Un milagro musical
En el sucederse de grandes solistas y agrupaciones de prestigio, ocup¨® la escena del Auditorio un pianista de excepci¨®n, Murray Perahia (Nueva York, 1947) con la orquesta St. Martin in the Fields, de Londres. Perahia, uno de los nombres que definir¨¢ en la historia el mejor pianismo fin de siglo y parte del que se avecina, toc¨® y dirigi¨® conciertos de Bach y de Mozart. De Juan Sebasti¨¢n, el Concierto en re menor, BWV, que hoy, tras la larga investigaci¨®n y pr¨¢ctica de los historicistas, nos suena un tanto extra?amente en el gran piano Stenway, pero la primera idea desaparece ante la inmensa obra que, como dec¨ªa Debussy a prop¨®sito de Bach en general, "est¨¢ tan viva como si se hubiera escrito ayer mismo".Antes, el milagro Mozart, esta vez en el Concierto en do mayor KV 467, escrito como el en re menor el a?o 1785. No es que ¨¦ste sea "demoniaco y tenebroso", como exagera Girdlestone, pero s¨ª que contrasta con el escuchado ahora, tan luminoso, puro y hondo. Tal y como lo asume Peharia, la obra es un largo latido de humanismo. No en vano, a sus 20 a?os escasos, tocaba con el viejo Casala y los grandes de su entorno (Serkin, Schneider). El primer secreto reside en la misma calidad del sonido, tan bella que hace innecesario el menor abuso expresivo de g¨¦nero vocal y, sin embargo, Mozart cant¨® siempre: en la m¨²sica instrumental, en la ¨®pera o en esos maravillosos solfeos que deber¨ªan ser compa?¨ªa de todo int¨¦rprete.
Ciclo Iberm¨²sica XXX Aniversario
Academia St. Martin in the Fields. Solista y director: M. Perahia. Concertino: K. Sillito. Obras de C. F. M. Bach, Juan Sebasti¨¢n Bach, Mozart y Haydn. Auditorio Nacional. Madrid, 1 de noviembre.
Medir el lirismo en su misma intenci¨®n y hacer lo propio con la gracia de la continuidad, el quiebro de una frase o la majestuosidad del primer movimiento es algo que en Peharia aparece como don natural, aunque esconda tantas horas de an¨¢lisis y estudio. Ante versiones de este calibre, la admiraci¨®n se convierte en gratitud, y los acordes finales, en tristeza: se acab¨®, por hoy, el milagro Mozart y el milagro Peharia.
Contando con instrumentistas de alto vuelo musical y virtuos¨ªstico, como son los de St. Martin, Kenneth Sillito concert¨® y dirigi¨®, desde su puesto, la precursora Sinfon¨ªa en sol mayor, de Carlos Felipe Manuel Bach, el segundo hijo de Juan Sebasti¨¢n y autor, junto a su obra musical, del orientador Ensayo sobre el verdadero modo de tocar el clavec¨ªn. Y, como final, Peharia, director de s¨ª mismo en los Conciertos, lo fue para la Academia londinense exclusivamente en la Sinfon¨ªa en re mayor, ¨²ltima del grupo de Londres. Salvo cierto exceso en el tiempo conclusivo, esta suerte de invitaci¨®n haydniana al siglo XIX que definir¨¢, en primera instancia, Beethoven son¨® con hermosura apol¨ªnea. Una tarde de gran m¨²sica y singular ¨¦xito que hace honor al empe?o de Iberm¨²sica en su treinta cumplea?os.
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