El Madrid gana pero evidencia su crisis
El equipo blanco, l¨ªder del grupo, no encaj¨® goles por primera vez en varios meses fuera de casa
Asustado por la proximidad del Rayo, el Madrid se dej¨® su munici¨®n m¨¢s valiosa en casa. Y ense?¨® en Molde un once sin sentido y menor. Una alineaci¨®n espantosa que aire¨® a los ojos de Europa la calamitosa situaci¨®n por la que pasa el club, empe?ado d¨ªa a d¨ªa en darle la vuelta a su propia historia, en mancharla con pasajes intolerables. Ante un rival de saldo, un adversario cuya presencia en esta competici¨®n resulta inexplicable, el Madrid estrope¨® m¨¢s si cabe su imagen. No le val¨ªa de nada el resultado, y a esta gente lo dem¨¢s le importa un bledo. As¨ª que salt¨® al c¨¦sped noruego con una suficiencia insultante, como quien entiende que no va con ¨¦l la cosa. De visita por Molde.Toshack, o su famoso pato en el que delega la mayor¨ªa de sus respuestas, dise?¨® una alineaci¨®n rebajada. Llena de defensas, enemiga de la elaboraci¨®n y vac¨ªa de delanteros. Un equipo que no delataba miedo, sino indiferencia, falta de respeto por la camiseta y la competici¨®n. Cinco defensas para sujetar un imaginario peligro rival, tres volantes de contenci¨®n para aumentar las precauciones, un media punta (Seedorf) que sigui¨® el partido con las manos en los bolsillos, movi¨¦ndose a saltitos, y un punta intrascendente, el joven Aranda. Una puesta en escena que m¨¢s bien parec¨ªa un recadito de Toshack a su presidente (no dec¨ªa Lorenzo Sanz que ¨¦sta es la mejor plantilla de Europa, que las bajas no son excusa, pues mire el equipo que tiene).
MOLDE 0
REAL MADRID 1Molde: Bakke; Strande, Singsaas, Lydersen, Fostervold (Dos Santos, m.46); Olsen, Fjortoft, Hestad (Lindbaek, m.60), Tessem; Lund y Hoseth. Real Madrid: Bizarri; Salgado, Julio C¨¦sar, Iv¨¢n Campo, Karanka, Roberto Carlos; Karembeu, Helguera, Sanchis; Seedorf; y Aranda (Etoo, m.55). Gol: 0-1. M 43 . Seedorf pasa adelantado, y en diagonal, a Sanchis, que se interna en el ¨¢rea grande por la izquierda, hace un recorte a un defensa noruego y devuelve el bal¨®n al punto de penalti para que Karembeu remate casi empujando el bal¨®n en lucha con otro jugador del Molde. ?rbitro: Veissieres (Francia). Uno de sus jueces de l¨ªnea fue una mujer. Amonest¨® a Helguera. Noche fr¨ªa, unos cinco grados, en Molde, ciudad de la costa noruega, situada en un fiordo. El lateral izquierdo del Molde, Fostervold, abandon¨® el campo en el descanso al ponerse su mujer de parto.
Claro que el desarrollo del duelo tambi¨¦n dio sensaci¨®n de contener mensaje. El de los futbolistas a Toshack (m¨¢xima pasividad, no fuera a ser que el futuro del t¨¦cnico dependiera de la imagen de ayer), o a Roberto Carlos (el cachondo que dijo en la v¨ªspera que los futbolistas est¨¢n con su t¨¦cnico y que lo iban a demostrar con una actuaci¨®n convincente). Porque el Madrid vivi¨® el partido sin ning¨²n compromiso. Jug¨® con desgana y mal. Con nueve jugadores por detr¨¢s de la pelota (Seedorf actuaba como te¨®rico media punta, pero bajaba a recibir) y sin asociaciones posibles (s¨®lo Sanchis, un tipo que lleva media vida viviendo en su propio campo, se ofrec¨ªa para irrumpir dentro del ¨¢rea contraria). Y por si fuera poco, con un abuso inexplicable de pelotazos que siempre acababan en el bando rival y un amplio muestrario dee imprecisiones.
Media la primera mitad, un tiro de Helguera desde la frontal, y una incursi¨®n de Seedorf (que por una vez se movi¨® hacia adelante), confirmaron que Bakke, adem¨¢s del jardinero del campo, era el portero del Molde. No se conoci¨® m¨¢s actividad ofensiva del Madrid en toda la primera mitad hasta el gol. Un pase interior de Seedorf a Sanchis, el pase de la muerte de ¨¦ste y el remate en solitario de Karembeu. Un tanto que termin¨® de matar el partido. Porque la actuaci¨®n bochornosa del Madrid recib¨ªa para colmo el premio del resultado, y hund¨ªa an¨ªmicamente al Molde.
La segunda parte fue igualmente aburrida, pero con un Madrid ligeramente m¨¢s metido en el asunto. El Madrid est¨¢ paralizado, estancado en una crisis irreversible. Con bajas o sin ellas, el equipo insisti¨® ayer, con una actuaci¨®n deplorable, que la toma de medidas dr¨¢sticas es inevitable. Y Lorenzo Sanz, que ayer sigui¨® la escena desde el palco con una curiosa mezcla de aburrimiento e indignaci¨®n, puso cara de estar ya tambi¨¦n convencido de ello.
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