Una nueva Entesa JORDI S?NCHEZ
Las elecciones del pasado domingo son la antesala de un nuevo escenario pol¨ªtico en Catalu?a. El resultado de anteayer fue pol¨ªticamente correcto para todos. A pesar que la mayor¨ªa opt¨® por el cambio y por una nueva etapa de gobierno catalanista de progreso (1.256.823 electores), los partidarios del continuismo (1.172.324) fueron los suficientes para permitir a Jordi Pujol finalizar su carrera pol¨ªtica sin sobresaltos irreversibles. Pujol -y su entorno m¨¢s inmediato- deben darse cuenta de que sobre su mesa de despacho tienen el aviso m¨¢s importante que un pol¨ªtico puede recibir. Con este resultado, que no hace m¨¢s que confirmar una evoluci¨®n descendente de CiU en todas las elecciones celebradas desde 1995, Pujol puede sentirse agradecido con los ciudadanos y deber¨ªa prever que probablemente ¨¦sta sea la ¨²ltima vez que esta confianza le ha sido depositada por los electores. Pujol tendr¨¢ probablemente la oportunidad de ser elegido por sexta vez President gracias a un sistema electoral que le ha otorgado un diputado m¨¢s con 84.500 votos de menos. Si bien es verdad que eso no le quita ni un ¨¢pice de legitimidad, tambi¨¦n deber¨ªa reconocer (como m¨ªnimo en su interior) que el riesgo ha sido excesivo. Tan excesivo, que es previsible que con estos resultados su sustituci¨®n anunciada al frente de CiU sea mucho m¨¢s complicada que si ¨¦sta se hubiera producido con los resultados obtenidos en 1995. Esta legislatura les puede producir a Pujol y a su entorno un exceso de trabajo que les impida concentrarse en la coalici¨®n y el futuro de la misma. De entrada el resultado del domingo, si algo pone en entredicho, es que Xavier Trias, art¨ªfice de la gobernabilidad en la pasada legislatura, pueda coger el puente a¨¦reo e instalarse en el Palace cuatro de los cinco d¨ªas de la semana. Madrid queda muy lejos si en Catalu?a se requiere una presencia continuada para evitar sorpresas desagradables al Govern. No hay duda de que a pesar de que Maragall tiene muy dif¨ªcil ser el President en esta sexta legislatura (a pesar de ser la opci¨®n m¨¢s votada), quien lo va a tener mucho m¨¢s dif¨ªcil en el d¨ªa a d¨ªa ser¨¢ Pujol. Los resultados de estas elecciones han puesto en evidencia ante la opini¨®n p¨²blica que el cambio era posible. Creo que con sinceridad hoy nadie puede dudar que el cambio en Catalu?a era posible y que hoy ser¨ªa una realidad pol¨ªtica si las fuerzas mayoritarias del centro-izquierda y la izquierda catalanista se hubieran puesto de acuerdo. S¨®lo en la circunscripci¨®n de Girona, donde ya en 1995 el PSC obtuvo un resultado excelente de la mano de Joaquim Nadal, la coalici¨®n entre Partit dels Socialistes, Ciutadans pel Canvi e Iniciativa-Verds no ha dado un crecimiento superior a la suma por separado de las partes. Aquellos que negaban que en pol¨ªtica dos m¨¢s dos pueden sumar seis, hoy tendr¨¢n que aceptar su error, su ignorancia o su mala fe. En las elecciones municipales ¨²ltimas esta tendencia tambi¨¦n fue evidente en los pocos -poqu¨ªsimos- municipios donde las experiencias de coaliciones catalanistas de progreso se pusieron en pr¨¢ctica. Y qu¨¦ hay que decir de la experiencia, ya m¨ªtica, de la Entesa dels Catalans, al inicio del periodo democr¨¢tico, a finales de los setenta. La derecha -y el centro derecha-, como no se ha cansado de repetir Rib¨®, es mucho m¨¢s pragm¨¢tica que la izquierda y sabe aunar esfuerzos. Hay quien ya apuesta desde las filas de la coalici¨®n que la ¨²nica salida esperanzada que a Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya y Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya les queda despu¨¦s de la retirada de Jordi Pujol es precisamente la fusi¨®n de los dos partidos en uno solo. Ciertamente es un rumor o poco m¨¢s que un rumor, pero como me parece un escenario inteligente (y la derecha y el centro derecha suelen ser inteligentes en estas cuestiones), me merece credibilidad.
