El agotamiento de los estatutos
En un informe sobre Espa?a de la Intelligence Unit del The Economist, y refiri¨¦ndose al Estado de las Autonom¨ªas, se dice textualmente: "En el plazo de 20 a?os el pa¨ªs se ha transformado de uno de los Estado europeos m¨¢s centralizados en uno de los m¨¢s descentralizados". Y a?ade: "Este complicado y pol¨ªticamente delicado proceso ha sido un logro notable y un notorio ¨¦xito popular". No es poco si se considera el tono austero de la literatura anglosajona. Y lo mejor es que es cierto y la prueba es la alta legitimidad de que goza el Estado de las Autonom¨ªas -que exhiben todos los sondeos de opini¨®n p¨²blica- y que es estudiado con inter¨¦s por numerosos expertos extranjeros. Hoy las CC AA gestionan casi el 30% del gasto p¨²blico y en breve ese porcentaje superar¨¢ el 35%. Ha sido un ¨¦xito y goza de notable legitimidad, que crece a medida que pasa el tiempo.Pues bien, lo parad¨®jico es que ese Estado de las Autonom¨ªas parece ser un ¨¦xito donde no lo necesit¨¢bamos y no lo es donde era necesario. El Estado de las Autonom¨ªas es, sin duda, resultado de la presi¨®n de los nacionalismos catal¨¢n y vasco, que buscaban un acomodo en la arquitectura pol¨ªtica de Espa?a. De no ser por ellos, hoy tendr¨ªamos una simple descentralizaci¨®n administrativa, si acaso. De modo que Espa?a se embarc¨® en una profund¨ªsima modificaci¨®n de su arquitectura estatal tradicional, profundamente centralista, para poder solucionar el problema de los nacionalismos perif¨¦ricos. Y hete aqu¨ª que quienes hoy rechazan el Estado de las Autonom¨ªas y sus propios Estatutos son esos mismos nacionalismos. El Estatuto de Sants se ha "secado", se?alaba Pujol a comienzos de 1999. Y el PNV hace ya un par de a?os que ha decretado la muerte del Estatuto de Guernica para seguir a ETA en la arriesgada pirueta del Pacto de Estella.
Esto es singular. Jam¨¢s en su historia, al menos jam¨¢s desde los Decretos de Nueva Planta, ha tenido Catalu?a un nivel de autogobierno mayor. Jam¨¢s Euskadi ha tenido el actual grado de reconocimiento pol¨ªtico. Dif¨ªcilmente se puede sostener, tras 20 a?os de autogobierno, que la identidad catalana o vasca peligran, que sus lenguas est¨¢n en riesgo de extinci¨®n -m¨¢s del 90% de los ciudadanos de Catalu?a hablan catal¨¢n y algo menos del 30% de los vascos hablan euskera- o que no disponen de mecanismos de autogobierno cuando Euskadi gestiona la totalidad de sus impuestos y Catalu?a el 30%. De hecho, no s¨®lo gozan de cotas alt¨ªsimas de autogobierno all¨ª, es que adem¨¢s participan del Gobierno de Madrid, CIU desde 1993 y el PNV desde 1996. Todo ello carece por completo de sentido y simplemente no resulta cre¨ªble.
No es, pues, de sorprender que quienes van dejando de creer en el victimismo sean los propios votantes, que parecen estar cada d¨ªa m¨¢s satisfechos con lo que insatisface a algunos de sus representantes. El nacionalismo vasco dif¨ªcilmente supera el 50% de los votos y, a pesar del empecinamiento del cada d¨ªa mas atrabiliario Arzalluz, la mayor¨ªa de los vascos (mas del 70%) tienen una opini¨®n favorable del Estatuto y una cifra pr¨®xima al 50% apoya la Constituci¨®n.Y en Catalu?a la situaci¨®n es todav¨ªa m¨¢s clara: los nacionalistas acaban de obtener menos del 50% de los votos con un claro descenso, la valoraci¨®n de Catalu?a como Comunidad Aut¨®noma de Espa?a ha ascendido nada menos que 8 puntos, situ¨¢ndose ya en la mayor¨ªa absoluta (el 55%). Y, por supuesto, la mayor¨ªa absoluta rechaza toda veleidad de independencia.
De modo que ?a qui¨¦n representan o para qui¨¦n gobiernan esos nacionalistas que exigen soberan¨ªa (compartida o no) y declaran muertos los Estatutos gracias a los cuales gobiernan? ?Por qu¨¦ persisten en perseguir unos objetivos que la poblaci¨®n rechaza? ?Cu¨¢ndo tendr¨¢n la valent¨ªa y la honradez de hacerlos expl¨ªcitos en sus programas electorales para comprobar, de una vez, el apoyo real que esas opciones tienen? Y, sobre todo, ?cu¨¢ndo dejar¨¢n de solicitar autogobierno sobre "sus" territorios cuando lo que obtienen es gobierno a secas, y sobre todos nosotros? Pues los Estatutos, ciertamente, se est¨¢n agotando, pero en sentido contrario: agotados como estratagema victimista.
e.lamo@iuog.fog.es
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