Pan y circo
Carreras de tiro, luchas de gladiadores, representaciones teatrales, caza de bestias. Los grandes espect¨¢culos de masas no son una invenci¨®n de los tiempos modernos: "Roma utilizaba las grandes ceremonias como un elemento de cohesi¨®n social, de pertenencia una misma entidad: la propia Roma", seg¨²n apunta el profesor Joaqu¨ªn Ruiz de Arbulo, coordinador de un ciclo de conferencias y visitas guiadas al teatro, anfiteatro y circo romanos de Tarragona que explica c¨®mo se divert¨ªa la gente en el mundo antiguo.Los romanos, hace dos mil a?os, tambi¨¦n ten¨ªan sus propios Tiger Woods, Crivill¨¦s o Ronaldos, atletas que eran conocidos no s¨®lo por su destreza en el manejo de los caballos o por su fortaleza en la lucha, sino tambi¨¦n por la desproporci¨®n de sus emolumentos, "impensables para cualquier ciudadano normal", lo cual, al igual que ahora, tambi¨¦n despert¨® cr¨ªticas contundentes. As¨ª, el poeta Marcial se pregunta cu¨¢nto tiempo estar¨¢ trabajando a diario "para ganar mis cien miserables monedas cuando el auriga Scorpus, en una hora, recibe, si vence, quince pesados sacos de oro", y Juvenal critica "la turba de Remo (...) que hoy deja hacer y s¨®lo desea ansiosamente dos cosas: pan y circo".
El circo era la pasi¨®n de los romanos. Los grandes espect¨¢culos eran financiados por los prohombres de la ciudad o bien por el erario p¨²blico, en conmemoraci¨®n del natalicio del emperador o de la elecci¨®n del sacerdote de culto, un rito anual, que en Tarraco, como capital de la Hispania Citerior, congregaba a los representantes de las 300 colonias y municipios, lo que pod¨ªa suponer una procesi¨®n de 1.000 personas suntuosamente vestidas. Las carreras duraban varios d¨ªas y pod¨ªan llegar a congregar en un circo hasta 385.000 personas (Coliseo romano), algo impensable para cualquier estadio de f¨²tbol de la actualidad.
Los equipos se divid¨ªan en cuatro colores: rojo, blanco, azul y verde. Compet¨ªan entre s¨ª en diversas modalidades. "La programaci¨®n de Tarraco pod¨ªa incluir la llegada a la ciudad de la escuadra m¨¢s famosa de Roma, de la que era popular no ¨²nicamente su auriga m¨¢s diestro, sino tambi¨¦n el caballo m¨¢s poderoso". De Tarraco s¨®lo est¨¢ documentada la existencia de un auriga, Fortunatos, un esclavo que muri¨® a los 22 a?os. El gent¨ªo esperaba el momento en que los carros deb¨ªan girar, en las siete vueltas a la arena: "ansiaban que la cu¨¢driga o la biga cayeran a tierra (naufragis) al igual que ahora en la f¨®rmula 1, de la que se ven con m¨¢s inter¨¦s por la televisi¨®n los vuelcos y accidentes. Cuesti¨®n de morbo".
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