Gobernar, y por cu¨¢nto tiempo ?NGEL CASTI?EIRA
Ha pasado ya la resaca electoral. El juego absurdo de mirarse en el espejo p¨²blico para legitimar la dignidad del resultado obtenido -ese juego infantil de proclamarse ganador moral o real, o tercera o cuarta fuerza del pa¨ªs- queda atr¨¢s. Ahora la cuesti¨®n clave en la configuraci¨®n del nuevo Parlament, como recordara Maquiavelo, es: 1) qui¨¦n ejercer¨¢ el poder y 2) por cu¨¢nto tiempo. 1. El ejercicio del poder depende de dos factores, poder gobernar y quererlo hacer. Aunque parezca una perogrullada, conviene recordar que el ¨²nico que en estos momentos re¨²ne ambas condiciones es Jordi Pujol. Pasqual Maragall quiere, pero no puede. Josep Llu¨ªs Carod Rovira puede, pero no quiere. Y Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz todav¨ªa tiene que consultarlo con Madrid. En mi valoraci¨®n sobre la vocaci¨®n pol¨ªtica de los l¨ªderes catalanes sale peor parado Carod que Maragall. Al fin y al cabo, la trayectoria auton¨®mica del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) y el empe?o de sus respectivos l¨ªderes (Joan Revent¨®s, Raimon Obiols, Maragall) reflejan hasta el d¨ªa de hoy la amarga historia de una impotencia. Amarga, precisamente, porque el PSC siempre ha tenido vocaci¨®n de gobernar en Catalu?a. En cambio, desde el mismo d¨ªa de los resultados electorales ha habido en Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) quien hubiera preferido obtener 11 esca?os en lugar de 12 para mantenerse en la retaguardia, para "no ensuciarse las manos". Optar a una elecci¨®n quiere decir estar dispuesto a asumir responsabilidades, a demostrar que se quiere ejercer el poder otorgado por la ciudadan¨ªa, tanto si es grande como peque?o. "Si el pueblo catal¨¢n hubiera querido que ERC entrase a participar en tareas de gobierno, no hay duda de que habr¨ªamos obtenido unos resultados mejores", argumenta Carod. Bien, es una opini¨®n. Uni¨® Mallorquina, que cuenta con tan s¨®lo tres esca?os, y su l¨ªder, Maria Ant¨°nia Munar, que ha sido decisiva en la configuraci¨®n del Gobierno en las islas, probablemente no piensen igual. Toda decisi¨®n comporta un riesgo. Carod tendr¨¢ que aplicarse el cuento. ERC tendr¨¢ que aprender a pactar (aunque algunos pactos le parezcan infernales) y tendr¨¢ que aprender a rentabilizar sus pactos. Salvador Card¨²s ha utilizado la imagen b¨ªblica del "lobo que dormir¨¢ junto al cordero". El supuesto cordero, adem¨¢s, tendr¨ªa que poner en pr¨¢ctica la par¨¢bola evang¨¦lica de los talentos si quiere conservar su credibilidad: en lugar de enterrar bajo tierra los esca?os recibidos, deber¨¢ hacerlos fructificar.
2. La cuesti¨®n m¨¢s incierta es, sin embargo, el tiempo durante el que Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) podr¨¢ gobernar. Hasta ahora dicha cuesti¨®n se ha abordado desde la hip¨®tesis cortoplacista de un final anticipado de la legislatura. Sin descartarla, creo que esa opci¨®n, hoy por hoy, responde m¨¢s a los deseos y la impaciencia del PSC por gobernar que a un an¨¢lisis objetivo de lo que pueda pasar. En cualquier caso, el problema del mantenimiento del poder (hasta el 2003, pero tambi¨¦n despu¨¦s del 2003) debe preocupar tanto a CiU como al PSC. En el 2003, el a?o en que el PSC podr¨ªa llegar a controlar la mayor parte de los ayuntamientos de las grandes ciudades y el Gobierno de la Generalitat, no s¨®lo Pujol ser¨¢ un dinosaurio pol¨ªtico, tambi¨¦n lo ser¨¢n Rafael Rib¨®, Revent¨®s, Obiols, Joaquim Nadal, Antoni Siurana, Manuel Royes y unos cuantos m¨¢s. Lo que algunos denominan "nueva etapa" o "segunda transici¨®n" de la pol¨ªtica catalana deber¨¢ representar, entre otras cosas, la jubilaci¨®n de toda una generaci¨®n pol¨ªtica. Aspirar a gobernar y a mantener el poder obligar¨¢ a los dos grandes partidos a dif¨ªciles reestructuraciones internas. Ambos se van a encontrar con el problema de la renovaci¨®n de los liderazgos y con la necesidad de recomponer los delicados equilibrios entre las distintas plataformas o coaliciones que les dan apoyo. CiU parte de una historia de relaciones turbulentas, pero puede iniciar su refundaci¨®n desde el previsible conocimiento de las expectativas de ambos socios.
El PSC, en cambio, caminar¨¢ totalmente a ciegas. La plataforma Ciutadans pel Canvi, con 15 diputados en su haber, fue creada exclusivamente con el objetivo de impulsar a Maragall hasta el poder y luego diluirse. Maragall se va a encontrar ahora con 15 independientes en el hemiciclo, decididos a mantenerse como movimiento c¨ªvico, obligados a hacer de oposici¨®n y sin la disciplina ni el respeto por la jerarqu¨ªa que cualquier militante de un partido asume. El caramelo se le puede atragantar al PSC, sobre todo a los capitanes. Si aspira a continuar gobernando despu¨¦s del 2003, CiU tiene el deber (y probablemente el privilegio) de poder poner en marcha esa "nueva etapa". Una parte del trabajo ya est¨¢ hecha, sobre todo en la modernizaci¨®n de las estructuras de los respectivos partidos y en la renovaci¨®n ideol¨®gica, si bien ¨¦sta contin¨²a careciendo de un discurso municipalista cre¨ªble y de una reconciliaci¨®n plena con la capital del Principado.
Hay, sin embargo, otro buen n¨²mero de tareas pendientes. Algunas, las m¨¢s inmediatas, guardan relaci¨®n con el equipo de gobierno y el estilo de gobernar. Pujol, hasta hoy, ha ejercido de Van Gaal y Rivaldo al mismo tiempo. El procedimiento, en algunos casos brillante en otros mediocre, ser¨¢ irrepetible en el pospujolismo. Esto obligar¨¢ a la inclusi¨®n de cambios en la forma de gobernar; en apostar por la competencia profesional, el pluralismo, la credibilidad y la juventud de las personas elegidas para ello, y tambi¨¦n por renovar las estrategias para movilizar y volver a ilusionar a la ciudadan¨ªa. CiU hereda de Pujol, adem¨¢s, otras dos cartas ganadoras. Por un lado, una excelente proyecci¨®n europea, que s¨®lo Maragall puede contrarrestar. Por otro, el aval de ser los ¨²nicos que pueden negociar, con total independencia, directamente con Madrid y que pueden asegurar la gobernabilidad en Espa?a. Todo apunta a que Pere Esteve, Xavier Trias, Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida tendr¨¢n que repartirse buena parte de estos papeles al estilo de un "cuatro en uno".
?ngel Casti?eira es profesor de ESADE y director de la revista Idees.
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