Enfermos mentales cr¨®nicos y su integraci¨®n
El significado de la palabra locura, por su rica complejidad, tiene algo de inefable, de incomunicable; cuando las personas se afanan en construir una definici¨®n de la locura empiezan por gesticular nerviosamente y se rinden por fin a la impotencia de quien no encuentra las palabras. Sin embargo, no dudan en convenir que la indefinible locura es, seg¨²n los casos, el horror de la raz¨®n y las ideas, el castigo de dioses poco justos, el ¨²ltimo eslab¨®n de una reflexi¨®n demasiado ambiciosa; incluso hay quien, sin definirla, atribuye a la locura participaci¨®n en el progreso de las ciencias y de las artes, complicidad en salvajes cr¨ªmenes, responsabilidad en ideolog¨ªas y actos inmorales o incomprensibles para la mayor¨ªa. Son tantas, al final, las acepciones que recoge la palabra locura que bien puede aplicarla el uno al otro y el otro al uno, y ambos a un tercero, en cualquier situaci¨®n y circunstancia.El que comete un delito inexplicable que nos repugna es a priori un loco; quien defiende la idea que refuta la nuestra incurre en locura; preferimos atribuir al enigm¨¢tico mundo de los locos aquello que amenaza la fr¨¢gil estructura de nuestras creencias. Locura es, por lo tanto, un vocablo abierto cuyo dominio abarca todo el espectro de las actividades humanas, y a¨²n m¨¢s, el t¨¦rmino que ambiguamente refiere lo que no podemos explicar ni conocemos. De ah¨ª que loco y locura sean palabras revestidas del miedo que nos inspira lo que no comprendemos.
Conforme la psiquiatr¨ªa ha delimitado y descrito los s¨ªntomas de las enfermedades mentales, ¨¦stos se han convertido en aprehensibles, reconocibles para el ser humano. Los delirios y alucinaciones que antes no encontraban explicaci¨®n, salvo en lo m¨¢gico y sobrenatural, ahora pertenecen al campo de las alteraciones bioqu¨ªmicas. La profunda desaz¨®n del ¨¢nimo, la confusi¨®n de los sentidos, el cuerpo ilimitado, el pensamiento audible, el miedo a uno mismo y al infierno de los otros, el desafecto del coraz¨®n, la extravagancia de la conducta, son ahora competencia de las intervenciones psiqui¨¢tricas, psicol¨®gicas y sociales.
Esquizofrenia, paranoia, etc¨¦tera, son palabras de un campo sem¨¢ntico cient¨ªfico que arrebata definitivamente al enfermo mental de la locura, y deja confinada a ¨¦sta a un uso enf¨¢tico, m¨ªtico, cultural y moral. La locura no existe, y, sin embargo, es el origen de la ignorancia y del prejuicio hacia unos enfermos mentales que nada tienen que ver con ella.
Los avances de la medicaci¨®n antipsic¨®tica y los nuevos programas de rehabilitaci¨®n psicosocial y laboral consiguen cada vez con mayor eficacia que el afectado por estas graves enfermedades pueda desenvolverse de forma normalizada y reintegrarse en la sociedad. Ya hablamos de un n¨²mero cada vez mayor de sujetos cuya condici¨®n de "esquizofr¨¦nicos" no es sustantiva, sino adjetiva a su condici¨®n de personas en el mundo; personas capaces de desarrollar voliciones, asumir responsabilidades y establecer juicios sobre s¨ª mismos y sobre lo que los rodea. Actualmente, diversos estudios confirman que muchas personas con problemas psiqui¨¢tricos graves realmente quieren trabajar y desean mayores oportunidades de formaci¨®n.
En este mismo a?o, en el Centro de Rehabilitaci¨®n Laboral de Madrid, m¨¢s del 50% de sus usuarios, personas afectadas por trastornos mentales graves, ha conseguido acceder y mantenerse en un empleo ordinario. El interrogante futuro de la integraci¨®n social y laboral de las personas con enfermedades mentales cr¨®nicas ya no ser¨¢ si son capaces de adquirir una formaci¨®n, trabajar y convivir normalizadamente. El verdadero problema ser¨¢ determinar d¨®nde y qui¨¦n protagonizar¨¢ la creaci¨®n de espacios de rehabilitaci¨®n y formaci¨®n que propicien la adquisici¨®n de h¨¢bitos, habilidades y conocimientos que estas personas son potencialmente capaces de desarrollar; y a¨²n m¨¢s: qui¨¦n generar¨¢ iniciativas de empleo que contemplen las caracter¨ªsticas espec¨ªficas del colectivo de enfermos mentales cr¨®nicos.
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