Incapacidad temporal: ?fin de la crisis o inicio de la lisis?
Nuestra m¨¢s sincera felicitaci¨®n a los ministerios de Trabajo, primero socialista y luego del PP, por la esperanzadora noticia de que el gasto de la Seguridad Social en la cobertura de la incapacidad temporal (IT) se ha reducido desde los 505.000 millones de 1996 a 375.000, es decir, en 130.000 millones. Felicidades por haber afrontado con determinaci¨®n el problema. Las normativas legislativas de 1995-99, que concedieron a las mutuas de accidentes de trabajo la posibilidad de dar el alta m¨¦dica, parece que han servido de acicate para todos los agentes. La duraci¨®n media de las IT de pago directo (bajas laborales de personas en paro, o con contrato finalizado) pas¨® de 193 d¨ªas de media a 126 y las de pago delegado (trabajadores por cuenta ajena) est¨¢n en 34 d¨ªas de media.?Ha finalizado la crisis? Parece que el comportamiento inflacionista, sin duda. ?Qu¨¦ tentaci¨®n la de sacar conclusiones!: ?Mira que era f¨¢cil! ?Por qu¨¦ no lo habr¨ªamos hecho antes?, sabiendo que el problema de la IT afectaba s¨®lo un 10% de la poblaci¨®n y que s¨®lo el 20% de ese 10% ten¨ªan bajas de una duraci¨®n excesiva (2%, por tanto). La supuesta incapacidad del sistema sanitario anim¨® al Ministerio de Trabajo a poner la soluci¨®n en manos de terceros, las mutuas, d¨¢ndoles la posibilidad de disponer del dinero de las IT, adelantar las pruebas diagn¨®sticas, realizar interconsultas e incluso capitalizar un porcentaje de ahorro. ?xito rutilante. ?Bien por las mutuas!, se dir¨¢.
?Pero que qued¨® por el camino? La confidencialidad, una reforma sanitaria transparente y el prestigio de la sanidad p¨²blica. Las mutuas aparecen ante la sociedad como capaces de resolver bien ese conjunto de problemas menores (lumbalgias, fracturas, dolores...), cuya resoluci¨®n ser¨ªa f¨¢cil para cualquier m¨¦dico que pudiera pedir un esc¨¢ner para el d¨ªa siguiente o lograr que un fisioterapeuta tratara una tendinitis dentro de la semana en curso y que, adem¨¢s, su buena gesti¨®n se viera recompensada capitalizando para el servicio el ahorro.
Pero, ?qui¨¦n responde ante un trastorno mental, un cuadro de reagudizaci¨®n de artrosis o una insuficiencia cardiaca? Pues la sanidad p¨²blica, que, adem¨¢s de asumir los procesos m¨¢s costosos, ha de ver amenazado su prestigio cuando se enarbola el deleznable coste por proceso como m¨¦todo de comparaci¨®n. Se comparan las 700.000 pesetas que cuesta una fractura de cadera en un hospital p¨²blico con las 200.000 de una cl¨ªnica privada, sin tener en cuenta las cargas estructurales que soportan los primeros, desde el mantenimiento de una UVI a las unidades de recuperaci¨®n posquir¨²rgica.
Por la sanidad p¨²blica pasa cada a?o el 70% de la poblaci¨®n espa?ola. El problema de la IT afecta al 2% de la poblaci¨®n. Algunos tendr¨¢n la tentaci¨®n de utilizar la eficacia demostrada por las mutuas en la IT para justificar que la emergente sanidad mixta atienda a la poblaci¨®n trabajadora, una poblaci¨®n b¨¢sicamente sana. Y cuando envejezca o enferme con patolog¨ªas cr¨®nicas o serias, ?qui¨¦n la asumir¨¢?
?Por qu¨¦ no se expresa con franqueza el "a d¨®nde vamos?". Se est¨¢n introduciendo, a veces de rond¨®n, como ha ocurrido con la reforma de la IT, en el articulado de las leyes de acompa?amiento de los presupuestos medidas de reforma que aparentemente son ventajosas en el corto plazo, pero con mayor repercusi¨®n a largo plazo del que se quiere hacer creer.
Un ejemplo: ante la evidencia de que no existe un sistema inform¨¢tico totalmente seguro que evite la p¨¦rdida de confidencialidad de los datos, el Grupo Europeo de ?tica de las Ciencias y las Nuevas Tecnol¨®gicas, de la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas, ha expresado su profunda preocupaci¨®n "porque el secreto m¨¦dico es esencial para la credibilidad del sistema sanitario" y porque la confianza es un valor ¨¦tico en s¨ª mismo. ?Con qu¨¦ alegr¨ªa se ha asegurado que no hay ning¨²n problema en que los m¨¦dicos de las mutuas obtengan informaci¨®n de los historiales cl¨ªnicos de los pacientes! Nos recuerda el grupo europeo que "terceros agentes al sistema sanitario no deben tener acceso directo a los datos sanitarios personalizados, como ocurre con los empresarios y las aseguradoras". Recordemos que las mutuas son asociaciones de empresarios con car¨¢cter no lucrativo. ?Qu¨¦ seguridad le queda al trabajador si su informaci¨®n cl¨ªnica circula libremente por las mesas de aquel que es juez y parte a la vez? ?Cree alguien en la bondad de la empresa frente a los trabajadores m¨¢s d¨¦biles? ?Qu¨¦ se puede esperar de iniciativas de informatizaci¨®n centralizada de datos cl¨ªnicos personales, como son los proyectos TASS andaluz, TAIR del Insalud u Osabide de la sanidad vasca?
Felicidades por habernos sacado del barro, pero, ?no moriremos de ¨¦xito? Parece que s¨ª hemos salido de la crisis, pero, ?no estaremos en el inicio de la lisis del sistema p¨²blico, t¨¦rmino habitual entre los cl¨ªnicos para hablar de destrucci¨®n?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.