Jos¨¦ Hierro logra despu¨¦s de 46 a?os su segundo Premio Nacional de Poes¨ªa

"Con tanto premio me van a coger man¨ªa". Jos¨¦ Hierro (Madrid, 1922) logr¨® ayer el Premio Nacional de Poes¨ªa por los 32 poemas de su Cuaderno de Nueva York (Hiperi¨®n). Un premio que ya hab¨ªa logrado en 1953 por Antolog¨ªa po¨¦tica. "La vez anterior, con las 25.000 pesetas del premio pagu¨¦ la entrada de mi primera casa de Madrid", dice Hierro, antes de a?adir: "No soy indiferente a los premios, siguen siendo una alegr¨ªa para m¨ª, aunque ahora vivo enganchado a un botell¨®n de ox¨ªgeno y ni siquiera s¨¦ cu¨¢nto dinero es este premio. A lo mejor lo sabe usted".

Dotado con 2,5 millones de pesetas, el Premio Nacional de Poes¨ªa destaca el mejor libro publicado el a?o anterior. A diferencia del de la Cr¨ªtica, el Nacional puede, aunque no sea frecuente, destacar a un mismo autor varias veces. "Yo lo recib¨ª hace millones de a?os, as¨ª que no s¨¦ si ¨¦sta es la primera o la segunda vez que me dan este premio".El director general del Libro, Fernando de Lanzas, llam¨® ayer por la ma?ana a la casa madrile?a de Jos¨¦ Hierro. All¨ª, el poeta recibi¨® la noticia de que su Cuarderno de Nueva York era el poemario elegido por un jurado compuesto por el propio Lanzas, ?ngel Gonz¨¢lez, Luz Pozo Garza, Juan San Mart¨ªn, Guillermo Carnero, Antonio Colinas, Miguel Garc¨ªa Posada, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, Francisco Brines, Jos¨¦ Mar¨ªa Barrero y Jos¨¦ Antonio Mu?oz Rojas. Finalistas quedaron Las cr¨®nicas de Rose?ont, de Fernando Qui?ones, y Todos nosotros, de Benjam¨ªn Prado.

El poeta hab¨ªa llegado a Madrid la noche anterior desde Hondarribia, donde particip¨® en el Premio Ir¨²n de Poes¨ªa. "Y el jueves me marcho a Huelva para una sesi¨®n juanramoniana, uno de esos recitales que me gustan. No tengo nada que preparar, as¨ª que no me supone ning¨²n esfuerzo".

Retirado a la fuerza de la nicotina y con su "botellazo" de ox¨ªgeno a cuestas, el poeta saluda con su buen humor habitual: "Qu¨¦ tal, aqu¨ª, tosiendo a gusto". Desde su soleada casa, cercana al parque del Retiro y a la estaci¨®n de Atocha, rodeado de cuadros, de fotos de sus hijos y nietas, de libros y peri¨®dicos, Hierro descansa junto a su mujer, Lines, que vigila su siesta y que con cortes¨ªa evita que nadie le moleste demasiado. Desde su casa, donde en una mesa est¨¢n las plumas japonesas de tinta negra y punta blanda ("son las que m¨¢s le gustan para pintar", explica su mujer), Hierro asegura que no sabe ni puede releer de forma cr¨ªtica Cuaderno de Nueva York. Le cost¨® siete a?os escribirlo y el poemario se termin¨® para ¨¦l en el momento en que lo public¨®. "Para los errores ya es tarde", afirma, "yo jam¨¢s miro las pruebas, ni siquiera de mis antolog¨ªas, no me interesa cambiar nada. Lo que est¨¢ publicado, publicado est¨¢". Cuaderno de Nueva York va por su octava edici¨®n, se han vendido unos 25.000 ejemplares y, como con todos sus versos anteriores, supuso un gran esfuerzo para el poeta. "Me cuesta mucho escribir, encontrar la palabra adecuada es lo m¨¢s dif¨ªcil, me lleva mucho tiempo, ahora quiz¨¢ demasiado".