Ay¨²delo, presidente
E. CERD?N TATO
Esa criatura, se?or presidente, incorpor¨® su ternura al mundo, en el vuelo ensangrentado del c¨®ndor. Cu¨¢nta inclemencia y qu¨¦ iron¨ªa. Usted conoce el memor¨¢ndum: "Ac¨¢ no sobra ni falta palabra", y dijo que se ocupaba del caso. Y ya ve, se le enturbia la memoria. Qu¨¦ cosas, ?verdad, se?or presidente? Pero esa criatura es verso y es historia; y la historia finalmente descubre el crimen y toda su complicidad. Porque no pasa p¨¢gina el silencio, cuando un hombre se resuelve en denuncia, por su carne insumisa y desollada. Ese hombre se llama Juan Gelman. Y es poeta, periodista y dice vos. Un d¨ªa, por el r¨ªo San Fernando, descendieron los despojos de su hijo: ten¨ªa en la nuca, en plomo, la r¨²brica de los jiferos de la dictadura. Argentina era un paisaje de restos. Tambi¨¦n Juan Gelman supo de su nieto o de su nieta. Y le escribe una carta: "Habr¨¢s nacido un d¨ªa de octubre de l976, en un campo de concentraci¨®n del ej¨¦rcito, el Pozo de Quilmes, casi seguramente. Tu padre se llamaba Marcelo. Tu madre, Claudia. Los dos ten¨ªan 20 a?os y vos, siete meses en el vientre materno, cuando esto ocurri¨®. Me resulta muy extra?o hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron. No s¨¦ si sos var¨®n o mujer. S¨¦ que naciste. Me lo asegur¨® el padre Fiorello Cavalli, de la Secretar¨ªa de Estado del Vaticano, en febrero de l978. Desde entonces me pregunto cu¨¢l habr¨¢ sido tu destino". Y le dirigi¨® una carta a usted, se?or Sanguinetti, presidente de la Rep¨²blica Oriental del Uruguay, donde, y as¨ª consta en el memor¨¢ndum, fue trasladada Claudia, en un operativo del Plan C¨®ndor. All¨ª dio a luz. Luego fue asesinada, y la criatura entregada a alg¨²n sicario de la dictadura. "Ese crimen contra un ser indefenso no s¨®lo corta su filiaci¨®n: tambi¨¦n lo desaloja de la historia". Juan Gelman y su esposa no desisten. Jos¨¦ Saramago le escribi¨® a usted, desde la ¨¦tica, el compromiso y la humanidad: "Ay¨²delo a encontrar a su nieto". Y ahora lo hago yo, como tantos otros. Se?or presidente, ayude a Juan Gelman. Y si no, no ponga su conciencia en el fregadero: lo envenenar¨ªa.
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