Jesse Helms-Wayne
Jesse Helms, el brazo pol¨ªtico de John Wayne, ha vencido una vez m¨¢s. El espect¨¢culo de las pruebas nucleares sigue abierto al p¨²blico. El inmenso poder de esta fuerza conservadora del Senado estadounidense se mantiene vivo y activo gracias a una potente inercia con cimientos firmemente enclavados en la causa macartiana. Dicha causa, prematuramente descartada como historia antigua -cosa que no sorprende en un pa¨ªs que tiende a historiar su pasado por meses, no por siglos-, contin¨²a viva y activa con un fin ¨²nico y espec¨ªfico: prolongar y alimentar el miedo enfermizo al enemigo, entendido este enemigo como cualquiera que no piensa como ellos. Esa generaci¨®n que vivi¨® los traum¨¢ticos simulacros de ataques nucleares lleva el terror impreso ya en los genes, y ahora deben asegurarse de que sus descendientes contin¨²en asustados. Olvidar ese terror ser¨ªa dar al traste con tantos a?os de lavado cerebral. No importa que esas omnipresentes fuerzas del mal, la Amenaza Fantasma que pretenden exorcizar, pertenezcan tanto a la ficci¨®n como la pel¨ªcula de Lucas: hay que seguir dando estocadas al aire.Este Caesar -pronunciado K¨¢iser en lat¨ªn-, este l¨ªder del Comit¨¦ de Relaciones Exteriores del Senado, es un hombre que desconoce ¨ªntimamente esos Exteriores con los cuales deber¨ªa tener Relaciones. Ignora que m¨¢s all¨¢ de las colinas de su natal Carolina del Norte hay vastos continentes llenos de personas que no comparten sus ideas con ¨¦l. Ni nada. Ignora, o no quiere dejar de ignorar, su condici¨®n de mortal, y se comporta como una divinidad grecolatina -aunque no sepa lo que es eso- dispuesta a mantener su posici¨®n en el Olimpo a toda costa. Y si para ello es necesario demostrar sus poderes con un diluvio nuclear, sea. A falta, pues, de un Arca de No¨¦ hecha de plomo, que de todos modos no flotar¨ªa, corramos a escondernos en alg¨²n s¨®tano.- . .
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