"El estrecho de Gibraltar es un abismo"
Este artista de Marraquech narra en 'Cannibales', una novela de ¨¦xito, la tragedia de las pateras
ENVIADO ESPECIALLos cad¨¢veres de espaldas mojadas que aparecen flotando en el estrecho de Gibraltar o al amanecer en las playas andaluzas son an¨®nimos. El escritor marroqu¨ª Mahi Binbine ha querido darles una identidad, una biograf¨ªa, contar la historia de esos emigrantes cuya aventura acaba frecuentemente en tragedia en esas aguas turbulentas que separan a Europa de ?frica.
Binbine, de 40 a?os, ha sido el primer marroqu¨ª en relatar en una novela, Cannibales, reci¨¦n publicada por Fayard en Par¨ªs, la traves¨ªa de los harragas, como se llama en Marruecos a los que queman su documentaci¨®n antes de subirse a la patera para dificultar su repatriaci¨®n si les captura la Guardia Civil.
Ah¨ª est¨¢n, cerca de T¨¢nger, dispuestos a arriesgar sus vidas por librarse de la miseria, los protagonistas de la novela. Son dos malineses muertos de hambre, Yarc¨¦ y Pafadnam; Yussef, el bereber marroqu¨ª cuya familia muri¨® intoxicada despu¨¦s de alimentarse con un saco robado de harina mezclada con matarratas; Kacem, el maestro argelino que huye de la violencia islamista que ha devorado a sus hijos; Nouaray y su beb¨¦, que esperan encontrarse con su marido, que les precedi¨® en la traves¨ªa...
Cannibales, recalca Tahar Ben Jelloun, el m¨¢s c¨¦lebre de los escritores marroqu¨ªes, en la cr¨ªtica del libro que ha publicado en Le Monde, "es un emocionante homenaje a todos aquellos cuya identidad arde y que mueren olvidados, sin rostro, sin nombre y sin memoria. Son los nuevos parias de la tierra que atormentar¨¢n el sue?o de sus malditos barqueros que han quemado la vida y la esperanza". Es tambi¨¦n un homenaje exitoso, a juzgar por la buena marcha de las ventas y los contratos para traducirlo.
?Por qu¨¦ emigran los magreb¨ªes, los subsaharianos? "Para huir de la miseria y de la falta de libertad", contesta tajante Binbine en el curso de una conversaci¨®n en su piso de Par¨ªs. "La falta de libertad no es s¨®lo pol¨ªtica, son tambi¨¦n las trabas para crear, para emprender, porque hay que repartir sobornos a bur¨®cratas corruptos antes de montar un peque?o negocio".
"Emigran tambi¨¦n", prosigue, "porque se dejan enga?ar por sus compatriotas, establecidos legalmente en Europa, que regresan de vacaciones a casa y les deslumbran con su aparente riqueza". "Emigran porque se dejan cegar por las televisiones europeas v¨ªa sat¨¦lite que les muestran un mundo relumbrante que no existe". "?Sabe que una fundaci¨®n norteamericana hizo una encuesta entre los j¨®venes marroqu¨ªes y el 75% deseaba vivir en otro pa¨ªs?".
"El estrecho de Gibraltar siempre me ha fascinado: Me parece el centro del universo", suele repetir Paul Bowles, el c¨¦lebre escritor norteamericano afincado en T¨¢nger. "El estrecho de Gibraltar es m¨¢s bien el mayor abismo del universo", a?ade Binbine, "porque, en muy pocos kil¨®metros, separa a un mundo m¨ªsero de un mundo pr¨®spero".
En Marruecos, sin embargo, con la entronizaci¨®n del joven Mohamed VI, se inicia, asegura, "una etapa esperanzadora. Este rey quiere cambiar las cosas, y ha empezado por cerrar el triste cap¨ªtulo de los abusos contra los derechos humanos. Pero no posee la varita m¨¢gica y, sin la mano tendida de Europa, de nuestra vecina Espa?a, no levantar¨¢ el pa¨ªs".
Binbine, nacido en una familia de clase media de Marraquech, fue tambi¨¦n inmigrante, e incluso, al acabar sus estudios en Par¨ªs, estuvo un tiempo ilegal. "Recuerdo las noches haciendo cola ante la Prefectura (Gobierno Civil) para poder franquear la puerta. Recuerdo la angustia cuando el funcionario examinaba la documentaci¨®n por si faltaba un papel, un sello. Incluso hoy me ponen nerviosos los polic¨ªas, y cuando regreso a casa [vive en el edificio colindante a Matignon, la jefatura del Gobierno] intento no mirarles". "Sospecho que creen que me he escapado de Barb¨¨s" [barrio parisiense de inmigraci¨®n], dice ri¨¦ndose.
Aun as¨ª, Europa era entonces algo m¨¢s acogedora. "Yo vine a Francia sin solicitar un visado", rememora el escritor. "Pero ahora el Viejo Continente se est¨¢ rodeando de alambradas; la primera es el requisito del visado; despu¨¦s est¨¢n los sistemas de detecci¨®n electr¨®nica en el Estrecho, y hay m¨¢s, Europa se cierra cada vez m¨¢s".
