Odiosas comparaciones

Tras el nacimiento del segundo nieto del Rey, preguntaban, en una emisora de radio, a un directivo de la empresa en la que trabaja la infanta Cristina, que si har¨ªan alg¨²n regalo por el feliz nacimiento, a lo que el buen se?or contestaba afirmativamente: que habr¨ªa un regalo como se merec¨ªa y que, por supuesto, el sueldo de la infanta se ver¨ªa incrementado, dec¨ªa ¨¦l, como ocurre en todas las empresas.Los simples mortales, a veces, tenemos la fea costumbre de comparar situaciones, ?qu¨¦ ordinariez!, y heme aqu¨ª de inmediato pensaba yo en otro feliz nacimiento, el de mi hija Carmen hace cinco meses, y de c¨®mo hab¨ªa sido la reacci¨®n de la empresa en la que trabaja mi mujer. En este caso, el regalo ha venido a modo de un mes de excedencia, a la que se ha visto obligada como consecuencia de que, en el momento en que termin¨® su permiso por maternidad, intent¨® ajustar el horario de trabajo a las necesidades de la ni?a, cosa que le fue imposible, entre otras cuestiones por el nulo apoyo que le ofrecieron desde la empresa. De ese modo, con ese mes, ha llevado a cabo una progresiva adaptaci¨®n de la ni?a a las tomas de pecho combinadas con papillas, de las que se encarga un servidor. Y por si era poco tan gratificante regalo, cuando definitivamente comien-

za a trabajar, a los cuatro d¨ªas le comunican que al d¨ªa siguiente no ha de ir (cosas de fijos discontinuos). En definitiva, un mes sin cobrar y un toque de atenci¨®n por sus veleidades maternales. En fin, lo dicho, como en todas las empresas.- . .