El Gobierno m¨¢s poderoso del planeta frente al hombre m¨¢s rico del mundo
En el proceso late una batalla por dominar Internet; quien controle la Red guiar¨¢ la informaci¨®n
En pocas ocasiones la duraci¨®n del recorrido judicial de una demanda deja obsoletas las acusaciones que la iniciaron. Los tr¨¢mites del caso contra Microsoft no han sido especialmente lentos, pero el tiempo parece correr m¨¢s deprisa en el sector de la inform¨¢tica. Los cambios en el mercado son todav¨ªa m¨¢s significativos si se tiene en cuenta que el Departamento de Justicia de EEUU, que dirige Janet Reno, demand¨® a Microsoft, en mayo de 1998, para perseguir un producto que a¨²n no estaba entonces en el mercado, Windows 98.Hubo un momento en el que incluso se especul¨® con la ilegalidad de la publicaci¨®n de este sistema operativo; ahora que llega la primera decisi¨®n judicial, no conviene olvidar que ese producto, inexistente entonces, domina ya el mercado mundial con un grado de hegemon¨ªa incomparable. Y en tres meses se pone a la venta el nuevo Windows 2000, con la misma integraci¨®n del navegador y, por tanto, con la misma osad¨ªa en su camino hacia el dominio absoluto de los programas de navegaci¨®n por Internet.
Bill Gates, el hombre m¨¢s rico del planeta -Forbes le atribuye una fortuna de m¨¢s de 14 billones de pesetas, equivalente al 15% del PIB espa?ol- ret¨® a la justicia con la comercializaci¨®n de Windows 98. El Departamento de Justicia, igual que cualquier aficionado a la inform¨¢tica, sab¨ªa que Windows 98 integra definitivamente el sistema operativo que ha hecho rico a Gates (Windows) con el programa inform¨¢tico de navegaci¨®n por Internet (Explorer), una pr¨¢ctica que est¨¢ en el centro de la demanda del Gobierno de Estados Unidos contra Microsoft. Pero es parad¨®jico que la investigaci¨®n comenzara cuando esta compa?¨ªa decidi¨® incluir el Explorer en Windows 95 y que a¨²n as¨ª Gates, con Windows 98, se permitiera dar m¨¢s argumentos a quienes le acusaban de dominar el mercado con pisadas de gigante.
El n¨²cleo del caso es una acusaci¨®n relativamente simple del Departamento de Justicia de Estados Unidos: la compa?¨ªa Microsoft -dicen quienes la investigaron- ha usado y sigue usando su posici¨®n de poder en un mercado (sistemas operativos: Windows) para dominar otro bien distinto (navegadores: Internet). En ese simple punto de partida arranca un conflicto que sin embargo llega a ser t¨¦cnicamente muy complejo porque mezcla variables inform¨¢ticas en un entorno de legalismos.
La gran mayor¨ªa de las personas que utiliza el ordenador como herramienta de trabajo, de ocio o de comunicaci¨®n, lo hace a trav¨¦s de un programa de Microsoft dise?ado por Bill Gates, es decir, alguna de las versiones de Windows que la compa?¨ªa tiene en el mercado. Esos microsiervos, seg¨²n la denominaci¨®n del escritor Douglas Coupland, est¨¢n atrapados por la facilidad de manejo del entorno inform¨¢tico creado por Gates. Aunque todav¨ªa la inform¨¢tica asuste a los ne¨®fitos, conviene recordar que Gates entr¨® en la historia de la tecnolog¨ªa al ser capaz de hacer f¨¢cil lo dif¨ªcil: cre¨® un lenguaje que hac¨ªa posible que el hombre hablara con la m¨¢quina. Primero fue el MS-DOS y luego Windows en sus diferentes versiones.
S¨®lo un diminuto grupo de usuarios (por melancol¨ªa o por refinamiento) sigue aferrado todav¨ªa a otros sistemas y otros ordenadores que se resisten al imperio Gates. Son, por ejemplo, los usuarios de ordenadores Apple, seguros de que estas m¨¢quinas son mejores que los PC (ordenadores personales) y convencidos, por supuesto, de que el hombre m¨¢s rico del mundo copi¨® el sistema operativo de los Apple para crear su Windows. En efecto, presentan evidentes similitudes, pero esa es otra historia, y est¨¢ bien documentada en la literatura tecnol¨®gica contempor¨¢nea.
