La Real derrama su adrenalina Clemente comienza su obra con goles, presi¨®n y trabajo sin l¨ªmite

Clemente ha comenzado su obra en la Real con los cimientos habituales: una presi¨®n axfisiante, una entrega absoluta, una dedicaci¨®n exclusiva al trabajo en todo el campo. La Real ya es un equipo reconocible de la manufactura del clementismo, que ayer sancion¨® su aspecto tribal con un f¨²tbol tan agresivo como vertical y una resoluci¨®n tan directa como equitativa: marc¨® tanto como fall¨®.De su nuevo trazo se desprenden algunas conclusiones. sorprendentes. Sa Pinto, el futbolista m¨¢s an¨¢rquico de la Real, se ha colectivizado y ayer firm¨® una actuaci¨®n tan brillante como solidaria. Mutiu puede erigirse en el amigo, tambi¨¦n solidario de Juan G¨®mez, conformando el muro gran¨ªtico en el que suelen fundamentarse los equipos de Clemente.

Lo dem¨¢s era sabido. Un equipo agobiante, extenuante que acab¨® extenuado, muy abierto que fulmin¨® al Valladolid en un suspiro. El equipo castellano sali¨® asustado y acab¨® cosido por los cuatro costados. Manzano hab¨ªa advertido que no quer¨ªa ser el b¨¢lmaso de la heridas realistas. Misi¨®n imposible. Tres defensores lentos y de cintura suelta son una invitaci¨®n demasiado golosa para un equipo el¨¦ctrico, potente y que cuenta con la habilidad de De Pedro y Sa Pinto para discurrir por las autopistas. La otra zurda solemne del partido era Rodrigo, pero el brasile?o fue un fiasco: estuvo como ausente y permiti¨® jugar a placer a De Paula y Rekarte por su costado. La Real tard¨® media hora en hacer gol. Diez minutos despu¨¦s sentenci¨® el partido con un dudoso tanto de Sa Pinto.

Pero sigui¨® corriendo, fruto de la ansiedad y del nuevo manual de estilo que sanciona el relajamiento de forma sumaria. El p¨²blico de Anoeta aparc¨® todas sus dudas y se divirti¨® con el estruendo de su equipo. Otro gol de De Paula, dos remates de Bonilla, otro de Barkero. Una fuente inagotable ante un rival que s e hab¨ªa despedido hac¨ªa mucho tiempo. La adrenalina se desparram¨® por el campo, por la grada e incluso por el banquillo. Clemente, tieso como una vela, encaj¨® los goles con una seriedad germ¨¢nica. Y al final hizo part¨ªcipes a los periodistas del ¨¦xito.