Imb¨¦cil moral
JULIO SEOANE
En un principio se llamaba locura o imbecilidad moral, m¨¢s tarde fue psicopat¨ªa, hace poco ten¨ªa preferencia el t¨¦rmino sociopat¨ªa y, ¨²ltimamente, predomina el concepto de trastorno antisocial de la personalidad. Los cambios de nombre no son casuales, responden a distintas concepciones y ¨¦pocas, pero hay que reconocer que el primer nombre siempre resulta muy esclarecedor. Imb¨¦cil moral no es un insulto, es un diagn¨®stico, es la incapacidad para distinguir entre el bien y el mal, produciendo as¨ª conductas imprevisibles y socialmente peligrosas. Degeneraci¨®n moral en tiempos religiosos, deterioro biol¨®gico con el apogeo de la raza y de la herencia, y desviaci¨®n social en las actua-les sociedades democr¨¢ticas.
Por eso resulta extra?o que en estos d¨ªas se hable tanto de psic¨®patas como seres exclusivos y excepcionales, como el h¨¦roe de la delincuencia, con taras biol¨®gicas y causante de una buena parte de la violencia social. En los congresos existen magn¨ªficos expertos y profesionales que matizan mucho sus opiniones y son moderados en sus perspectivas de investigaci¨®n. Sin embargo, resulta preocupante la visi¨®n que se transmite a los medios de comunicaci¨®n y a la opini¨®n p¨²blica.
Desde hace alg¨²n tiempo, casi anualmente, un escalofr¨ªo biol¨®gico recorre Valencia. Los delincuentes, los que maltratan ni?os, los violadores, los terroristas, las agresiones contra la mujer y algunas otras violencias sociales derrapan peligrosamente hacia las causas biol¨®gicas. La estrategia consiste en aceptar primero que tienen causas biol¨®gicas y causas sociales o ambientales, para a?adir inmediatamente que las biol¨®gicas son las importantes.
?Qu¨¦ felicidad! Los buenos ciudadanos pueden dormir tranquilos. La violencia no se debe a conflictos, ni existen cambios en la familia actual, ni pobreza o marginaci¨®n, ni maltrato de la mujer, ni deterioro ambiental y urbano, ning¨²n cambio en los valores o en las creencias actuales. Todo sigue en su sitio, nada cambia, simplemente existen alteraciones biol¨®gicas. Y ya se sabe, la soluci¨®n estar¨¢ en las pastillas, si es grave intentaremos las inyecciones y, en ¨²ltimo extremo, la cirug¨ªa.
Un famoso y acreditado psic¨®logo, recientemente fallecido, relacionaba las actitudes sociales m¨¢s o menos conservadoras o progresistas con determinadas estructuras y funcionamiento del sistema nervioso. Y a?ad¨ªa, adem¨¢s, que cierto tipo de progresistas ten¨ªa tendencia a la sociopat¨ªa. Como se puede ver, psic¨®patas, soci¨®patas o, simplemente, imb¨¦ciles morales los hay en todos los campos. Adem¨¢s, no siempre tiene un significado negativo, puesto que tambi¨¦n se habl¨® de la psicopat¨ªa creadora como diagn¨®stico, que algunos psi-quiatras vieron en Lawrence de Arabia, y que ahora encontrar¨ªan en los que triplican instant¨¢neamente su dinero o hacen senderismo econ¨®mico por tierras lejanas.
La locura o imbecilidad moral no es exclusiva de la delincuencia ni fundamentalmente biol¨®gica. Aparece en muchos campos sociales, en la empresa, en la pol¨ªtica, en la familia, en las relaciones sexuales y de g¨¦nero, hasta en el terreno intelectual, siempre haci¨¦ndose pasar por lo que uno no es, aparentando una estatura que no se tiene, intentando enga?ar a los dem¨¢s y a s¨ª mismo. En definitiva, resulta m¨¢s preocupante la serie social de imb¨¦ciles morales que la supuesta base biol¨®gica del asesino en serie.
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