Apareci¨® entonces Internet. Lo que en principio era una peque?a conexi¨®n entre varios ordenadores de instituciones militares, administrativas y universitarias se convirti¨® en poco tiempo en el mayor fen¨®meno de la comunicaci¨®n de fin de siglo. Tan r¨¢pida fue aquella evoluci¨®n que s¨®lo unos pocos consiguieron predecirla. Una peque?a empresa -Netscape- hizo con Internet lo que Bill Gates con Windows: crear un lenguaje inform¨¢tico sencillo, visual, para facilitar el acceso a la informaci¨®n de la Red.
Muchos piensan que Gates lleg¨® tarde a Internet; no supo valorar lo que la Red significaba y se subi¨® al tren en marcha. Ahora le acusan de querer llevar el tren a sus estaciones y de echar a los pasajeros que le son inc¨®modos.
Cuando Internet empezaba a ser lo que es hoy en d¨ªa, casi todos los que se asomaban a la Red lo hac¨ªan usando ese peque?o programa de Netscape que se vend¨ªa a un precio muy asequible y que tambi¨¦n hizo rico a su creador.
De repente Microsoft decidi¨® entrar en el sector de los navegadores con una estrategia demoledora: comenz¨® a regalar su programa de navegaci¨®n por Internet, el Explorer. Todo aquel que instala en un ordenador el sistema operativo Windows (es decir, nueve de cada diez ordenadores) ve c¨®mo en su pantalla -el llamado escritorio de Windows- aparece un peque?o icono con la palabra Internet. Dos pulsaciones en ese icono conducen al navegante hacia la Red a trav¨¦s del navegador de Microsoft. Gates consegui¨® que cada usuario de Windows 95 fuera tambi¨¦n un usuario de Explorer, situaci¨®n que se prolonga y consolida con cada usuario de Windows 98. ?Qui¨¦n va a comprar el programa de Netscape para navegar si tiene gratis el de Microsoft?
Hace algo m¨¢s de dos a?os, todav¨ªa tres de cada cuatro usuarios navegaban por Internet usando el programa de Netscape. Sin embargo, en menos de un a?o Microsoft logr¨® que su programa de navegaci¨®n por Internet dominara tambi¨¦n ese mercado.
Esto, para el Departamento de Justicia de Estados Unidos, es una pr¨¢ctica monopol¨ªstica. Microsoft fue acusada de usar su posici¨®n dominante en el terreno de los sistemas operativos -Windows- para acaparar el mercado de los programas de navegaci¨®n por Internet. Y parece que lo consigui¨®. Gates se defiende siempre con un argumento: Windows es como un coche, y el Explorer es como el dep¨®sito de aceite; no querr¨¢n ustedes, dice Gates, que vendamos coches sin dep¨®sito de aceite. Este debate es el coraz¨®n del conflicto que enfrenta a la compa?¨ªa m¨¢s poderosa del mundo con el Gobierno m¨¢s poderoso del planeta.
La victoria de Microsoft sobre Netscape provoc¨® severos problemas econ¨®micos a esta compa?¨ªa que -se dijo entonces- podr¨ªa haber llegado a rivalizar con la de Bill Gates. Netscape acab¨® absorbida por la empresa que posee el mayor n¨²mero de suscriptores a un servicio de acceso a Internet, America Online, que, paradojas del destino, est¨¢ obligada por contrato con Gates a dar a sus clientes el navegador de Microsoft.
Al margen de la guerra de los navegadores, el proceso contra Microsoft ha dejado entrever algunas de las pr¨¢cticas comerciales de la compa?¨ªa, pinceladas de dominio que desvelaron durante los 76 d¨ªas de juicio antiguos amigos del sector: supuestas presiones sobre los fabricantes de ordenadores; supuestas presiones sobre los proveedores de Internet; presuntas pr¨¢cticas poco ¨¦ticas; supuestas amenazas...
Ahora que el proceso entra en su fase final tampoco se debe olvidar que no es s¨®lo Internet lo que se debate judicialmente: parece evidente que aqu¨¦l que controle Internet tambi¨¦n tendr¨¢ en sus manos buena parte del control de la publicidad y la distribuci¨®n de informaci¨®n. El Explorer gu¨ªa amablemente a los internautas hacia ciertos lugares de la Red.
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