Los buzos buscan restos de la mujer descuartizada en la presa de Forata
Metros de cieno y de agua cubren el tronco de Mari Carmen Merino. Su marido, Pedro Jos¨¦ Nueda, el hombre que la estrangul¨® y descuartiz¨® en Mislata en 1995 cuando estaba embarazada de ocho meses, abandon¨® ayer por unas horas la c¨¢rcel de Picassent y fue trasladado en un furg¨®n policial al pantano de Forata (situado en Y¨¢tova, el municipio en el que naci¨® su mujer) para que indicara a los investigadores el punto desde el que arroj¨® su tronco. Se?al¨® el centro del dique, el lugar m¨¢s profundo y cenagoso.
Nueda, de 29 a?os, lleg¨® al pantano, situado a medio centenar de kil¨®metros al oeste de Valencia, a las 13.25. El furg¨®n de conducciones de presos de la Guardia Civil en el que viajaba lo llev¨®, siguiendo sus indicaciones, por la carretera que cruza la coronaci¨®n del dique. Se detuvieron unos metros m¨¢s all¨¢ del centro de la presa y Nueda, embutido en un ch¨¢ndal azul oscuro, baj¨® e indic¨® a los investigadores que la noche del 7 de octubre de 1995 tir¨® el tronco, metido en una bolsa, desde all¨ª.Los restos de Mari Carmen, cayeron al pantano desde una altura de unos 40 o 50 metros. En opini¨®n de los encargados de la presa los restos deben seguir sepultados en el lodo cerca de all¨ª porque en ese punto "no hay movimientos de agua". Descartan que haya podido salir del pantano porque no hay sumideros cercanos. Hoy tienen previsto cerrar la toma de agua que se utiliza para regar aguas abajo del r¨ªo Magro para que los submarinistas del Grupo Operativo Especial de Seguridad (GOES) puedan rastrear el fondo de la presa sin riesgo de ser succionados.
Media decena de agentes de los GOES se desplazaron ayer a mediod¨ªa al pantano con su lancha semirr¨ªgida Duarry y sus equipos de inmersi¨®n para iniciar los preparativos. Ya se sumergieron all¨ª en mayo, durante toda una semana, para buscar los restos de Mari Carmen. Los investigadores sospechaban que Nueda los hab¨ªa arrojado all¨ª y encargaron a los GOES que rastrearan la franja pr¨®xima a la orilla de los seis hect¨®metros de agua del pantano. Buscaban al azar muy lejos del punto que se?al¨® ayer el asesino.
Por aquella experiencia, los GOES esperan hoy una b¨²squeda penosa y complicada: recuerdan que, a tres metros de profundidad, los sedimentos en suspensi¨®n imped¨ªan ver a cuatro dedos de la cara y dificultaban su respiraci¨®n; que las linternas apenas ten¨ªan utilidad y ten¨ªan que reconocer los objetos palp¨¢ndolos. Temen que la "voracidad" de las carpas y barbos haya dejado pocos restos del cad¨¢ver.
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