Piruletas de aceite de oliva
Cuando Paula se levanta por las ma?anas y s¨®lo toma un colacao, porque m¨¢s tarde se come un bocadillo. ?De qu¨¦? "Pues a veces de jam¨®n, de foie gras, y a veces de aceite que ha comprado mi madre en Ja¨¦n".Paula Herrera tiene ocho a?os y va al colegio San Francisco de Paula, en Sevilla. Ayer se encontraron con m¨¢s de una sorpresa. Un cocinero con un gran gorro blanco les estaba esperando para ense?arles a distinguir los gustos: salado, ¨¢cido, amargo y dulce. Cada uno ten¨ªa en la mesa un bocadillo de jam¨®n, una botellita de aceite, un zumo de naranja y dos caracolillos de az¨²car. Ten¨ªan que apuntar los sabores en un papel, a medida que los iban comiendo.
Pero antes hab¨ªa que ponerse un delantal y un gorro como el del cocinero. Comienza la locura. Michael Ware le da vueltas al mandil y no le ve ni pies ni cabeza: "Se?oritaaaaa, ?c¨®mo leches se pone esto?". Desconcierto, gritos, nervios. El cocinero jefe del restaurante Casa Robles se ve obligado a coger dos bandejas met¨¢licas: cuando suena el gong, empieza la prueba. Todos beben zumo de naranja, saborean y lo colocan en el casillero que creen conveniente. La mitad dice que dulce, la mitad que ¨¢cido.
Abren la botella de aceite y en el papel empiezan a aparecer los primeros manchurrones y una anotaci¨®n en la casilla donde pone amargo: "aceite con pan". Macarena, una mu?eca de ojos azules, dice que "el aceite es ¨¢cido porque amargo es el zumo de naranja cuando llega a la garganta". Y mientras, Pablo Coronado pregunta si "van a poner otro bocadillo". Y otro que quiere m¨¢s caracolillos. Y Macarena que prefiere la mantequilla al aceite "porque no te pringas tanto".
Pringue o no, 1.200 ni?os degustaron aceite en Ja¨¦n a la misma hora. El banquete a punto estuvo de desbordar a la organizaci¨®n. Dami¨¢n Salcedo, del restaurante baezano Juanito, casi se arrepinti¨® de haberse enfrentado a tanta fierecilla. Pero hab¨ªa que convencer a los ni?os de que los productos naturales son los m¨¢s sanos. Hasta la piruleta de chocolate que degustaron ten¨ªa aceite de oliva. Saciar el apetito de los peque?os jiennenses ha costado cinco millones de pesetas.
Y callar a un centenar de enanos en Sevilla, m¨¢s de un golpe de bandeja. Cuando acabaron de comer, empez¨® el concurso. Los folios, ya escritos con aceite y chorizo se metieron en un cesto. El premio: una comida en Casa Robles para el ganador y sus padres. "Si me toca a m¨ª me voy a poner p¨²a de jam¨®n", dec¨ªa Pablo. Pero le toc¨® a Paula, que lo que m¨¢s le gusta es el aceite.
Salieron todos haciendo sonar las trompetas que les regalaron. Un griller¨ªo, un esc¨¢ndalo. Un profesor asoma enfadado: "Juan, controla a los de las trompetas, hombre, que aqu¨ª no hay forma de dar clase".
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