La ¨¦tica y la ciencia econ¨®mica en la era de la corrupci¨®n
Corruptors i corruptes, el libro del economista Josep Verg¨¦s que acaba de publicar Quaderns Crema, naci¨® a causa de la corrupci¨®n, y quiere explicar c¨®mo se justifican los corruptores y los corruptos. Verg¨¦s apunta que la corrupci¨®n es la negaci¨®n de la democracia y la puerta abierta al despotismo: "Si la corrupci¨®n es despotismo al pasar de una dictadura a una democracia, Espa?a deber¨ªa haber cambiado la corrupci¨®n por la honestidad p¨²blica, pero no ha sido as¨ª. Al final del socialismo de estado -seg¨²n la expresi¨®n utilizada por el propio autor- y despu¨¦s, con el mismo PP, han ido surgiendo casos escandalosos de corrupci¨®n presentados como actos aislados y de mal comportamiento individual".Frente al blindaje de los poderes, el autor propone abordar el problema en la misma ra¨ªz de la sociedad actual, rechazando un modelo que premia el eufemismo y convive con el silencio c¨®mplice. Verg¨¦s busca los culpables en el intervencionismo econ¨®mico: "La enorme expansi¨®n del Estado de bienestar ha permitido que la corrupci¨®n se extienda; y un buen ejemplo lo constituye el hecho de que el mismo general Franco hizo una fortuna importante gracias a su discreto sueldo de militar, mientras que m¨¢s recientemente el falso economista y director de la Guardia Civil, Luis Rold¨¢n, rob¨® miles de millones con una declaraci¨®n de renta negativa".
Resulta innegable que el liberalismo, tal como ahora se conoce, expresa en gran medida el triunfo de la democracia pol¨ªtica y del mercado econ¨®mico. Verg¨¦s argumenta por vez primera que el concepto de econom¨ªa en su sentido m¨¢s noble empez¨® a formularse hace cinco siglos en la Escuela de Salamanca, "aunque la Inquisici¨®n, el protestantismo y el racionalismo de la Ilustraci¨®n se encargaron de hacernos olvidarlo". Los mismos economistas, inquiere Verg¨¦s, "han ido liquidando despu¨¦s el precio justo de las cosas, el justiprecio".
Para socorrer su apego a las dosis de liberalismo puro, Verg¨¦s reivindica la estela doctrinal de Friedriech Hayek, el genial economista austriaco que descubri¨® el origen de la econom¨ªa precisamente en la Escuela de Salamanca, especialmente en Luis de Molina, un profesor de ¨¦tica del siglo XVI en cuyas investigaciones el mismo Joseph Schumpeter ha cre¨ªdo encontrar afinidades con el cl¨¢sico ingl¨¦s, John Stuart Mill.
Corruptors i corruptes, todo un serm¨®n moral en honor de las doctrinas econ¨®micas, es tambi¨¦n una compilaci¨®n magm¨¢tica en la que conviven cl¨¢sicos y neocl¨¢sicos, como si se tratara de un baile de m¨¢scaras creado para conjurar el peligro socialista. A criterio del autor, el intervencionismo, que ha dominado la econom¨ªa desde las grandes guerras europeas, es un racionalismo disfrazado de aire cient¨ªfico. "Las aportaciones excesivas del Estado son la justificaci¨®n pol¨ªtica de la inmoralidad", afirma categ¨®rico. Dicho esto ¨²ltimo, remata inmisericorde: "Gracias a la intervenci¨®n macroecon¨®mica, la misma que fund¨® lord Keynes, nacieron las conductas inmorales de los pol¨ªticos de hoy".
El autor de Corruptors i corruptes siega con amor las malas hierbas que entorpecen el mercado; pero, en este empe?o, se sit¨²a m¨¢s cerca de la teodicea que de la mano invisible del fundador de la ciencia econ¨®mica, Adam Smith.
Verg¨¦s obtuvo su m¨¢xima distinci¨®n acad¨¦mica, la de doctor, hace unos a?os en la Universidad de Barcelona y su director de tesis le anim¨® entonces a presentarse a las oposiciones de c¨¢tedra, "no porque creyera que la Universidad no era corrupta, sino porque reclamaba mis derechos". El balance fue mucho peor de lo que jam¨¢s hubiese imaginado porque, seg¨²n explica, el rector de la Universidad de Barcelona, Antoni Caparr¨®s, anul¨® su concurso y el catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica Joan Hortal¨¤ -"que compagina su departamento con la presidencia de la Bolsa de Barcelona", recuerda Verg¨¦s- pas¨® por el rid¨ªculo acad¨¦mico de convocar un segundo concurso. Adem¨¢s de no perdonar a la Academia, Verg¨¦s echa mano de la dolorosa memoria: mientras le¨ªa su tesis ante el tribunal, su propio padre, Josep Verg¨¦s Matas, de 89 a?os, que fue fundador y propietario de la desaparecida revista Destino y editor de Josep Pla, tuvo que sentarse en los pasillos de la Facultad de Econ¨®micas, porque no le dejaron entrar en el aula. "Le ignoraron; no le conoc¨ªan y los doctores universitarios son as¨ª de prepotentes", resume Verg¨¦s.
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