Marjal
JUANJO GARC?A DEL MORAL La naturaleza, adem¨¢s de sabia, es tozuda, y las aguas, superando los obst¨¢culos que en nombre de la civilizaci¨®n y el progreso les pone el hombre, casi siempre vuelven a su cauce. No en vano, han empleado millones de a?os de trabajo para labrarse un camino hasta el mar. El hombre ha intentado, a veces con ¨¦xito, modificar esos cauces, dome?arlos; pero ha fracasado casi siempre cuando ha tratado de frenar el natural discurrir de las aguas, que arrasan con cualquier impedimento que se les ponga a su paso. De eso sabemos mucho en esta tierra propensa a las lluvias torrenciales y a las consiguientes riadas, lo que, sin embargo, no impide que una y otra vez se caiga en la tentaci¨®n de invadir barrancos y torrenteras: casas, carreteras y otros impedimentos que dificultan el natural discurrir de las aguas se convierten entonces en v¨ªctimas de la caprichosa querencia del agua por seguir su curso ancestral. Pasa lo mismo con los marjales. ?stos sufren los efectos de un proceso natural de sedimentaci¨®n que desde hace millones de a?os los deseca y reduce de forma tan imperceptible como implacable. Pero el hombre trata de acelerar el proceso y mete mano en el marjal, intenta desecarlo para construir o para cultivar, sin tener en cuenta que se arriesga a perderlo todo en un santiam¨¦n porque olvida que es una zona inundable que muchas veces est¨¢ por debajo del nivel del mar.
Es lo que ha sucedido en Pego. Casi todo el esfuerzo realizado para desecar el marjal se ha ido al garete gracias a la lluvia del pasado viernes: los 300 litros por metro cuadrado que se midieron en Pego en unas pocas horas han vuelto a poner las cosas en su sitio y el marjal luce estos d¨ªas todo su esplendor. Las bombas que se han utilizado en los ¨²ltimos tiempos para intentar desecarlo est¨¢n ahora bajo las aguas, lo mismo que las zonas que se quer¨ªan habilitar para el cultivo de hortalizas. As¨ª, el Ayuntamiento que preside el pol¨¦mico alcalde Carlos Pascual ha visto malbaratado todo el dinero invertido en su empe?o. La sabia naturaleza ha puesto las cosas de nuevo en su sitio. Ha sido m¨¢s efectiva que la Administraci¨®n, incapaz de poner freno al expolio impune de ese valioso enclave natural.
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