La necesaria reforma de la Justicia
Es evidente que se necesita una reforma a fondo de algunas de las leyes, conceptos y actuaciones de la Justicia espa?ola si no queremos que se repitan hechos como el sucedido hace pocas semanas: una juez otorga la libertad provisional a un preso, especializado en agredir a varias mujeres, por pegar varios tiros a una ex novia, entre otras acciones violentas. Resulta incre¨ªble que el sistema de protecci¨®n a las v¨ªctimas se haya vulnerado tan alarmantemente en este caso: la mujer pidi¨® protecci¨®n por el acoso del presuntamente reinsertado en la sociedad. Nada, no le prestaron el menor caso y el supuesto buen preso -supongo que bueno, pues por algo lo habr¨¢n soltado- mat¨® pl¨¢cidamente a su ¨²ltima ex novia. Cabr¨ªa preguntarse, no inocentemente, si la v¨ªctima del delito, que condujo al delincuente en su d¨ªa a la c¨¢rcel, hubiese sido la juez misma o su hija, si la tuviere, ?le habr¨ªa concedido la libertad provisional?Que se lleguen a dar situaciones tan injustas y dantescas como la aludida se debe, en mi opini¨®n, a estos factores:
1. El sistema judicial y penitenciario espa?ol falla estrepitosamente de base, al intentar, como primer objetivo, la reinserci¨®n social del infractor o facineroso. Que se sepa, la misi¨®n principal de las c¨¢rceles ha sido, es o debiera ser la protecci¨®n de la sociedad y sobre todo las v¨ªctimas agredidas por el reo. Por ello, se les debe mantener encerrados la totalidad de la condena, para que no puedan continuar con sus fechor¨ªas, asesinatos, violaciones, etc¨¦tera. Sin embargo, como el sistema pretende la reinserci¨®n social de todos los presos, cuando muchos de ellos no quieren para nada esa reinserci¨®n social sino que los liberen para continuar con sus delitos; en consecuencia, como el delincuente es de todo menos tonto o bobo, se porta bien en prisi¨®n con el fin de obtener la libertad; pero casi nunca porque se haya regenerado. Por esa causa, aunque parezca mentira, el sistema protege y mima al delincuente supuestamente reinsertado, lo deja en libertad provisional o lo libera cuando ha cumplido penas rid¨ªculas en comparaci¨®n del da?o causado. Al tiempo que las posibles v¨ªctimas, toda la sociedad y, sobre todo, los afectados en el pasado directamente por el infractor, si est¨¢n vivos a¨²n a pesar de la agresi¨®n sufrida, comenzar¨¢n a temblar de pavor cuando salga a la calle. ?Vaya una manera m¨¢s nefasta e insensata de entender la justicia: velando m¨¢s por el bienestar del delincuente que por la seguridad de las v¨ªctimas! La justicia, si la podemos seguir llamando as¨ª por lo injusta que llega a ser, nos lleva a esa aberraci¨®n: cualquier hombre espa?ol le pega dos o tres pu?etazos a su mujer y no le pasa absolutamente nada, excepto eso: que a su mujer ni Dios le quita o la resarce de las hostias que le ha propinado a discreci¨®n. En el mejor de los casos, el marido es condenado a prisi¨®n -casi nunca sucede, se trata de una suposici¨®n-; pero a los pocos meses sale victorioso de la penitenciar¨ªa y, como la polic¨ªa no garantiza la integridad f¨ªsica de su mujer, si le apetece al fulano, tornar¨¢ a golpear a su pareja o a matarla si le place.
2. La protecci¨®n del delincuente resulta tan abrumadora que se llega a esta manifiesta irracionalidad: la leg¨ªtima defensa s¨®lo se considerar¨¢ circunstancia eximente de responsabilidad criminal en aquel caso en que la v¨ªctima de una agresi¨®n ileg¨ªtima se defienda utilizando el mismo medio empleado por el delincuente o agresor en la comisi¨®n del delito (v¨¦ase el C¨®digo Penal, art. 20, 4?, Segundo). A mi parecer, esto supone darle ventajas al malhechor o criminal y dejar desamparada a la v¨ªctima. Me valdr¨¦ de este ejemplo clarificador: si dos personas, a altas horas de la madrugada, destrozan la puerta de una vivienda e irrumpen en ella, seg¨²n el art¨ªculo mencionado del C¨®digo Penal, puede el due?o de la casa repeler la agresi¨®n o defenderse con el mismo medio que utilicen los agresores. Desde luego, me parece absurdo; pues la v¨ªctima ?qu¨¦ hace de hacer en el segundo o segundos de que disponer para defender a su familia, a ¨¦l mismo y a su vivienda?, ?preguntar a los agresores, a la polic¨ªa o al juez, qu¨¦ instrumentos llevan los delincuentes: navajas, barras de hierro, armas de fuego, etc¨¦tera, para intentar repelerles con el mismo medio? Por descontado, si alguien es tan est¨²pido como para tratar de averiguarlo, mientras tanto puede que est¨¦n asesinando a su familia. Lo normal, lo l¨®gico, lo natural con la condici¨®n biol¨®gica humana, estriba en que repela la amenaza con la ayuda del arma m¨¢s eficaz de que disponga, salvo que los delincuentes no vayan armados y al ver a las v¨ªctimas huyan sin cometer el delito. El que se arriesga y ataca, roba, viola, trata de asesinar, etc¨¦tera, ya sabe que est¨¢ exponiendo su vida y la ajena en peligro. No obstante, las leyes, en ocasiones, carecen de la necesaria l¨®gica, y demasiadas veces las v¨ªctimas han de indemnizar a sus verdugos porque han sido lesionados por los medios de que dispon¨ªa el inocente que trataba ¨²nicamente de conservar sus bienes o su vida a manos del ladr¨®n, violador, etc¨¦tera.
Si hay una instituci¨®n espa?ola que precisa de una reforma y de una racionalizaci¨®n tanto en sus m¨¦todos como en sus objetivos, es a todas luces la Administraci¨®n de Justicia. Mientras ¨¦sta no se lleve a efecto, los espa?oles sentiremos una natural desconfianza ante los tribunales de justicia. Sin embargo, por mucho que necesite de una reforma, no ser¨¢ f¨¢cil que se materialice por tratarse de una de las instituciones m¨¢s conservadoras y reacias al cambio. En atenci¨®n a lo cual, la sociedad, los pol¨ªticos, el Gobierno central, etc¨¦tera, habr¨ªan de movilizarse, tomar cartas en el asunto y tratar de transformar los objetivos penitenciarios, la restricci¨®n tajante de permisos, indultos y libertades provisionales de aquellos reos peligrosos o que se sospeche que puedan reincidir y atacar a otros inocentes o a sus v¨ªctimas de anta?o. Es de derecho que los jueces atiendan las leg¨ªtimas pretensiones de sus administrados, de lo contrario los ciudadanos sospecharemos que andan m¨¢s preocupados porque les suban el sueldo, ya bastante elevado en comparaci¨®n de la media espa?ola, que por la tutela efectiva de la justicia y la protecci¨®n que merecen los ciudadanos honrados.
Raimundo Montero es profesor de Filosof¨ªa.
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