Conchita se va con buen sabor
La aragonesa perdi¨® frente a Venus Williams, pero demostr¨® que su derecha a¨²n existe
Su derecha existe. Y esa es una buena noticia. No es un recuerdo del pasado, una ilusi¨®n ya olvidada. Existe, y ayer Conchita Mart¨ªnez lo demostr¨®. Perdi¨® frente a Venus Williams, la tercera jugadora mundial y probablemente la mejor en indoor, por 6-2, 5-7, 6-4 en 2 horas y 10 minutos, pero se march¨® del Madison Square Garden de Nueva York con un excelente sabor de boca. "He sentido la derecha y hac¨ªa mucho tiempo que eso no me ocurr¨ªa", confes¨® la aragonesa.Aquel golpe que la llev¨® a ganar en Wimbledon en 1994, aquella derecha con la que despert¨® enormes expectativas en su etapa juvenil y que en 1988, en su debut en el Grand Slam, le permiti¨® colocarse en los octavos de final de Roland Garros, aquel drive que fue considerado en muchos momentos el mejor del circuito, comparable incluso al de Steffi Graf, no ha desaparecido. Se hab¨ªa visto en cuentagotas a lo largo de los ¨²ltimos a?os, mientras Conchita se debat¨ªa entre su conformismo por la estabilidad econ¨®mica ya conseguida y la absoluta necesidad de recuperar su condici¨®n f¨ªsica y, como consecuencia, su juego para poder mantenerse en la ¨¦lite.
Y ayer parecieron darse todas las condiciones para que Conchita abriera el cofre de sus esencias y demostrara que su juego sigue estando ah¨ª. Venus Williams, uno de los m¨¢ximos exponentes de la nueva generaci¨®n que arrasa con todo, pas¨® ayer un calvario antes de acabar clasific¨¢ndose para los cuartos de final del Masters, en los que se enfrentar¨¢ a la austriaca Barbara Schett. "He visto a Conchita mucho mejor que cuando jug¨® ante mi hermana Serena en el Open de Estados Unidos", reconoci¨® la mayor de la familia Williams.
Como suele ocurrir en ella, la transformaci¨®n de Conchita no es un producto de la casualidad. El a?o fue especialmente duro para la aragonesa, puesto que lo comenz¨® perdiendo los puntos de la final del Open de Australia que defend¨ªa de 1998, y, fundamentalmente, porque a mitad de temporada se enter¨® de que su padre padec¨ªa c¨¢ncer. Qued¨® profundamente afectada. Aunque pasa poco tiempo con su familia, siempre se ha sentido muy ligada emocionalmente a ella. "Todo eso pesa", afirma Conchita. "Pero ahora, justo antes del torneo de Filadelfia, me dieron la noticia de que ni siquiera hab¨ªa sido necesaria la quinta sesi¨®n de quimioterapia. Mi padre est¨¢ muy recuperado, todo est¨¢ bajo control. Eso te da un respiro".
Por primera vez en mucho tiempo -seg¨²n ella desde el final del verano-, Conchita pareci¨® feliz en la pista. Se la vio especialmente motivada para afrontar su debut ante Venus Williams. Jug¨® bien desde el principio, pero los altibajos de sus golpes la condenaron en la primera manga. Le faltaba regularidad. Su derecha apareci¨® de repente, casi por sorpresa. Y a medida que el partido fue avanzando pudo leerse en la cara de Conchita que se estaba divirtiendo, que se sent¨ªa tremendamente motivada, que ten¨ªa ganas de ganar aquel partido. Mantuvo siempre la segunda manga bajo control, puesto que le arrebat¨® el saque a Venus en dos ocasiones consecutivas. Pero la fragilidad de su servicio -no pudo mantenerlo en los dos juegos siguientes- la llev¨® a una situaci¨®n dif¨ªcil. Venus sirvi¨® con 40-15 para el 6-5. Pero Conchita gan¨® los dos siguientes puntos, rompi¨® de nuevo a la americana, y se llev¨® la manga.
En la tercera lleg¨® lo m¨¢s genial. Las dos jugadoras ya entregadas a fondo en una batalla sin tregua. Venus corriendo de una punta a otra de la pista dominada por los potentes y profundos golpes de la aragonesa. Dos roturas consecutivas. Y el desenlace: con 5-4 para Venus y Conchita al servicio, una volea de la aragonesa muy discutible fue dada mala. Aquello supuso el primer match-ball para la Williams. Y no lo desaprovech¨®. Pero a Conchita le dio lo mismo. Sali¨® contenta del Madison por dos razones. Porque hab¨ªa recuperado su derecha, y porque despu¨¦s confes¨® que, a¨²n perdiendo, quer¨ªa dedicarle el partido a su padre.
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