Estampitas
JULIO SEOANE
Valencia se est¨¢ poniendo imposible en esto de los premios. ?ltimamente hay premios para dar y tomar. Premios de octubre, pero tambi¨¦n de noviembre y de diciembre. Premios que se recogen como si no se recogieran, casi vicarios, a hurtadillas. Premios literarios y econ¨®micos, pero casi siempre pol¨ªticos. Premios que producen tanta euforia que hasta hacen prometer mayor felicidad per c¨¢pita, total nada. Es tan larga la lista de premios como la nariz de Bergerac, las siete tribus de los premios eran.
El af¨¢n desmesurado de premiar es una tendencia extra?a, al menos socialmente. Casi siempre se produce en ¨¦pocas de mala conciencia, como si se tratase de un mecanismo de compensaci¨®n. En el mejor de los casos es una moda, como el intercambio de estampitas y sellos en el hospital de La Monta?a M¨¢gica, cuando el aburrimiento era el primer s¨ªntoma del deterioro de la comunidad.
Deber¨ªamos estar atentos para saber si este abarrote de premios es exclusivo de Valencia o se produce tambi¨¦n en el resto del territorio electoral. Estamos en plena ¨¦poca de esc¨¢ndalos, de corrupciones y esto casi siempre produce premios, una especie de perfume para disimular la putrefacci¨®n ambiente.
Hasta hay gentes que premian la unidad, despreciando seg¨²n parece la diversidad, aunque sea una diversidad de la que el valenciano tambi¨¦n es parte integrante. La defensa de la unidad es un premio demasiado gordo y dif¨ªcil de digerir para las ¨¦pocas que corren. Adem¨¢s, lo hacen por razones cient¨ªficas, seg¨²n dicen. Realmente, y aunque la frase no sea de premio, la ciencia es al conocimiento lo que la iglesia a la religi¨®n. En cualquier caso, tanta unidad puede llegar a producir miedo y, si me equivoco, estoy dispuesto a rectificar.
Esta abundancia de estampitas, premios o recompensas nos conduce con frecuencia a la ambig¨¹edad. Por ejemplo, ya no sabemos si las stock options o sobresueldos son premios a la constancia, algo parecido a lo que se hac¨ªa antes con la natalidad, o simplemente es corrupci¨®n p¨²blica y abuso deshonesto. Claro que el sobresueldo, ya sea premio o mordida, no siempre se traduce en dinero. Tambi¨¦n es sobresueldo utilizar la instituci¨®n que se dirige como plataforma de lanzamiento y de acoso social y pol¨ªtico. Lo dicho, ambig¨¹edad y estampitas como procedimiento de timo.
En definitiva, los nuevos estrategas de campa?a han decidido que el esc¨¢ndalo pol¨ªtico, aunque es desagradable y tiene efectos no deseados, sigue siendo eficaz. La novedad consiste en completar la estrategia con un abundante reparto de premios, para evitar los da?os colaterales y el aumento de cinismo pol¨ªtico, demostrando as¨ª que no todos son iguales. Ellos son los corruptos, sean quienes sean ellos, mientras que entre los nuestros hay excelencia, m¨¦ritos y recompensas. Se acab¨® el ventilador, ahora es aire climatizado, pol¨ªticamente personalizado, a gusto del consumidor.
Existe un peque?o error en el argumento. El dinero mal empleado no es de unos o de otros, es el de todos. El deterioro en educaci¨®n, sanidad, bienestar o, simplemente, en ilusi¨®n y confianza, sigue siendo de todos. Las recompensas y los premios no son de todos, son de algunos. La nueva estrategia es el timo de la estampita. Necesitamos saber qui¨¦n gobierna mejor y no qui¨¦n lo hace peor.
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