Devorado Guadarrama
Para combatir al tiempo hay que devorar espacio. La velocidad, aunque nunca ser¨¢ terapia suficiente para nuestras ansiedades desbocadas, acapara con un falso prestigio casi todos los horizontes, los emocionales y los reales. Llegar antes a menudo permite que sea aprobada la taxidermia de ¨¢mbitos enteros. Desvertebran el territorio no urbano y en consecuencia tienen un alto poder de incomunicaci¨®n. Unen n¨²cleos urbanos y segregan comarcas enteras. Trenes veloces y autopistas cercan primero con muros, en su mayor parte infranqueables. Sueltan luego jaur¨ªas de ruido. Finalmente lanzan hacia el futuro una deuda que jam¨¢s pagan los mismos que decidieron ejecutar, m¨¢s a la calma y la sensatez, que la obra.Hacer elogios de la lentitud, el ahorro o la mejora de lo que hay con menoscabo de lo que sea nuevo, veloz y caro, resulta sin duda un riesgo. Preferir las curvas a las rectas no menos. La actualidad rechaza los procesos reversibles. Sobre todo porque son muy pocos los dispuestos a probar qu¨¦ pasar¨ªa con la opciones baratas o incluso gratuitas. Recordemos que no hacer hoy permite hacer en el futuro muchas otras cosas. Lo hecho queda durante demasiado tiempo, impidiendo que se recupere lo destruido o que se desplieguen otras acciones.
La distancia m¨¢s larga entre dos criterios es sin duda la que media entre hacer o no hacer. Sobre todo en lo que se refiere a convertir en r¨¢pido un camino. Porque lo que lleva a los humanos suele llevarse por delante multitudes de tesoros, para muchos no menos valiosos que los conseguidos o por conseguir con la velocidad. Porque es mucha la riqueza que todav¨ªa ofrece un Guadarrama sin tajos a los segovianos, abulenses y madrile?os. El ya raro privilegio de tener un conjunto serrano que produzca agua, aire limpio, belleza y sosiego no puede quedar m¨¢s desmantelado a¨²n por un nuevo templo a la velocidad.
Seguramente lo m¨¢s sensato consistir¨ªa en modernizar las l¨ªneas existentes. Se gastar¨ªa de esa manera un presupuesto diez veces m¨¢s peque?o, al tiempo que se asistir¨ªa con este servicio p¨²blico, eficaz y barato a numerosas poblaciones en lugar de a s¨®lo las capitales. Pero como esa sensatez est¨¢ emasculada de la pr¨¢ctica pol¨ªtica actual, lo m¨ªnimo es proceder sin darle un corte a la sierra y a sus bosques en lo que bien puede ser considerado como su coraz¨®n.
Cierto es que para construir el que ser¨¢ un nuevo tren de alta velocidad se est¨¢n barajando hasta cinco opciones. De las que al menos cuatro son verdaderos desprop¨®sitos si se quiere salvaguardar los jirones del Guadarrama que a¨²n nos benefician. En este sentido resultan inaceptables todas las opciones que no usen el corredor de Villalba, que ya est¨¢ ocupado por varias otras infraestructuras. Y m¨¢s a¨²n aqu¨¦llas que, tras taladrar la sierra, acaban desembocando en las inmediaciones de la Granja y Valsa¨ªn, que son todav¨ªa lugares de un imponente atractivo natural y cultural. Por tanto, destino de un turismo ingente, que dejar¨¢ de poder transitar por la horizontal de una sierra, que suele estar plagada de excursionistas. Adem¨¢s, un t¨²nel de unos 20 kil¨®metros resulta car¨ªsimo, e irresoluble el problema de d¨®nde depositar los nueve millones de metros c¨²bicos de escombros, que en tal caso saldr¨ªan de las entra?as del Guadarrama.
Confiemos en que estas argumentaciones sean las que pr¨®ximamente se impongan en los criterios de la Administraci¨®n. Es m¨¢s que probable que el Ministerio de Medio Ambiente pretenda imponer el trazado m¨¢s alejado del coraz¨®n del Guadarrama. Aunque podr¨ªa sucedernos una vez m¨¢s que, hasta cuando ese ministerio acierta, no consiga que sus decisiones sean m¨¢s tenidas en cuenta que las de Fomento.
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