Abuelo, pero himalayista
Carlos Soria tiene 60 a?os y unas ganas incontrolables de retomar en su tard¨ªa madurez todo las renuncias que acept¨® al casarse y crear un peque?o negocio de tapicero. Escalar y andar en el monte son actividades de las que nunca lleg¨® a alejarse. Hacerlo en el Himalaya, libre y sin trabas, es una experiencia que descubre ahora a pleno pulm¨®n. En colaboraci¨®n con Al filo de lo imposible, se propuso escalar tres de los 14 ochomiles del planeta antes de que concluyera este a?o. Alcanzada la cima del Cho Oyu en solitario el pasado 30 de abril, Soria se encamin¨® en verano hacia el Broad Peak, en Pakist¨¢n. Una climatolog¨ªa infernal le hizo desistir de su intento. No le import¨® demasiado. Quedaba tiempo, monta?as e ilusi¨®n, la que le condujo el pasado 14 de septiembre hasta el campo base del Manaslu, ¨¦sta vez s¨ª, acompa?ado por un equipo de aut¨¦nticos especialistas que grabar¨ªan los pormenores de su ascensi¨®n. All¨ª, a 4.200 metros sobre el nivel del mar, se desespera ahora, atrapado por una nevada que amenaza con dejar enterradas sus tiendas.
Batir un r¨¦cord
Sin embargo, mientras los copos se amontonan en el exterior de la tienda comedor, Soria hace c¨¢lculos: "Quiz¨¢ todav¨ªa estemos a tiempo de intentar subir al Shisha Pangma. Pero eso ya es una cuesti¨®n de TVE, de que nos den el visto bueno y aceleren los tr¨¢mites para que nos movamos", explica con voz que suena a s¨²plica velada. Y va m¨¢s all¨¢ todav¨ªa. "Si nada de ¨¦sto sale bien, espero convertirme el a?o que viene en la persona de mayor edad que alcanza la cima del Everest", adelanta.
Abuelo desde el pasado 10 de agosto, Soria apenas ha podido disfrutar de su nieta Daniela: demasiado ocupado e ilusionado por su inminente partida hacia el Manaslu, s¨®lo la conoci¨® en Londres. Carlos Soria se?al¨® el pasado d¨ªa 20, en conversaci¨®n telef¨®nica desde el campo base, sus esperanzas de que en los "pr¨®ximos tres d¨ªas remita la borrasca y los porteadores puedan llegar para desmantelar el campamento". Enjaulado en una celda blanca, a Soria le persigue la hiperactividad propia de los desahuciados, lo que no es su caso.
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