t¨²nel del colegio fue hallado muerto Santi, un toxic¨®mano que se dedicaba a vender tranquis (f¨¢rmacos tranquilizantes) a otros yonquis, seg¨²n explicaron varios toxic¨®manos del barrio.

El futuro del inmueble es incierto, aunque ya hay un proyecto para recuperarlo. Se trata de la construcci¨®n de un centro educativo para ni?os autistas, que ocupar¨¢ una parte del solar: 3.000 metros cuadrados, de los 20.000 que ocupa la finca.

Mientras, la situaci¨®n en el barrio se hace cada vez m¨¢s tensa. Los vecinos se quejan de robos de d¨ªa y de noche. La verja del colegio es una parada del metab¨²s, el veh¨ªculo de la Comunidad que recorre Madrid para proporcionar metadona a los toxic¨®manos en rehabilitaci¨®n. Los ni?os del barrio presencian escenas extra?as. Una ni?a de ocho a?os explica que en la parcela del colegio vio a un toxic¨®mano que "se volvi¨® loco y empez¨® a cazar moscas en el aire", seg¨²n explic¨®. Eran los fantasmas del drogadicto.

Refugio de toxic¨®manos

El ¨²nico pabell¨®n que queda en pie del colegio no pudo ser derribado hace tres a?os, junto con el resto de las instalaciones del centro educativo, porque est¨¢ inmerso en un litigio judicial que mantienen el conserje y el Consistorio, y que a¨²n no se ha resuelto. Donde antes se impart¨ªan clases, ahora hay un refugio de toxic¨®manos.

El suelo tiene una capa de basura. Los toxic¨®manos tropiezan con ella al andar. Ah¨ª, el martes pasado, cuatro drogadictos se daban un fest¨ªn de hero¨ªna y coca¨ªna. Jos¨¦, de 30 a?os, aspiraba el humo de un chino (un trozo de papel de aluminio de unos diez cent¨ªmetros de largo por cuatro de ancho que sirve para fumar hero¨ªna). Lleva siete a?os a lomos del caballo. Ha tratado de dejar su adicci¨®n varias veces. Sin ¨¦xito. "Siempre he reca¨ªdo. He aguantado meses sin ponerme, pero estoy enganchado y vuelvo", afirma.

A pesar de su adicci¨®n, trabaja como segundo oficial en una empresa de construcci¨®n. "Rehabilitamos las fachadas en mal estado de los viejos edificios", comenta. El martes no trabaj¨®. Era d¨ªa 5, d¨ªa de cobro. Pero antes de pasarse por la empresa para recoger el tal¨®n ya lo estaba celebrando.

El circuito de la hero¨ªna de San Blas se lo conoce bien La Tere, que lo recorre varias veces al d¨ªa al volante de su Renault 9. La Tere es la camella (traficante) del barrio, seg¨²n explican algunos toxic¨®manos. Conduce hasta el poblado de Las Barranquillas, uno de los tres grandes hipermercados de la droga en Madrid, para comprar la mercanc¨ªa. All¨ª venden la droga en dosis que llaman micras. Una micra de hero¨ªna cuesta en el poblado 500 pesetas. Una de coca¨ªna, 700. La Tere, una vez abastecida, regresa a San Blas para vender a los yonquis del barrio. La Tere vende m¨¢s caro. A 1.000 pesetas la dosis, sea de lo que sea.

Pu?o cerrado

Dos toxic¨®manos, uno rubio y otro moreno, se adentraron en las ruinas del colegio para drogarse. Tra¨ªan el pu?o cerrado, lo apretaban con fuerza. El rubio se sent¨® sobre un pal¨¦. Abri¨® la mano y ense?¨® varias piedras de coca¨ªna. "?Tienes plata [papel de aluminio] limpia, t¨ªo? ?Tienes plata?", le pregunt¨® a Jos¨¦. "No, no me queda m¨¢s", le contest¨® Jos¨¦, aguantando el humo en los pulmones de la ¨²ltima calada de hero¨ªna.

El toxic¨®mano moreno tambi¨¦n tra¨ªa coca¨ªna en la mano. Con su amigo ech¨® mano de una botella de amoniaco que hab¨ªa de pie en el suelo. Utilizaron el producto qu¨ªmico para convertir las piedras de coca¨ªna en una pasta blanca. La botella es de uso com¨²n: todos los yonquis que van a drogarse al colegio abandonado la usan para la reacci¨®n qu¨ªmica con la droga.

El moreno busc¨® un trozo de plata relativamente limpio entre los incontables pedazos que hab¨ªa tirados por el suelo, ya usados. Con ¨¦l se fabric¨® una pipa para fumar la coca¨ªna. Cogi¨® del suelo una botella de agua vac¨ªa, le hizo un agujero con un cigarrillo encendido y tap¨® la boca de la botella con un trozo de plata.

En ese momento entr¨® un toxic¨®mano alto y delgado en la nave. Vest¨ªa un pantal¨®n de ch¨¢ndal negro y llevaba la manga izquierda de su jersey remangada. Del antebrazo le colgaba una jeringuilla fina. "Pero ?c¨®mo vienes as¨ª?", le preguntaron el resto de los toxic¨®manos. "?No ves que nos est¨¢s poniendo los dientes largos?", le dijeron los dos drogadictos, enfrascados en la pipa, ambos en tratamiento de metadona para dejar la hero¨ªna. El yonqui reci¨¦n llegado habl¨® con dificultad. Balbuceaba. Por el brazo le corr¨ªa un hilo de sangre que goteaba al suelo. Se quit¨® la jeringuilla del brazo. El moreno se la pidi¨® para hacer unos agujeros en la embocadura de la pipa que improvis¨® para que el aire se filtre. El yonqui le advirti¨®: "Pero, ?t¨ªo, que tengo anticuerpos [del sida]!". El gitano pregunt¨® a los otros yonquis: "?S¨®lo por hacer unos agujeros en la plata con el pico puedo contagiarme?". Los otros le dijeron que no y el debate se zanj¨® con una calada de coca¨ªna que dej¨® la botella llena de un humo gris¨¢ceo.

Jos¨¦ consumi¨® toda la hero¨ªna de su chino y se march¨® a cobrar. El resto se qued¨® en la nave. Llegaron m¨¢s toxic¨®manos. Todos sonre¨ªan. Ten¨ªan droga. La l¨ªnea de la hero¨ªna no tiene fin para ellos.