Las medidas del Gobierno cubano impiden una c¨¢lida acogida al Rey en las calles
El rey Juan Carlos pudo ayer cumplir un antiguo deseo: ser el primer monarca espa?ol en recorrer las calles del casco hist¨®rico de La Habana, que conserva como ninguna otra capital de Am¨¦rica la huella de la mejor herencia cultural espa?ola. Don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa, acompa?ados en todo momento por el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y Ana Botella, se vieron privados del calor popular, ya que las calles hab¨ªan sido cerradas al tr¨¢fico y al p¨²blico para que la delegaci¨®n que asiste a la Cumbre Iberoamericana pudiera recorrerlas sin problemas.
La ausencia de Fidel Castro, al que se esperaba en alguna parte del recorrido, reflej¨® la frialdad por la que atraviesan las relaciones entre los dos pa¨ªses y contrast¨® sobremanera con el gesto de deferencia del presidente cubano hacia don Juan Carlos, a quien fue a recibir al aeropuerto y despu¨¦s llev¨® en su autom¨®vil oficial hasta la residencia del embajador de Espa?a, donde Castro entr¨® sin ser invitado y regal¨® al monarca un cuadro del pintor cubano Manuel Sosabravo. La visita est¨¢ repleta de gestos por ambas partes, reflejos de la tensi¨®n subterr¨¢nea que ha rodeado esta visita real desde el comienzo de su planificaci¨®n.La previsi¨®n del ministro de Exteriores cubano, Felipe P¨¦rez Roque, de que el Rey iba a tener dificultades para soportar el calor humano cuando recorriera La Habana, no se cumpli¨® en absoluto. Y esa falta de gente, uno de los escas¨ªsimos bienes que el Gobierno cubano puede poner en grandes cantidades en cualquier momento, se interpret¨® como una respuesta diplom¨¢tica a las duras declaraciones de Aznar contra el r¨¦gimen cubano horas antes de visitar La Habana.
Un funcionario cubano que acompa?aba a la comitiva espa?ola declar¨® que la reacci¨®n popular hubiera sido muy distinta si los Reyes hubieran recorrido La Habana solos. Lo que no falt¨® fue el calor atmosf¨¦rico, que le llev¨® a Aznar a despojarse de su chaqueta durante el recorrido ante la mirada misericorde de don Juan Carlos, que en ning¨²n momento se qued¨® en mangas de camisa.
A falta de una entrevista formal con el presidente cubano, como la celebrada en la ¨²ltima Cumbre Iberoamericana de Oporto, el Rey mantuvo una conversaci¨®n a solas con Fidel Castro, durante m¨¢s de veinte minutos, en el recorrido entre el aeropuerto internacional Jos¨¦ Mart¨ª de La Habana y la Embajada espa?ola.
Visita privada
Castro hab¨ªa invitado al Rey a subir a su autom¨®vil, mientras Aznar se march¨® en un coche oficial al hotel Meli¨¢, donde se aloja, y do?a Sof¨ªa y Ana Botella se iban a cenar a un restaurante privado (conocidos como paladares en Cuba) de un barrio popular de La Habana.El presidente del Gobierno, al que le gusta presentar su estancia en La Habana, en estas horas previas a la cumbre, como una visita privada, "dado que no se dan las condiciones m¨ªnimas para que se pueda realizar una oficial", realiz¨® su primera declaraci¨®n pol¨ªtica de la jornada a primera hora de la ma?ana, tras la visita a la casa que fue residencia de su abuelo paterno y de su padre en La Habana.
Tras charlar con una anciana pareja que vive en el inmueble -un edificio de tres plantas pr¨®ximo a la Universidad de La Habana-, el presidente Aznar dijo que quer¨ªa enviar un mensaje a los cubanos "de dentro y de fuera" y desearles "libertad y prosperidad".
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, visiblemente emocionado, busc¨® el contacto con el p¨²blico que se agolp¨® en las aceras para curiosear la llegada del presidente espa?ol y que dio vivas a Espa?a y Cuba. Manuel Aznar, abuelo del presidente del Gobierno, fue un destacado periodista en la IIRep¨²blica y el franquismo, del que fue embajador.
Las primeras entrevistas del Rey y del presidente del Gobierno en La Habana -a falta de todo contacto oficial con las autoridades cubanas al margen de los protocolarios- fueron con el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, con el que cenaron el domingo en la residencia del embajador; el desayuno de ayer con el presidente de Portugal, Jorge Sampaio, y el posterior almuerzo con el presidente mexicano, Ernesto Zedillo.
El Rey, al t¨¦rmino del paseo por las calles del casco antiguo, y mientras que Aznar se entrevistaba con miembros de la disidencia, recibi¨® en la Embajada de Espa?a al cardenal de La Habana, Jaime Ortega, para tener informaci¨®n de primera mano de la situaci¨®n de las relaciones de la Iglesia y el Estado en Cuba.
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