El efecto Zeigarnik
JULIO SEOANE
Afirman los psic¨®logos que las tareas y las metas que no acaban de realizarse contin¨²an produciendo tensi¨®n en las personas, adem¨¢s de un fuerte deseo por completarlas. Bas¨¢ndose en experimentos, como siempre, son capaces de predecir que las tareas inacabadas se recuerdan mucho m¨¢s, casi el doble, en comparaci¨®n con las que se han conseguido terminar. Esta tendencia se conoce como el "efecto Zeigarnik", que fue quien realiz¨® los experimentos pertinentes. Pues bien, el efecto Zeigarnik lleva camino de convertirse en la caracter¨ªstica m¨¢s representativa de la pol¨ªtica valenciana.
No se comienza un trabajo para abandonarlo, dice un novelista, sino para terminarlo. Una obra comenzada, a?ade, por insignificante que parezca, se pudre si se deja a medio hacer y envenena la voluntad, como un cad¨¢ver sin enterrar infecta el aire de toda una casa.
Al margen de que las culpas se distribuyan mejor o peor entre unos y otros, lo cierto es que llevamos demasiado tiempo haciendo filigranas verbales sobre la reforma del Estatuto, la puesta en marcha de la Academia de la Lengua, el trazado y la realizaci¨®n del AVE, la fusi¨®n de las cajas de ahorro, la pacificaci¨®n, planificaci¨®n y mejora educativa, por mencionar s¨®lo algunos de los objetivos que recordamos m¨¢s del doble que lo normal. Llevan camino de convertirse en los cad¨¢veres de nuestra pol¨ªtica.
Hasta se puede entender que casi todos son temas y tareas complejas, que no se pueden terminar en pocos d¨ªas, pero es que tampoco se nota que avancen, progresen adecuadamente o se aproximen a la meta. Se est¨¢ produciendo la sensaci¨®n de tareas interrumpidas, aplazadas hasta no se sabe cu¨¢ndo, pendientes de sucesivos resultados electorales. Con m¨¢s o menos fundamento real, aumenta la tensi¨®n, el deseo de acabar o, al menos, avanzar, y el recuerdo constante y repetitivo de los temas pendientes. Sencillamente, es el efecto Zeigarnik de la pol¨ªtica valenciana.
Los temas se pudren y esto nos hace buscar los menores indicios de vida sobre ellos. No aparecen por ninguna parte presupuestos para el AVE, por ejemplo, pero se sigue afirmando que comienza ya su construcci¨®n, aunque tampoco sabemos por donde ir¨¢ su trazado. Algunos prefieren el humor y juegan a tres en raya, con las fichas de Gallard¨®n, Bono y Zaplana de un lado y el trazado norte, centro y sur del otro. Gana el que consigue formar la l¨ªnea recta del AVE. Pero ya se sabe que este juego tiene poco futuro porque nadie sale ganando, salvo que alguien cometa un error. Con m¨¢s frecuencia ambig¨¹edad que error, porque comenz¨® siendo el AVE de Valencia, luego de la Comunidad Valenciana y, ¨²ltimamente, se est¨¢ convirtiendo en un Ramal de Levante.
Es cierto, como algunos han defendido, que existe quiz¨¢ demasiada obsesi¨®n por este y por otros temas, pero nadie nos puede culpar por ello. Es la consecuencia de plantear temas que luego se interrumpen, que parecen abandonados. No se puede ya esperar mucho m¨¢s. O se ponen abiertamente encima de la mesa y nos ponemos todos a trabajar, avanzando y negociando para realizarlos lo mejor posible, o los enterramos por tiempo indefinido. Cualquier otra opci¨®n es facilitarle las cosas a Zeigarnik, y tampoco es eso.
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