A la espera de lo que Esquerra Republicana de Catalunya decida y aceptando que sus resultados son francamente buenos, creo que la apuesta por una convergencia del catalanismo de progreso debe avanzar. Y lo debe hacer en funci¨®n de la nueva etapa que se est¨¢ dibujando y del calendario electoral que estamos a punto de concluir con las elecciones legislativas espa?olas en la pr¨®xima primavera. De entrada es imprescindible que Maragall impulse con m¨¢s energ¨ªa ese redise?o del Partit dels Socialistes de Catalunya y convierta en realidad esa apertura tan necesaria de los partidos hacia la sociedad con nuevas formas de hacer y decir en la pol¨ªtica. No s¨¦ a ciencia cierta si el horizonte que el catalanismo de izquierda necesita es una formaci¨®n de nuevo cu?o, donde puedan convivir diferentes sensibilidades que representen la pluralidad de la izquierda y donde el ecologismo, la radicalidad democr¨¢tica y la lucha contra las desigualdades se haga compatible con la defensa de un mayor autogobierno y un reconocimiento sin embudos por parte del Estado y de Europa de nuestra realidad como naci¨®n. Pero en cualquier caso me parece innegable que todos estos elementos, y probablemente algunos otros como la defensa de la realidad multicultural a la cual avanzamos r¨¢pidamente, deben incorporarse en el bagaje ideol¨®gico-program¨¢tico de la izquierda catalana del siglo XXI. En segundo, y ¨²ltimo lugar, es necesario que las fuerzas parlamentarias que se muestren favorables a la nueva etapa coordinen sus actuaciones, a pesar de mantener su propia identidad. Es cierto que Iniciativa per Catalunya-Verds es con seguridad quien, de las formaciones de la izquierda, m¨¢s mal parada ha salido de este proceso. Pero tambi¨¦n es quien m¨¢s agresiones ha sufrido (no s¨®lo desde el anguitismo y el ecologismo redentista que una vez m¨¢s, los dos, s¨®lo han contribuido para dispersar el voto de progreso en Catalu?a) y probablemente quien m¨¢s ha apostado por ese espacio com¨²n. A¨²n recuerdo cuando en el mes de mayo de 1996, cuando IC acababa de obtener sus mejores resultados en muchos a?os (entre 300.000 y 400.000 electores seg¨²n la convocatoria), Rafael Rib¨® fue quien junto a Raimon Obiols, abri¨® la apuesta por la creaci¨®n de un espacio com¨²n. Nadie con un m¨ªnimo de dignidad puede hoy acusar a Rib¨® y a IC de defender un espaci¨® com¨²n s¨®lo como instrumento de supervivencia. En su mejor momento electoral y sin necesidad aparente, IC opt¨® por la defensa de esta estrategia. Esa decisi¨®n y no otra fue la clave de la ruptura con Anguita y posteriormente la escisi¨®n de los anguitistas. En ese sentido IC-V ha sido quien m¨¢s caro ha pagado el intento de construcci¨®n de un espacio com¨²n. No por ello se puede deducir que la estrategia fuera err¨®nea. Es posible que algunas decisiones concretas fueran un desacierto. Sin duda lo han sido para los intereses particulares de IC-V, pero no creo que se pueda afirmar lo mismo para los intereses de la izquierda catalanista. Hoy, m¨¢s que nunca, es necesario que las fuerzas catalanistas aprendan a sumar y a complementarse. Por eso su actuaci¨®n en el Parlament y especialmente las pr¨®ximas elecciones legislativas espa?olas pueden ser una gran oportunidad para impulsar una nueva Entesa que haga germinar un nuevo grupo parlamentario catal¨¢n en Madrid.
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