Espera en Pakist¨¢n
EL GENERAL Pervez Musharraf, autoproclamado due?o de los destinos de Pakist¨¢n, sigue manteniendo silencio sobre sus planes para el dislocado pa¨ªs isl¨¢mico. El Ej¨¦rcito paquistan¨ª, probablemente la ¨²nica instituci¨®n con cierta estabilidad en la turbulenta naci¨®n asi¨¢tica -pobre, superpoblada, dividida ¨¦tnicamente y por el conflicto entre secularismo y religi¨®n-, ha suspendido la Constituci¨®n y el Parlamento y decretado, bajo el nombre de estado de urgencia, una ley marcial atenuada. Aparte de prometer que extirpar¨¢n una atrincherada corrupci¨®n, las Fuerzas Armadas dilatan el anuncio de sus intenciones concretas.Los militares, ¨¢rbitros de los acontecimientos en el medio siglo de vida del pa¨ªs, han derrocado sin sangre y con la complacencia ciudadana un Gobierno impopular. Se nota en las calles y lo corroboran encuestas seg¨²n las cuales hasta el 75% de los consultados est¨¢ a favor de la destituci¨®n de Nawaz Sharif, acusado de corrupci¨®n y abuso de poder. Medidas como la congelaci¨®n de bienes de los pol¨ªticos prominentes han sido bien recibidas por una poblaci¨®n harta de los dos partidos que han gobernado en la ¨²ltima d¨¦cada. La realidad es que ni Sharif ni Benazir Bhutto, cada uno con dos oportunidades como primer ministro, han mejorado sustancialmente la vida de sus conciudadanos. M¨¢s bien han degradado la te¨®rica democracia paquistan¨ª e hipotecado su desarrollo. El pa¨ªs surasi¨¢tico sufre una pobreza rampante, est¨¢ endeudado hasta el tu¨¦tano y en sus ciudades predomina la ley del m¨¢s fuerte. Este estado de cosas se ha reflejado en una alarmante apat¨ªa electoral.
La moment¨¢nea luna de miel entre los generales y los ciudadanos explica la t¨ªmida reacci¨®n de condena internacional ante el golpe. Washington, para el que Pakist¨¢n es un aliado geoestrat¨¦gico clave, se ha limitado a advertir sobre la necesidad de volver r¨¢pidamente a la representatividad. La Uni¨®n Europea dio ayer un mes a Islamabad para que presente un calendario democr¨¢tico antes de iniciar represalias econ¨®micas. Pakist¨¢n necesita renegociar 3.000 millones de d¨®lares de deudas con Gobiernos occidentales y espera ansiosamente otros 280 millones del Fondo Monetario.
Musharraf -con fama de occidentalizado y alejado de fundamentalismos- est¨¢ buscando un marco que legitime el golpe castrense. Ha conseguido que el ceremonial presidente del pa¨ªs, Rafiq Tarar, siga en su puesto y que le apoyen relevantes jueces del Supremo. Aparentemente los militares consultan a intelectuales, pol¨ªticos y economistas sobre las posibilidades de un Gobierno interino. Pero el tiempo vuela y la historia muestra hasta la saciedad que aun los m¨¢s modestos soldados suelen sentirse tentados por el trono. Urge, pues, que el general que se ha arrogado todo el poder deje claro que intenta devolver a Pakist¨¢n al camino de las urnas. Y que asegure a la comunidad internacional que su Ej¨¦rcito, el de un pa¨ªs con capacidad nuclear, no emprender¨¢ una nueva aventura en Cachemira como la que este verano estuvo a punto de desatar la cuarta guerra con la India, el otro poder at¨®mico del subcontinente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.