Caballero Bonald
LUIS GARC?A MONTERO
Es un maestro sin voluntad, sin esa llamativa ceremonia que suelen provocar los maestros para imponerse, para hacerse notar, para cultivar disc¨ªpulos, para convertir la vanidad o la pedanter¨ªa en un bien p¨²blico. Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald habla sobre s¨ª mismo y se convierte en Pepe, en una sonrisa de distancia calculada, alguien que se acerca a sus palabras y a sus libros recorriendo los matices de un t¨²nel ir¨®nico, en actitud de lejan¨ªa, dispuesto a restar, a bromear, a quitarle religi¨®n a las cosas. Conforme van saliendo las opiniones de sus labios, extiende la mano, abanica los alrededores de la intimidad y expulsa cualquier amenaza de pedanter¨ªa, de patetismo, de gravedades solemnes. Detr¨¢s de sus silencios, como de sus palabras, hay una rectitud pudorosa, una sabidur¨ªa moral asumida en las noches y en los inviernos.
Pese al civismo de su contenci¨®n, Caballero Bonald ha guardado demasiada fidelidad a la literatura, es demasiado exacto a s¨ª mismo, como para no convertirse en un maestro, en una compa?¨ªa f¨¦rtil a la hora de despertar envidia sana, admiraci¨®n y amistad. Experto en el adjetivo convincente, Caballero Bonald es due?o de la literatura sin adjetivos, de la literatura que no admite puertas de servicio ni escaleras de incendios. Hay clientes del arte y de la fama que buscan consagrarse en la v¨ªa mendicante de los adjetivos superficiales, protagonistas de la literatura matizada, de la literatura social, femenina, andaluza... Caballero Bonald esgrime los adjetivos de la literatura sin adjetivos, la voluntad del arte y de la est¨¦tica necesaria, el deseo de hacerse vivir en una p¨¢gina, de convertir su biograf¨ªa en escritura. Y no es que rechace los compromisos o que se sienta despegado de Andaluc¨ªa, porque conozco a pocas personas tan preocupadas por la realidad y tan espont¨¢neamente definidas por el Sur, por ese campo de vi?as, leyendas y cante jondo que corre de Jerez a Sanl¨²car para abrirse en el horizonte infinito del mar. El compromiso y andalucismo de Caballero Bonald son como la desembocadura de un r¨ªo, como una b¨²squeda de otras orillas y de un oleaje literario, nunca un postizo, un adjetivo superficial, una puerta falsa. Caballero Bonald es el escritor, el indagador en el artificio de las palabras, el que se acerca a su mesa de trabajo para escribir una carta con su propia direcci¨®n, buscando en la ambig¨¹edad viva del lenguaje la grieta que le permita alcanzar el conocimiento, la conciencia de la degradaci¨®n y de la herrumbre, del deseo y de la libertad, de las frases que conspiran contra el desamparo.
Caballero Bonald ha hecho de su vida y de su obra una posici¨®n moral, una resistencia meditativa y c¨®mplice en la que caben la c¨®lera del t¨ªmido y la hermandad del trasnochador, la discreci¨®n del conjurado y la dignidad descarada de los que no renuncian a decir lo que piensan y a pensar en las palabras que escriben o pronuncian. La Fundaci¨®n Caballero Bonald se ha puesto en marcha con unas jornadas sobre El grupo po¨¦tico del 50. El poeta ha querido repartir el homenaje de su ciudad con el recuerdo y la literatura de sus amigos. Caballero Bonald act¨²a como un se?or de otra ¨¦poca, por eso es un maestro.
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