"El a?o que viene... el 2000"
Hay tardes soleadas, tardes de plomo, tardes de bochorno, tardes de lluvia, tardes de trueno... Todas pueden ser tardes de toros. La de ayer, a un lado fr¨ªos y aguaceros, fue adem¨¢s la ¨²ltima. Se apreciaba r¨¢pido. Apenas se pon¨ªa un pie en la plaza, ya se sent¨ªan los palmeos de los abrazos, casi chapoteos, amortiguados por la ropa de abrigo. "Esto se acab¨®". "Si no nos vemos antes, ?hasta el a?o que viene!". Bien es cierto que muchos aficionados ya hab¨ªan cumplido con el ritual de la despedida apenas la Feria de Oto?o olvidaba dos semanas atr¨¢s el ¨²ltimo festejo de abono. El cemento visible de los tendidos dejaba constancia de ello. Sin embargo, m¨¢s abajo, a pie de arena, el fragor de las despedidas sonaba sincero. Areneros, monosabios, alguacilillos, timbaleros, clarines, mulilleros, porteros... todos se citaban para el 2000: "El a?o que viene... el 2000", se dec¨ªan con gesto de divertido asombro.Lo dec¨ªa Miguel Santos Mart¨ªnez, mulillero de Las Ventas junto a Jos¨¦ Pasamar desde hace medio siglo. "La verdad es que una corrida como la de hoy la vives con ganas... Con ganas de que acabe", comenta Mart¨ªnez poco antes de que d¨¦ la hora de inicio. En su mirada clara enmarcada en una figura oronda curtida en 70 primaveras se cita la historia entera de la tauromaquia. "Son ya muchas tardes y... con este fr¨ªo, estos carteles... ya se ve con alivio que acabe todo hasta el a?o que viene". A este jubilado de Telef¨®nica le esperan d¨ªas de "partiditas, paseos, un poco de f¨²tbol... hasta marzo, tranquilo". Atr¨¢s quedan los d¨ªas en que los encargados de arrastrar a los toros vest¨ªan chaleco corto, pantal¨®n negro y zapatillas de torear. "Salvo la vestimenta, mi oficio no ha cambiado mucho. El toreo, s¨ª", dice sin dar m¨¢s explicaciones.
A Jos¨¦ Mar¨ªa Silva le espera, y ya sin toros cada fin de semana, la f¨¢brica de Nissan donde trabaja, y a Nicol¨¢s G¨¢mez, su trabajo en la recogida de basuras en Getafe. Los dos son los encargados de anunciar el cambio de tercio a toque de clar¨ªn. A los hermanos ?scar y Fernando Salas Mu?oz -arenero uno y carpintero el otro- les aguardan sus empleos en Aena y como administrativo en la radio Cope, respectivamente. A Timoteo Fernando Benito, alguacilillo desde hace cinco a?os y frecuentador de la plaza desde la infancia, el tajo en el Ayuntamiento de Madrid, que le ocupa ya un cuarto de siglo. "Esto se hace por afici¨®n, est¨¢ claro. Es una forma de matar el gusanillo. Pero ya al final de temporada... se hace muy cuesta arriba. Tienes que dejar a la familia justo despu¨¦s de comer...", comenta ?scar, la cuarta generaci¨®n de una saga de areneros, y en la frase no acabada deja una buena muestra de hartazgo.
Se acaba la tarde, y Jos¨¦ Luis Garc¨ªa, de 57 a?os y desde hace 14 timbalero, se apresta a dejar sus instrumentos ("el segundo es de reserva, por si se estropea el titular") en el bar Los Timbales, donde pasar¨¢n el invierno: "Pronto, la verdad, empiezas a sentirte mal y con ganas de que empiece otra temporada". Ser¨¢ en el 2000.
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