Dur¨® poco la ilegalidad de Binbine. Sac¨® una plaza como profesor de matem¨¢ticas, empez¨® a pintar, se anim¨® a escribir y consech¨® sus primeros ¨¦xitos, sobre todo en Estados Unidos. "Desde luego no he sido profeta en mi pa¨ªs", reconoce este pintor consagrado.
Hasta hace dos meses, viv¨ªa en Nueva York, y ha expuesto en el Museo de Arte Moderno de Washington y en el Guggenheim de Nueva York, que acaba de comprarle 30 cuadros, alguno de ellos para su colecci¨®n permanente, y Naciones Unidas va a utilizar una de sus acuarelas para una campa?a que insta a ratificar el tratado contra las minas antipersonales.
En el mundo musulm¨¢n la pintura no suscita muchas vocaciones porque el islam desaprueba la representaci¨®n de los seres vivos, y en algunos pa¨ªses como Afganist¨¢n est¨¢ no s¨®lo prohibida la pintura figurativa, sino la fotograf¨ªa y la televisi¨®n. "El islam es una religi¨®n tolerante como lo fue en tiempos del califato de C¨®rdoba", replica Binbine. "Desgraciadamente se hace una interpretaci¨®n equivocada del Cor¨¢n, a veces incluso adrede, para legitimar a reg¨ªmenes opresores".
Cuando esboza m¨¢scaras afligidas sobre un fondo de colores vivos, este marroqu¨ª que posee la nacionalidad francesa y la ansiada green card (permiso de residencia en EEUU) no tiene conciencia de cometer ning¨²n pecado. "La pintura es un placer, pero, en cambio, la escritura es un tormento", y quiz¨¢ por eso s¨®lo redacta media p¨¢gina al d¨ªa.
Acaso le resulte tan arduo porque se ha empe?ado en contar en sus cuatro novelas publicadas la miseria, el sufrimiento y la opresi¨®n en Marruecos. "Algunos de mis lectores me reprochaban hace unos d¨ªas en Boulogne-Billancourt (periferia de Par¨ªs), en el curso de un coloquio, describir un Marruecos demasiado s¨®rdido, pero muchas de las historias que narro est¨¢n inspiradas en las p¨¢ginas de sucesos de los peri¨®dicos. Le¨ª este verano en Marraquech que la mezcla de harina y matarratas en un saco robado por un padre de familia cost¨® la vida a buena parte de los descendientes del ladr¨®n. Para contar la belleza de las playas marroqu¨ªes, los prospectos tur¨ªsticos lo hacen mejor que yo".
Su primera novela, Le sommeil de l"esclave (El sue?o de la esclava), publicada por Stock en 1992, es la autobiograf¨ªa de la sirvienta negra de la familia Binbine. La esclavitud fue abolida en Marruecos, pero, sin tener ad¨®nde irse, los antiguos esclavos siguieron trabajando en las mismas casas.
Les funeirailles du lait (Los funerales de la leche), publicado dos a?os despu¨¦s, relata la enfermedad de su madre por la ausencia de su hermano mayor, Abdelaziz, un teniente del Ej¨¦rcito condenado a cadena perpetua por participar, en 1971, en el frustrado golpe de Estado militar contra Hassan II.
Abdelaziz y los otros 47 militares que sobrevivieron a la refriega empezaron a cumplir su condena en la c¨¢rcel de Kenitra, pero un d¨ªa fueron trasladados en secreto a Tazmamart, "es decir, al infierno". Recluidos en oscuras y exiguas celdas de aislamiento en las que no pod¨ªan ponerse de pie, carentes de servicios higi¨¦nicos, de cualquier atenci¨®n m¨¦dica y mal alimentados, 30 j¨®venes reclusos murieron a lo largo de sus 18 a?os de encarcelamiento.
Antes de aparecer en p¨²blico, los 28 supervivientes necesitaron rehabilitaci¨®n f¨ªsica para no parecer muertos vivientes. Abdelaziz volvi¨® en 1991 a la casa familiar de la medina en Marraquech y, poco despu¨¦s de abrazarle de nuevo, su madre muri¨® del c¨¢ncer que la corro¨ªa. "Es como si le hubiese estado esperando a su regreso", afirma Binbine emocionado. Mahi admira a Abdelaziz porque "supo resistir y no siente odio". "Yo, en cambio, s¨ª lo he sentido".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Inmigrantes magreb¨ªes
- Mahi Binbine
- Gente
- Declaraciones prensa
- Pateras Estrecho Gibraltar
- Aguas territoriales
- Marruecos
- Estrecho Gibraltar
- Pateras
- Novela
- Inmigraci¨®n irregular
- Inmigrantes
- Magreb
- Pol¨ªtica migratoria
- Fronteras
- Narrativa
- Costas
- Pol¨ªtica exterior
- Inmigraci¨®n
- ?frica
- Migrantes
- Migraci¨®n
- Demograf¨ªa
- Literatura
- Relaciones exteriores