Wittenberg, coraz¨®n de la protesta
Crisis econ¨®mica y brotes de racismo empa?an la buc¨®lica ciudad de Lutero
"Lutero no da de comer". Los habitantes de Wittenberg resumen con esta frase el esp¨ªritu de los tiempos en la ciudad que fue cuna del protestantismo en el siglo XVI y, casi quinientos a?os m¨¢s tarde, uno de los centros de la protesta de la oposici¨®n religiosa contra el sistema comunista en la RDA.Fue en la Iglesia del Castillo de Wittenberg donde Lutero anunci¨® sus 95 tesis contra la venta de Indulgencias el 31 de octubre de 1517, y fue aqu¨ª donde el p¨¢rroco Friedrich Schorlemmer y un grupo de pacifistas de la Iglesia Evang¨¦lica presentaron sus "20 tesis para la democratizaci¨®n de la RDA" el 31 de octubre de 1988, un a?o antes de la revoluci¨®n pac¨ªfica de oto?o.
La RDA fue absorbida por la RFA y la iglesia del Castillo est¨¢ hoy rodeada de andamios. Las huellas de la restauraci¨®n son visibles en el casco antiguo de esta villa de 50.000 habitantes. En una de las casas del pintor Luchas Cranach el Viejo, otro coet¨¢neo de Lutero, cuelgan estos d¨ªas recuerdos del pasado: pancartas contra los misiles de la OTAN, proclamas a favor de una franja desnuclearizada en Centro Europa y fotos de las ofrendas florales a un tanque sovi¨¦tico T-34, que acab¨® siendo derribado de su pedestal. No lejos hay un anticuario de libros. En su vitrina, el libro Perestroika y Nuevo Pensamiento para nuestro pa¨ªs, de Mija¨ªl Gorbachov.
Wittenberg es meta obligada para cualquier ruta por la historia de los conflictos pol¨ªticos y religiosos en la Europa del siglo XVI. Sin embargo, los turistas visitan las iglesias y los museos, y continuan viaje, hacia Leipzig, a 70 kil¨®metros, o hacia Berl¨ªn, a 100 kil¨®metros.
El paro es el problema m¨¢s grave tanto de Wittenberg, como del land (Estado) de Sajonia-Anhalt al que pertenece. Oficialmente, el desempleo afecta a un 21% de la poblaci¨®n activa local, y afectar¨ªa al 31% de no ser por el generoso programa de medidas de fomento del empleo y recapacitaci¨®n profesional subvencionadas por el Estado, seg¨²n Reiner Haseloff, el director de la Oficina de Empleo municipal. Por el n¨²mero de puestos de trabajo, las dos principales compa?¨ªas de Wittenberg son dos empresas p¨²blicas que desmontan viejas infraestructuras industriales y militares y sanean edificios. S¨®lo despu¨¦s viene la f¨¢brica de abonos nitrogenados, SKW Piesteritz, una empresa privatizada en 1993, cuya plantilla (8000 trabajadores antes de la reunificaci¨®n) ha quedado reducida a menos de una d¨¦cima parte.
En ¨¦poca de la RDA, Wittenberg era un importante centro de industria qu¨ªmica. La SKW Piesteritz exportaba su mercanc¨ªa a la URSS y los socios del COMECON (mercado com¨²n socialista) y se beneficiaban de las materias primas baratas. Con la llegada del marco occidental en julio de 1990, todo cambi¨®.
El nuevo propietario, la empresa SKW Trostberg de Baviera (una filial del consorcio VIAG), impuso sus condiciones y recort¨® dr¨¢sticamente la plantilla. Durante cinco a?os la Treuhand (la empresa privatizadora de los bienes de la RDA) y su sucesora ha ayudado a la SKW. El fin del periodo de gracia incrementa la inquietud entre los trabajadores. Una nueva reducci¨®n de plantilla, decidida en abril, va a enviar a la jubilaci¨®n anticipada o al paro a otros 160 trabajadores.
La buc¨®lica apariencia de Wittemberg es enga?osa. Mouhammed Abdoul-Razan, el africano,procede de Togo y reside en Wittenberg desde 1992. Dos veces ha sido atacado este a?o por un grupo de racistas cuando regresaba a su casa, en un barrio perif¨¦rico. "S¨®lo un vecino se atrevi¨® a llamar a la polic¨ªa, pero primero, mientras me pegaban, me pregunt¨® si consideraba necesario hacerlo", relata.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.