La censura que no cesa
J. J. P?REZ BENLLOCH
Una vez m¨¢s, y van que ni se sabe, el comit¨¦ de redacci¨®n de TVV ha denunciado la censura de noticias en informativos de esa casa. Resulta irrelevante en estos momentos y para los prop¨®sitos de estas l¨ªneas cu¨¢l haya sido el hecho noticioso secuestrado. Baste sospechar o saber que no era favorable al partido que gobierna, o as¨ª lo juzg¨® alguien con poder¨ªo bastante para ocultarlo. Se nos dir¨¢ que el ejercicio del arte cisorio ha sido una constante en los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y que lo han practicado con igual devoci¨®n tirios tanto como troyanos, pues ambos -socialistas y populares- conciben los citados medios como un remedo de los incensarios desde el mismo momento en que disponen de ellos. Y eso es una estupidez que no deja de sorprendernos en cada ocasi¨®n que se se?ala, bien sea por los profesionales dichos, en este caso, bien por la misma percepci¨®n de los telespectadores m¨¢s avisados.
Nos sorprende que haya todav¨ªa botarates capaces de creer que no existe aquello que no se enuncia o se muestra por la peque?a pantalla, aunque sea este el primer medio de informaci¨®n de los ciudadanos, siendo as¨ª que resulta inevitable su divulgaci¨®n por otros ¨®rganos audiovisuales o escritos. Con todas las limitaciones que se quiera, el pluralismo informativo est¨¢ consolidado y no faltan periodistas decentes y avispados, por no aludir a los que se obstinan en la cr¨ªtica a todo trance al gobierno. O sea, que de poco sirve el pretendido escamoteo de los hechos noticiables.
Sirve, eso s¨ª, para mortificar a los profesionales de RTVV, sobre todo a los que todav¨ªa postulan unos medios de titularidad p¨²blica que cumplan su cometido seg¨²n las consabidas y conculcadas normas de objetividad, imparcialidad y, en suma, libertad. Profesionales, a?ado, que adem¨¢s de la mortificaci¨®n se les penaliza a menudo con la marginaci¨®n debido a sus peregrinas querencias democr¨¢ticas.
Sirve, a?ado, para constatar hasta el aburrimiento, que el tinglado de Burjassot se dirige con criterios pol¨ªticos y con mando a distancia desde las cruj¨ªas del gobierno, lo que a estas alturas de la democracia es un puro atavismo. Que los directores y responsables de la informaci¨®n procedan muchas veces con una oficiosidad que no se les pide es una muestra del temor -que no prudencia- e inseguridad que se les ha inculcado. A partir de estos condicionamientos es irrelevante la personalidad y cualidad de sus gestores, m¨¢s calificados por su lealtad a la causa, al partido y a su l¨ªder, que a sus audiencias.
Y sirve para que cuestionemos peri¨®dicamente la conveniencia de mantener a cargo de los dineros p¨²blicos una radio y televisi¨®n que debieran estar pagadas por las siglas que gobiernan. De ah¨ª a reclamar su privatizaci¨®n s¨®lo hay un paso, y es el que se nos invita a dar, habida cuenta de cu¨¢n dif¨ªcil es garantizar que los tales medios gocen de un metro c¨²bico de libertad y sin tutelas. Lo penoso es que este pa¨ªs valenciano no puede prescindir de ellos, sin grave menoscabo de la lengua aut¨®ctona, y ello nos obliga a abogar por su conservaci¨®n y, a modo de incansables S¨ªsifos, tambi¨¦n por su redenci¨®n, acaso imposible. Confiemos en que un d¨ªa, al pairo de los aires liberales, se liberalice RTVV. Bastar¨ªa por lo pronto en que no nos enga?ase ni hiciese el rid¨ªculo.
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