"Es triste pero imprescindible que Europa restrinja la inmigraci¨®n"
Los pa¨ªses desarrollados no son los malos de la pel¨ªcula, pero la complejidad de los Estados desarrollados de bienestar impiden abrir las puertas de par en par a la inmigraci¨®n para compensar el decrecimiento demogr¨¢fico. ?sta es una de las ideas que sostiene Massimo Livi Bacci, 63 a?os, profesor de Demograf¨ªa en la Universidad de Florencia que hoy recibe el t¨ªtulo de Doctor Honoris Causa en la Universidad Complutense de Madrid.Pregunta. ?Es admisible que se hagan pol¨ªticas pronatalistas mientras se cierran las puertas a la inmigraci¨®n?
Respuesta. Una cosa es la presi¨®n migratoria y otra el problema demogr¨¢fico interno. No se puede formular una soluci¨®n tan f¨¢cil de que como aqu¨ª hay poca gente, que vengan de fuera para compensar. El mundo moderno es muy restrictivo en contra de la migraciones y va a serlo m¨¢s todav¨ªa; aunque Europa tenga necesidad de migraciones.
P. ?Por qu¨¦?
R. Inevitable y tristemente tiene que ser as¨ª. Mire, cuando los emigrantes europeos iban a EEUU hace cien a?os llegaban a un pa¨ªs m¨¢s o menos rico, pero ellos no participaban de sus beneficios p¨²blicos. Lo que el sector p¨²blico de EEUU pagaba hace cien a?os representaba el 5% o el 10% de la renta nacional. Redistribu¨ªa muy poco. Ahora, uno llega a Espa?a o a Italia, pa¨ªses donde la mano p¨²blica redistribuye el 50% de la renta nacional. ?sa es la raz¨®n que impone a los pa¨ªses ricos seleccionar a los que llegan.
P. Porque si no lo hacen peligra el estado de bienestar...
R. Efectivamente. No se trata de decir que los pa¨ªses ricos son malos. O ego¨ªstas. Bueno, s¨ª, claro que son ego¨ªstas. Todo el mundo que tiene bienestar es ego¨ªsta.
P. A nivel global parece haber desaparecido la temida amenaza de la bomba demogr¨¢fica.
R. La amenaza persiste. Lo que pasa es que el crecimiento del mundo pobre ha sido temporal: baja de mortalidad, ajuste lento de la calidad de vida y, en el intervalo, fuerte alto ¨ªndice de natalidad. Lo que ocurre de nuevo en los a?os 90 es que la difusi¨®n de comportamientos nuevos y, por tanto, el decrecimiento de la natalidad, ha sido mucho m¨¢s r¨¢pida de lo esperado. Pa¨ªses como Brasil, por ejemplo, han bajado a poco m¨¢s de dos hijos por mujer, lo que era impensable hace diez a?os. La tasa de crecimiento sigue siendo elevada, pero la tendencia, que es lo importante, ha cambiado.
P. ?Qu¨¦ ha provocado ese cambio de comportamiento?
R. La cabeza de la gente es la que ha cambiado. El horizonte, tambi¨¦n. Primero: los hijos sobreviven. Ya no hay que fabricar seis hijos para tener dos. Necesitan escuelas. Hay que invertir en la calidad de los hijos: en su instrucci¨®n y su salud. Y para poder invertir en todo ello hay que tener menos hijos. La educaci¨®n, y en especial la de la mujer, ha sido fundamental. Una sociedad que permite a los ancianos sobrevivir sin necesitar a las generaciones siguientes permite no invertir todo en muchos hijos para que te mantengan cuando seas viejo. Y hay modelos nuevos que se difunden r¨¢pidamente.
P. ?Por qu¨¦ Italia y Espa?a son los campeones en la baja natalidad?
R. Es un asunto espec¨ªfico de las sociedades mediterr¨¢neas, que han vivido una transformaci¨®n muy r¨¢pida. En s¨®lo 30 a?os las mujeres han pasado de no pensar en el mercado laboral como soluci¨®n a creer que no hay otro modo de vida. Y la sociedad no se ha adaptado a¨²n a este cambio en t¨¦rminos de estructuras b¨¢sicas. El otro factor es que los latinos tienen proyectos de vida muy claros. Hay que terminar los estudios, tener trabajo -los dos de la pareja-, tener la casa y, despu¨¦s, pensar en ese proyecto com¨²n. Una vez culminada toda esa larga etapa es cuando se decide tener hijos. Hay un retraso en la vida de los j¨®venes mediterr¨¢neos. Es muy latina la idea de que uno se casa con todo puesto y, por tanto, disponer de trabajo es imprescindible. As¨ª que el hecho de que la mujer deba quedarse en casa no es, parad¨®jicamente, buena cosa para la reproducci¨®n. Porque es retrasar la llegada de la seguridad, que llega con el sueldo o el doble sueldo.
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