Ingratitudes
J. J. P?REZ BENLLOCH
En el santoral futbol¨ªstico valencianista hay figuras que conmueven por igual a todos los aficionados, incluso a los m¨¢s tibios. Son aquellas que, al margen de sus lindezas art¨ªsticas y solvencia t¨¦cnica, se dejaron -o dejan- la piel sobre el c¨¦sped en defensa del club a cuyo amparo crecieron rindi¨¦ndole el ciento por uno. Por lo general tienen en com¨²n ser productos de esta tierra y haber consumido su vida deportiva defendiendo con pasi¨®n unos mismos colores, que no fueron sino los merengues. Por desgracia, no a todos se les ha rendido el tributo de gratitud debida, y todav¨ªa anda condolida la hinchada m¨¢s veterana por el minuto de silencio que se le neg¨® al legendario Juan Ram¨®n, recientemente fallecido.
Hoy quiero referirme a los desaires que de distinto modo afectan a dos jugadores excepcionales que han tejido la historia del Mestalla. Uno de ellos es Pepe Claramunt, el futbolista mejor dotado probablemente de cuantos han nacido en estos pagos. No necesita tarjeta de presentaci¨®n, pues en realidad sigue a pie de obra. Ya no es el mediocampista inteligente, infatigable y con botas de terciopelo que nos encandilaba, pero s¨ª que ha seguido unido al oficio en su versi¨®n period¨ªstica, en tanto que comentarista de Radio 9 y de otros medios escritos. Un criterio y una firma que son, obviamente, un lujo, pues se trata de alguien que, adem¨¢s de tratar como nadie la pelota, supo como pocos leer un partido y glosarlo para su audiencia y lectores.
Ahora resulta que la radio auton¨®mica ha decidido prescindir de sus servicios despu¨¦s de una caterva de a?os en el tajo. Nada tendr¨ªamos que objetar, por m¨¢s que siempre lo lament¨¢semos como oyentes, si la colaboraci¨®n hubiese concluido civilizadamente, como pudiera ser la causada por la renovaci¨®n de programas u otras propuestas radiof¨®nicas. Nadie es imprescindible, por supuesto. Lo indignante es la manera cicatera en que se ha procedido, forz¨¢ndole a sacudir las alpargatas para salvar su dignidad. Leguleyos arteros e ignorantes, eso es lo que son estos culpables del desm¨¢n, que alguien debiera enmendar recuperando para la radio auton¨®mica el buen juicio y experiencia de este colega.
Otro episodio que nos preocupa es el que protagoniza Paco Camarasa, el tesonero y honrado defensa che que no cuenta con las bendiciones del t¨¦cnico H¨¦ctor C¨²per, poco sutil y menos avispado todav¨ªa para dilucidar qui¨¦n es qui¨¦n en la plantilla y en la cr¨®nica m¨¢s pr¨®xima de la familia valencianista. En este trance ya se ha incurrido en alg¨²n desd¨¦n, innecesario como todos y singularmente injusto en atenci¨®n a la larga lealtad y discreci¨®n sin fisuras del todav¨ªa capit¨¢n blanco. Se comprende que no figure en la alineaci¨®n titular y m¨¢s habitual si no encaja en los planteamientos o querencias -ciertamente chocantes en ocasiones- del entrenador. Pero otra cosa es que se le arroje al olvido con visos humillantes como si de un lim¨®n exprimido se tratase. Quiero creer que el consejo directivo impedir¨¢ un atropello que acabar¨ªa estall¨¢ndole en la cara y que, en todo caso, sonrojar¨ªa a la afici¨®n. Pedro Cort¨¦s, el presidente de la entidad deportiva no podr¨ªa contar siquiera con la atenuante del director de la citada emisora, Anacleto Rodr¨ªguez, que de Valencia y de sus entretelas apenas tiene idea por ser nuevo en la plaza.
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